Representación y actividad: dos conceptos estrechamente asociados

Gérard Vergnaud

Resumen

Los psicólogos de comportamiento quisieron deshacerse del concepto de la representación. No solamente fracasaron, sino que hoy en día la representación es el concepto central de la psicología. Respeto al desarrollo de conocimientos matemáticos en los niños, la representación no se compone de números, figuras, dibujos, diagramas, gráficos y álgebras, sino de formas interiorizadas de actividades en situaciones.

La actividad es más que el comportamiento: el comportamiento es solamente la parte visible de la actividad. Por eso, cuando se analiza el comportamiento matemático, hay que estudiar la actividad de representación, que es fundamental. El concepto de esquemas es esencial para entender este problema.

La parte más importante de nuestros conocimientos consiste en las competencias, y no pueden expresarse en palabras fácilmente. Este es acierto para todos los dominios de conocimiento, incluso las matemáticas, y es aun más verdad para los niños, porque no pueden expresar los conocimientos que usan en la acción.

Cuando se enfrentan a situaciones, los niños pueden entender progresivamente las entidades relacionales entre cantidades y magnitudes, entre posiciones, figuras y movimientos... Las relaciones de parte-parte-entero, las relaciones de estado-transformación-estado y las propiedades isomorfas en los problemas de proporciones no pueden reducirse a estructuras numéricas, ni pueden considerarse solamente entidades lingüísticas o simbólicas. Son conceptos y teoremas en acción.

El carácter implícito de una gran parte de nuestros conocimientos no significa que los conocimientos explícitos no son operacionales. Pero no podemos quedarnos satisfechos con una teoría que considera las matemáticas solamente como un cuerpo explícito de conocimientos.

Incluso cuando a uno está interesado en la función de la lengua y los símbolos en el desarrollo de la mente, es necesario identificar con seguridad qué propiedades del significante representan qué propiedades del significado. Sabemos hoy en día que las palabras significan cosas distintas para individuales distintos, especialmente para el profesor y cada alumno individualmente. Vygotski explicó hace 70 años que el 'sentido' dado a las palabras es diferente que su 'significado' convencional. Por eso, existe una necesidad teórica para analizar la actividad y la representación como compuestas por invariantes que pueden ser diferentes que el significado de las palabras. Este problema solamente puede resolverse si aceptamos la idea de que los esquemas engloban invariantes operacionales: conceptos y teoremas en acción. Es nuestro trabajo identificarlos, juntos con los otros componentes de esquemas y la representación. Varios ejemplos ilustrarán esta vista inesperada.

DISTINTAS DEFINICIONES DE LA REPRESENTACIÓN

Pocos conceptos se utilizan con tantos significados distintos, incluso en el mismo campo de la psicología. Además, muchos escritores, cuando hablan de memoria, juicio, lenguaje o razonamiento, tratan de la representación. No puedo entretenerme, en esta conferencia, en analizar estos significados. Haría falta una obra entera. Me conformaré con definir tres de ellos, frecuentemente adoptados, y que me parecen convenientes de analizar. Luego ya introduciré un cuarto significado que modifica sensiblemente la comprensión de los tres primeros.

Sentido 1: el flujo de la consciencia.

Sentido 2: los signos y símbolos, del lenguaje o no, con los que comunicamos.

Sentido 3: los sistemas de conceptos, explícitos o no, con los que un individuo piensa lo real, es decir identifica los objetos del mundo, sus propiedades, relaciones y transformaciones.

Sentido 1: el flujo de la consciencia

La experiencia de este flujo es la prueba más directa acerca de la existencia de la representación como fenómeno psicológico. Cada individuo ha experimentado el movimiento casi permanente de imágenes visuales, auditivas, kinestésicas, somestésicas... que acompañan la vida durante la vigilia y el sueño; también tiene consciencia de sus propios gestos y palabras, aunque sólo estén esbozados en la mente. Sin embargo, no podemos analizarlos bien, pero este movimiento casi continuo de preceptos, ideas, imágenes, palabras y gestos, más o menos interiorizados, demuestra que la representación funciona de manera irreprensible y espontánea en cualquier momento. El flujo de percepción forma parte integrante del flujo de la consciencia, al igual que el flujo de la imaginación, asociado o no a la percepción.

