LOS PADRES Y LOS NIÑOS
PRESENTACION
1.- PREVIO
2.- MOMENTOS CLAVE PARA EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
3.- EL GRUPO FAMILIAR
4.- EL POTENCIAL EN LA INFANCIA
5.- AUTOESTIMA Y SEGURIDAD EN SÍ MISMO
6.- EL COMPORTAMIENTO HACIA EL NIÑO O NIÑA
7.- EL COMPORTAMIENTO POSITIVO
8.- EL MODELO A IMITAR
9.- LA ACTUACIÓN FAMILIAR
10.- LA SEGURIDAD AFECTIVA NECESARIA
11.- EL NIÑO ES NIÑO

1.- PREVIO

Desde el mismo momento de la concepción, el niño o la niña cuenta con una carga genética que hereda del padre y de la madre y determina como serán sus características psico-orgánicas, porque su aspecto exterior marcará también en el futuro su forma de ser.

La carga genética también transmite algunas características que forma la estructura de la futura personalidad. Estos factores genéticos o heredados hacen que cada niño o niña reaccione de forma distinta en su contacto con el ambiente que le rodea, es decir, dispone de su propio temperamento.

La personalidad futura será el resultado del temperamento y las acciones educativas que reciba de los adultos (padre, madre, hermanos, abuelos, educadores, etc.) y de las relaciones que establezca. El niño o la niña irá creando una conducta en función de las reacciones que los adultos tengan ante sus comportamientos y de las diferentes experiencias que vaya acumulando.

Progresivamente, recibirá un aprendizaje del comportamiento preestablecido por la cultura del grupo social en que vive. El desarrollo de su conducta será diferente al del resto de los niños y niñas de su mismo grupo social porque las diferencias biológicas le harán reaccionar de modo distinto ante el aprendizaje social y sus características individuales (salud, enfermedades, número de hermanos, lugar que ocupa entre ellos, separaciones temporales de la familia, escolarización temprana o tardía, etc.) interactuarán con su temperamento.

El niño o la niña desarrolla el aprendizaje de la conducta repitiendo los comportamientos que reciben la atención o la aprobación de los adultos, y descartando aquellos en los que fracasa la atención y la aprobación. Aquí radica la importancia que adquiere la actuación por parte de los adultos reforzando los comportamientos positivos y mostrando desaprobación, en muchos casos indiferencia, ante los negativos.

Otros comportamientos que el niño o la niña adopta son aprendidos por imitación, observando a los demás y las consecuencias de sus comportamientos.

Si deseamos que el niño o la niña desarrolle una conducta adecuada, deberemos proporcionar modelos de comportamiento positivo a su alrededor.

Es importante destacar que, si el niño recibe mayor número de aprobaciones, desarrollará realizaciones con seguridad y confianza aunque presenten cierto grado de dificultad porque su autoestima se verá reforzada. Sin embargo, si su comportamiento produce desaprobaciones continuadas, el niño o la niña será incapaz de consolidar una mínima autovaloración y autoconfianza.


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