Sentido 2: Los signos y símbolos

Sin signos y símbolos la representación y la experiencia no pueden ser comunicadas. Asimismo el trabajo del pensamiento va a menudo acompañado, incluso guiado, por formas del lenguaje y manipulaciones de símbolos. La numeración y las notaciones algebraicas no son sólo conceptos matemáticos sino que tienen un gran papel en la conceptualización y el razonamiento matemáticos; la notación musical tampoco es música, pero la ejecución de ciertas obras es inconcebible sin ella; el lenguaje no es pensamiento, pero ¿qué sería el pensamiento sin el lenguaje?

Sentido 3: el sistema de conceptos

Se trata del sistema con el que extraemos la información, con el objetivo de llevar nuestra acción y actividad de la manera más pertinente posible. Este significado es menos evidente que los primeros ya que se apoya sobre la tesis según la cual la representación, incluso la percepción, está estructurada alrededor de conceptos. El término “concepto” se utiliza en el sentido amplio de la palabra puesto que designa constituyentes de naturaleza diversa que pueden ser totalmente implícitos, mientras que la palabra “concepto” generalmente se refiere exclusivamente a objetos de pensamiento explícitos, lo mejor definidos posible. Este planteamiento teórico es de gran importancia. Lo clarificaremos más adelante cuando hablemos de los invariantes funcionales: conceptos-en-acto y teoremas-en-acto. La distinción entre conceptualización y simbolización es esencial: no debemos confundir los sentidos 2 y 3, cualesquiera que sea el papel de los signos y símbolos dentro de la conceptualización.

A parte de estos tres significados que acabo de mencionar, tengo que introducir un cuarto significado, el de la representación como actividad funcional: la representación no es, de hecho, un epifenómeno que acompaña a la actividad sin realmente orientarla o alimentarla. Tampoco es un diccionario o una biblioteca; se trata de un proceso dinámico, o más bien de un conjunto jerarquizado de procesos dinámicos.

Sentido 4: le representación como conjunto de esquemas

Dos motivos principales y complementarios rigen la funcionalidad de la representación:

- Organiza la acción, la conducta, y más en general la actividad, siendo ella misma el producto de la acción y de la actividad. Es el concepto de esquema que mejor expresa esta idea.

- Permite una cierta simulación de lo real, y por lo tanto la anticipación;

Este cuarto significado modifica el alcance teórico de los tres primeros arriba mencionados. En efecto, el mismo flujo de la consciencia se organiza en esquemas, con su doble propiedad de ser oportunistas y sistemáticos; es también en los esquemas donde tenemos que buscar la primera expresión de los conceptos que organizan la actividad; y finalmente, los esquemas de diálogo y enunciación engendran las actividades del lenguaje y del símbolo.

La consciencia acompaña parcialmente a la actividad, pero la estructura de la actividad no es idéntica, ni mucho menos, a la del flujo de la consciencia. El motivo de esta separación reside en el hecho de que la consciencia sólo influye sobre una pequeña parte del funcionamiento psíquico en situación (con prioridad a la toma de información y al control de los efectos de la acción). Sea como fuere, las características de la actividad, especialmente los objetivos que el sujeto se da a si mismo, y las coacciones particulares con los que tiene que actuar, determinan los conceptos movilizables en una situación dada. Estas coacciones pueden ser reales o imaginadas: en efecto, otra propiedad de la consciencia, complementaria a la primera, es poder asociar objetos ausentes o imaginarios, con la intención, el deseo, la percepción.

EJEMPLOS DE ESQUEMAS

El esquema de la enumeración

Un, dos, tres, cuatro… ¡cuatro! En el esquema de la enumeración de un niño de cuatro o cinco años, podemos identificar al menos dos conceptos matemáticos implícitos: el de la correspondencia biunívoca y el de cardinal.

En la actividad del niño, la correspondencia biunívoca (hay que contar todos los objetos, y no contar dos veces el mismo) toma la forma de una relación entre cuatro categorías de elementos: 1) los objetos que enumerar, 2) los gestos del brazo, de la mano y del dedo, 3) los gestos de la mirada, 4) los gestos del habla. Si una de esas correspondencias no es biunívoca, si por ejemplo la mirada o el habla van demasiado rápido o lento, la enumeración falla. Eso es lo que les pasa a los niños pequeños, y a algunos discapacitados que tienen dificultad en distribuir el tiempo de sucesión de sus gestos, y en coordinar los distintos registros implicados, particularmente el de la mirada. Las reglas que generan  progresivamente la actividad se refieren por lo tanto a la toma de información y al control, no sólo a la acción.

El cardinal: en el ejemplo más arriba, la repetición de la última palabra: cuatro… ¡cuatro! es un signo observable de esta conceptualización. Algunos niños utilizan otra modalidad de enunciación, acentuación: un, dos, tres, ¡CUATRO! Conocemos las dificultades que tienen algunos niños para cardinalizar: no resumen la información recogida del conjunto. Como respuesta a la pregunta ¿cuánto?, hecha por los interlocutores vuelven a contar todos los objetos.

Por supuesto no saben utilizar el cardinal para efectuar sumas.

El esquema de base de la adición

Supongamos que en una fiesta de cumpleaños, una madre pide a su hija de 5 años que cuente cuántos niños están en el salón. La hija corre al salón y cuenta cuatro. Devuelve la información a su madre quien le pide ahora que cuente los niños que están en el jardín. La niña corre al jardín y cuenta tres.

¿Cuánto es esto en total? le pregunta la madre. La niña se va corriendo otra vez al salón (un, dos, tres, cuatro) y luego al jardín (cinco, seis,¡siete!) y vuelve a su madre para decirle siete. Cardinaliza pero no opera con números. Desde luego ha pensado en la unión de los dos subconjuntos puesto que vuelve a contar el total, pero no ha operado con números. Después de unos meses seguramente sea capaz o de declarar que 4+3 son 7, o de no volver a contar los niños del salón, tan sólo acordarse del cardinal y contar  a partir de ahí los niños del jardín (cinco, seis, siete... ¡siete!). Podemos decir entonces que opera con números y no sólo con conjuntos.

El teorema-en-acción que le permite ahorrarse el recuento del total es un axioma de la teoría de la medida cardinal (salón U jardín) = cardinal (salón) + cardinal (jardín). El nuevo método de la niña se apoya, en efecto, sobre el conocimiento implícito de la equivalencia entre unificar primero las dos partes y enumerar luego el total, o enumerar las partes primero y sumar los cardinales luego. Es una propiedad constitutiva del número que hace de él un concepto más rico que los de relación de orden o de equivalencia.

La busca de un estado inicial

Entre las relaciones prototípicas de la suma y de la resta figura la relación entre un estado inicial, un estado final, y la transformación entre estado inicial y estado final (aumento o disminución, ganancias o pérdidas en los ejemplos de abajo).

a) Pierre tenía 6 canicas, juega una partida con Robert y gana 5. ¿Cuántas canicas tiene ahora?

b) B) Suzanne tenía 9 canicas, juega una partida con Stéphanie y pierde 3. ¿Cuántas canicas tiene ahora?

c) Andrée tenía 16 canicas; después de haber jugado una partida de canicas con Thierry, tiene 11 canicas. ¿Qué pasó durante la partida? ¿Ganó Andrea o perdió? ¿Y cuántas canicas?

d) Thierry tenía 16 canicas; después de haber jugado con Andrée, tenía 12. ¿Qué pasó durante la partida? ¿Ganó Thierry o perdió? ¿Y cuántas canicas?

e) Stéphanie acaba de ganar 3 canicas jugando con Suzanne. Ahora tiene 10. ¿Cuántas canicas tenía antes de jugar?

f) Robert acaba de perder 5 canicas jugando con Pierre. Ahora tiene 7. ¿Cuántas canicas tenía antes de jugar?

Se han llevado a cabo numerosas investigaciones sobre este tipo de situaciones. Sabemos que los últimos dos casos (Stéphanie y Robert) son los más complicados. Voy a interesarme en el último. La solución canónica es una suma 7+5. Se apoya sobre un nuevo teorema-en-acción: si una disminución provoca un paso al estado inicial, entonces un aumento provoca un paso del estado final al estado inicial. Invertimos el sentido de la transformación.

                                   Si F=T(I) entonces I=T-1 (F)

De ahí la regla: hay que añadir las canicas perdidas. Sin embargo, existe un pequeño obstáculo epistemológico en esta regla y en este conocimiento porque la suma, para el niño, es asociada primero a una ganancia y no a una perdida. Por lo tanto, podemos observar que algunos alumnos recurren a un esquema distinto: hacer una hipótesis sobre el estado inicial (pongamos 15), aplicar la disminución -5, encontrar 10, y acercarse a 7 haciendo una nueva hipótesis, por ejemplo 14. Observamos incluso ajustes más sofisticados, como una disminución de 3 de la hipótesis inicial (ajuste que se basa sobre la diferencia entre el resultado que acabamos de obtener (10) y el estado final indicado en el enunciado de la situación (7).

Algunos niños rechazan el problema pura y duramente: no pueden sacar de sí mismos los esquemas que les permitirían dar sentido a esta situación.

Sin embargo, el conjunto de situaciones de suma y resta está formado por numerosos tipos de problemas que se refieren no sólo la transformación de cantidades y tamaños o la relación parte/parte/todo, pero también se refieren a relaciones de comparación positivas y negativas (x de más o de menos que), combinaciones y “descombinaciones” de transformaciones (ganancias y perdidas, ingresos y gastos), transformaciones de las relaciones positivas y negativas (préstamos y reembolsos). Por lo tanto es necesario recurrir al marco teórico de los campos conceptuales, que de hecho es pertinente tanto para el estudio de las habilidades de los adolescentes y de los adultos como de las habilidades de los niños pequeños. Un campo conceptual es, por definición, un conjunto de situaciones y conceptos en estrecha conexión. Ya volveré a hablar de ello más adelante.

La colocación de datos numéricos o casi numéricos a la derecha

En una antigua investigación, habíamos pedido a algunos alumnos del último año de primaria y primeros años de secundaria que colocaran en una recta aún no graduada pesos de los bebés al nacimiento (primer caso), resultados de campeones por lanzamiento de jabalina (segundo caso), fechas de nacimiento (tercer caso), y edades de niños pequeños (cuarto caso). Les pedimos que graduaran la recta tomando como escala un centímetro por 100 gramos (primer caso), un centímetro por 10 centímetros (segundo caso), un centímetro por un mes (tercer y cuarto caso) y luego que colocaran los datos. Esos datos son numéricos en los dos primeros casos y casi numéricos en los dos últimos. La tira de papel sobre la que tenían que realizar el trabajo medía 60 centímetros y la medida de la escala les permitía colocar encima todos los datos así como el cero de origen  para el caso de los pesos de los bebés al nacimiento, y en el de las edades de los niños pequeños, pero no en los otros dos casos. Los niños inventaron soluciones sorprendentes. Recogimos más de 50 grupos distintos de protocolos. Veamos unos ejemplos:

- la colocación de punta a punta de los datos: el segundo dato está colocado a partir del punto de llegada del primero, y así sucesivamente. No hay inclusiones de los significantes gráficos.


                       A                     B                     C

- la descomposición del mismo dato en partes disjuntas: un lanzamiento de jabalina de 69,75 metros está descompuesto en 6 decenas de metros, 9 metros, y 75 centímetros, y representado por tres trazos distintos, colocados en partes distintas de la tira de papel, con escala distintas. Como esta interpretación de la tarea vale para los siete lanzamientos de jabalina, la tira de papel se encuentra cubierta por tres familias de segmentos: una para las decenas, una para los metros, una para los centímetros.

- El día del mes sólo sobre una línea de 30 unidades, en el caso de las fechas de nacimiento. Los datos relativos al año y mes de nacimiento son deliberadamente ignorados.      

- El mes de nacimiento sólo sobre una línea de 12 unidades, y la renuncia del año de nacimiento, como si fueran cumpleaños.

- Los gramos sólo en el caso de los pesos de bebés, colocados de punta en punta, y la renuncia de los kilogramos.

Los esquemas que han engendrado esos protocolos tienen dos características esenciales: son oportunistas ya que los niños utilizan todo los medios posibles. Son sistemáticos puesto que, después de haber adoptado cierta interpretación de la petición del maestro, observan esta interpretación para todos los datos de misma naturaleza, y utilizan las mismas reglas de colocación o de dibujo. Este ejemplo permite comprender concretamente el papel y funcionamiento de los esquemas en la adaptación a las situaciones nuevas.

Aunque el conocimiento es adaptación, son los esquemas los que se adaptan, y se adaptan a situaciones. La pareja esquema/situación constituye el núcleo de la teoría constructivista.

Los esquemas de la proporcionalidad

Supongamos que un niño, de viaje con su padre, se enfrente espontáneamente al problema de calcular el tiempo que necesitarían para recorrer una distancia de 860 km en la carretera, sabiendo que el coche ya ha recorrido 245km en 2 horas y 5 minutos (bajo la hipótesis, naturalmente, que la velocidad media sea la misma). Esta situación se refiere a varios esquemas de razonamiento posibles. Podemos utilizar la regla de tres, enseñada en todos los lugares del mundo y muy poco utilizada en situaciones ordinarias. Podemos calcular la distancia recorrida en una hora y dividir 860 por esta distancia. Podemos dividir 860 por 245 para encontrar cuántas veces habrá que conducir 2 horas y 5 minutos (relación entre dos medidas de misma naturaleza, en este caso, de distancias), observar que 2 horas y 5 minutos son 125 minutos, y que 125 es la mitad de 250, próximo a 245 minutos.  Esto permite evaluar la velocidad a 2km por minuto aproximadamente. Pero también podemos considerar que 245+245+245 son 735 y que los 125km que quedan para llegar a los 860km, son casi la mitad de 245.

Estas distintas maneras de proceder resultan de la elaboración de esquemas distintos relativos a la proporcionalidad y a la aproximación, que, de manera distinta, ponen en juego las propiedades de la linealidad (isomorfismo de la suma y multiplicación por un escalar), así como las de los coeficientes de proporcionalidad, que expresan unos cocientes de dimensiones (kilómetros por hora, kilómetros por minuto, coeficientes inversos de la velocidad). Estos esquemas están disponibles de forma desigual entre los alumnos. Pueden coexistir; su utilización depende entonces de su mayor o menor pertinencia en relación a las variables de la situación. La orientación hacia tal o cual manera de proceder se ve guiada por un esquema, que evalúa la posibilidad y el coste de cada proceso disponible, en la situación particular encontrada, particularmente según los valores numéricos.

Es interesante hacer un comentario teórico sobre la diferencia entre concepto-en-acción y teorema-en-acción. La búsqueda de la relación entre 860 y 245 se ve orientada por la idea según la cual se puede razonar con el teorema de isomorfismo f(ax) = af(x). Esta relación (a=860/245) es un número escalar, es decir un número sin dimensión, que expresa una relación entre dos distancias. Es un concepto-en-acción típico, pertinente para el razonamiento, pero no es un teorema-en-acción. Los teoremas tienen un valor de verdad (pueden ser verdaderos o falsos), mientras los conceptos no: sólo tienen un valor de pertinencia.

El ejemplo de la simetría: forma operatoria y forma predicativa del conocimiento 

Sólo hemos recorrido una parte del camino. La relación entre la forma operatoria del conocimiento (que permite actuar en una situación) y la forma predicativa (que consiste en enunciar relaciones de objetos entre si mismos) constituye la sucesión lógica de esta cuestión teórica. La complejidad no sólo reside en el hacer sino también en el decir. En los procesos de conceptualización, la enunciación es esencial. Entre las dificultades encontradas por los alumnos en el aprendizaje de las matemáticas, casi empatan, por una parte, la complejidad de situaciones y operaciones de pensamiento necesarias para resolverlas y, por otra parte, la complejidad de algunos enunciados y simbolismos matemáticos. Hasta tal punto que algunos investigadores atribuyen las dificultades matemáticas al lenguaje. Sin embargo, las matemáticas no son un lenguaje sino un conocimiento. Este asunto no está nada claro ni para los profesores, ni para psicólogos ni incluso para algunos matemáticos. Para subrayar la importancia del papel del lenguaje y de los procesos de enunciación y comprensión de los enunciados, voy a apoyarme sobre dos ejemplos de construcción de simetría de una figura, ambos contrastados tanto desde el punto de vista de los esquemas necesarios para la construcción como de los enunciados que podemos entender o producir en esta ocasión.


d

La primera figura corresponde a una situación susceptible de ser propuesta a alumnos de 8 a 10 años. Tienen que completar el dibujo de la fortaleza por simetría alrededor del eje vertical. La segunda figura corresponde a una situación clásica propuesta en Francia a alumnos de 12 años: construir el triángulo simétrico del triángulo ABC con respecto a d. En el primer caso, las dificultades gestuales no son totalmente despreciables puesto que hay que trazar un trazo justo debajo de la línea de puntos, ni más arriba, ni más abajo, y sabemos que no es fácil con una regla; lo mismo hay que hacer entre el punto de salida y el punto de llegada del trazo. Existen también reglas condicionales: por ejemplo “un cuadro a la izquierda de la figura ya dibujada, un cuadro a la derecha, en la parte que completar”, o también “dos cuadros hacia abajo en la parte izquierda, dos cuadros hacia abajo en la parte derecha”, o también “un cuadro a la derecha en la figura izquierda, un cuadro a la izquierda en la figura derecha” a partir de un punto de salida homólogo del punto de salida izquierdo.”

Estas reglas no son muy complejas: representan varios conceptos-en-acción y teoremas-en-acción relativos a la simetría y a la conservación de las longitudes y ángulos. Como todos los ángulos son rectos y  las longitudes se miden en unidades discretas (los cuadros), la dificultad es modesta.

En la segunda figura, el trazado, con los instrumentos habituales de dibujo (la regla, el compás, la escuadra), del triángulo A' B' C' simétrico del triángulo ABC en relación a la recta es mucho más complejo. En primer lugar, la reducción de la figura triangular a sus tres vértices, elementos necesarios y suficientes para el trazado del triángulo simétrico, es una abstracción no despreciable para algunos alumnos que “ven” la figura entera como una unidad que no se puede descomponer. Luego, si razonamos a partir de las propiedades de la mediatriz d de los segmentos AA' BB' y CC' que hay que construir, la conceptualización no es nada trivial: ¿por qué diablos construir un círculo de centro A e interesarse por los puntos de intersección con la recta d? Podemos naturalmente utilizar la escuadra para trazar la perpendicular a d pasando por A', trasladar la distancia entre A y la recta d del otro lado de d para determinar A', pero sin trazado inicial la concepción esta distancia como invariante no es tan evidente. Por lo tanto hay una importante ruptura conceptual entre la primera y la segunda situación, un salto epistemológico.

Quisiera demostrar ahora que los enunciados posibles relativos a la simetría están asimismo sujetos a importantes saltos. Veamos aquí cuatro enunciados que permiten demostrarlo.

1 la fortaleza es simétrica

2 el triángulo A'B'C' es simétrico del triángulo ABC en relación a la recta d

3 la simetría conserva las longitudes y ángulos

4 la simetría es una isometría

Entre el enunciado 1 y el enunciado 2, existe ya un cierto salto cualitativo: el adjetivo “simétrico”, apuntado “S” pasa del estatuto de predicado de un argumento, al de predicado de tres argumentos:


Entre el enunciado 2 y el enunciado 3, el predicado “simétrico” se transforma en objeto del pensamiento “la simetría”, a su vez dotado de propiedades: la conservación de las longitudes y la conservación de los ángulos. La operación lingüística de nominalización es en uno de los medios habituales de esta transformación de predicado en objetos. En los enunciados 1 y 2, la idea de simetría “S” es predicado (o más bien función proposicional); en el enunciado 3, se ha convertido en objeto (o argumento). La anotamos “s” conforme al simbolismo habitual de los especialistas de la lógica. La conservación de las longitudes y ángulos es entonces una propiedad de este nuevo objeto que es la simetría.


Cuando pasamos al enunciado 4, se efectúa una nueva transformación: la conservación de las longitudes y ángulos se a convertido a su vez en un objeto, “la isometría”, anotada “I”. Se afirma una relación entre el conjunto de simetrías y el conjunto de de las isometrías.


S C I

El significado del “la” de “la simetría” en los enunciados 3 y 4 es de un cuantificado universal. El significado del “la” de “la fortaleza” o de “la recta d” en los enunciados 1 y 2 es de un deíctico y de un singular: “ésta fortaleza”, “ésta recta”. La relación entre significados y significantes no es por lo tanto biunívoca, al menos en cuanto a las palabras.

Los textos matemáticos, los textos científicos, y los textos técnicos, y de manera más general los textos elaborados (filosofía y literatura) rebosan de esas variaciones de significados. Inevitablemente, la acumulación de rupturas en las formas operatorias y en las formas predicativas de los conocimientos matemáticos engendra dificultades para los alumnos. Los maestros aún tienen poca información acerca de estas rupturas.

DEFINICIONES DEL CONCEPTO DE ESQUEMA

Las siguientes definiciones se complementan entre ellas.

Definición 1: el esquema es una forma invariante de organización de la actividad y de la conducta para un tipo de situaciones determinadas.

Comentarios:

- el esquema no es un estereotipo: al contrario, permite la adaptación de la actividad y de la conducta a los valores tomados por las variables de situación. Lo invariante es la organización, y no la actividad o la conducta.

- El esquema se refiere a un tipo de situaciones; este tipo puede ser muy restringido o muy amplio. A lo largo del desarrollo cognitivo, un esquema tiene primero un alcance local que el sujeto tendrá que ampliar ulteriormente. Ya que se refiere a un tipo de situaciones, aunque pequeña, el esquema es universal en el sentido que podemos formalizarlo con reglas y conceptos que contienen cuantificadores universales.

Un esquema no suele ser un algoritmo. Ciertas formas de organización de la actividad matemática son efectivamente algoritmos: desembocan, en un número finito de pasos (efectividad), en el tratamiento de cualquier situación relativa al tipo referido. Los algoritmos son esquemas, sin embargo no todos los esquemas son algoritmos; podemos incluso añadir que algunos algoritmos pierden, a lo largo del aprendizaje o de la experiencia, algunas de sus características, particularmente su propiedad de efectividad: se pueden ver privados de su propiedad de desembocar de manera segura por errores o atajos. De esa manera, la incertidumbre sigue siendo una propiedad de los esquemas.

El análisis de los esquemas pasa inevitablemente por el análisis de las conductas, pero el esquema no es una conducta sino un constituyente de la representación cuya función consiste en engendrar la actividad y la conducta en situación. Debemos pues analizar los compuestos que hacen posible el funcionamiento del esquema. Este análisis permite una mejor comprensión de lo que distingue el esquema de los demás conceptos, con los que le podríamos confundir, tales como los conceptos de esquema, guión, trama, ... estos últimos se refieren a objetos, situaciones o escenas, sin embargo no tienen la función explícita de engendrar progresivamente la actividad.

Definición 2: los componentes del esquema: objetivo, reglas, invariantes operatorios, inferencias

El esquema es una totalidad dinámica funcional; su función consiste en esta totalidad en su conjunto, y no sólo de tal o cual componente. Sin embargo, el análisis de los componentes del esquema es esencial para la teoría, si queremos comprender cómo un esquema puede ser eficaz o no.

1- el objetivo, los sub-objetivos, las anticipaciones.

Este primer componente representa en el esquema lo que a veces llamamos la intención, el deseo, la motivación, la expectativa. Pero ninguno de estos conceptos es en sí mismo un esquema, ni siquiera está integrado en el concepto de esquema. Aunque la representación está compuesta por formas de organización de la actividad, y no sólo de imágenes, palabras y conceptos, es esencial integrar objetivo, intención y deseo en el propio concepto de esquema.

De la misma manera que los esquemas se componen y se decomponen jerárquicamente, como es el caso en los ejemplos evocados más arriba, el objetivo se divide en sub-objetivos y anticipaciones. Analicemos el ejemplo del salto con pértiga que ilustra bien la idea de organización secuencial y simultánea de la actividad.

-organización secuencial: carrera, clavada de la pértiga y elevación, ascensión última y paso del listón, caída;

-organización simultánea: gestos y movimientos coordinados de las distintas partes del cuerpo en el momento del franqueo del listón por ejemplo;

Los objetivos, sub-objetivos y anticipaciones preceden y acompañan al movimiento, y son el objeto, por parte del atleta, de un control casi permanente durante el desarrollo de la acción.

Se puede analizar el trazado de la media fortaleza más arriba evocado de la misma manera, como una organización secuencial y simultánea de la acción, de la toma de información y del control. Esto nos lleva al siguiente punto.

2-Las reglas de acción, toma de información y control.

Este componente constituye la parte generativa propia del esquema, engendra de manera progresiva el descenso temporal de la actividad; las reglas no sólo engendran la acción, sino la actividad entera, tanto las tomas de información y controles como las propias acciones materiales. El enfoque de la cognición mediante reglas de acción, tal como fue propuesto hace 40 años por Newell y Simon (1963) es, pues, insuficiente. Asimismo, las reglas no sólo engendran la conducta observable, sino una actividad entera no directamente observable, como las inferencias y la búsqueda en la memoria. Muchos investigadores se quedan cerca del behaviorismo por falta de reconocimiento de esas distintas funciones de reglas y procesos de regulación. El concepto de invariante es el que permite ir más allá en el análisis, precisamente porque introduce la cuestión de conceptualización.

3-los invariantes operatorios: concepto-en-acción y teorema-en-acción.

Los invariantes operatorios constituyen la parte más directamente epistémica del esquema. Su función consiste en identificar y reconocer objetos, sus propiedades, relaciones y transformaciones. La función principal es extraer y seleccionar la información pertinente e inferir las consecuencias útiles para la acción, el control y la toma de información subsiguiente. Hablamos entonces de una función de conceptualización e inferencia. Precisemos que este punto de vista se aleja totalmente de un modelo de tipo “información - acción”: los esquemas gestionan, en efecto, de manera entrelazada la sucesión de acciones, tomas de información y controles necesarios. La eficiencia se construye progresivamente.

La función de los “invariantes operatorios” es igual, en principio, a la del “sistema de conceptos” (sentido 3 más arriba evocado). Pero la presente terminología permite no prejuzgar el carácter explícito o no, consciente o no, de los conocimientos elaborados.

La no confusión de conceptos-en-acción y teorema-en-acción constituye un punto teórico importante, ya mencionado más arriba, en cuanto al concepto de relación escalar. Aunque el pensamiento es cálculo, tienen que existir en su funcionamiento elementos que se prestan a la inferencia, particularmente a las anticipaciones y predicciones, y a la producción de reglas. Sin embargo, los conceptos, ya sean objetos o predicados, no se prestan a si mismos a la inferencia porque no son susceptibles de verdad o falsedad, sino sólo de pertinencia o no pertinencia. No obstante, las inferencias van de lo verdadero a lo verdadero, más precisamente de lo que consideramos verdadero a lo que es razonable considerar verdadero. Una inferencia es mucho más que una asociación: el cálculo asociativo no permite por si sólo dar cuenta del funcionamiento del pensamiento. Las funciones proposicionales no son susceptibles de verdad o falsedad, puesto que contienen variables libres. Sólo las proposiciones pueden ser verdaderas o falsas. Por lo tanto, las proposiciones tienen que ser parte integrante del sistema de conocimientos evocados o evocables en situación, de manera que el sujeto comprometa en ello su actividad y sus razonamientos, aunque éstos fueran implícitos.

Por definición, un teorema-en-acción es una proposición considerada verdadera en la actividad. En realidad, el estudio del desarrollo de competencias a lo largo del aprendizaje o a lo largo de la experiencia, muestra que un mismo concepto puede, según el estado de su elaboración, ser asociado a teoremas más o menos numerosos, más o menos ricos, e incluso eventualmente falso. La serie de teoremas-en-acción susceptible de ser asociada al mismo concepto es generalmente muy grande, particularmente en las disciplinas científicas y técnicas, de manera que, declarar que tal sujeto ha entendido el concepto, a menudo no tiene sentido. Haría falta poder precisar qué teoremas-en-acción se pueden utilizar en tal o cual situación. Las inferencias son relaciones entre proposiciones, y están sometidas a metateóremas (o teorema de orden superior) como los silogismos aristotélicos, o la transitividad de las relaciones de orden: a>b y b<c => a>c. Por ejemplo, en una investigación muy antigua, había podido observar algoritmos espontáneos de niños pequeños de entre 4 años y medio y 8 años, en una situación en la que debían desbloquear barras encajadas. El primer algoritmo que surgió se basaba sobre el carácter antisimétrico de la relación de encajamiento: si la barra A está encajada en la barra B, la barra B no está encajada en la barra A, por lo tanto no hace falta tirar sobre las dos barras al mismo tiempo o alternativamente (eso hacen lo más pequeños). Hay que tirar la barra A antes de tirar la barra B. El segundo algoritmo observado con niños un poco más grandes consistía en razonar de manera transitiva: si hay que tirar la barra A antes de tirar la barra B, y la barra B antes de tirar la barra C, hay que tirar la barra A antes de tirar la barra C.

La relación entre teoremas y conceptos es naturalmente dialéctica, en el sentido que no hay teorema sin concepto y no hay concepto sin teorema. Metafóricamente se puede decir que los conceptos-en-acción son los ladrillos con los se fabrican los teoremas-en-acción, y que la única razón de existencia de los conceptos-en-acción es precisamente permitir la formación de teoremas-en-acción (proposiciones consideradas verdaderas), a partir de los que se hace posible la organización de la actividad y las inferencias. De manera recíproca, los teoremas son constitutivos de los conceptos puesto que, sin proposiciones consideradas verdaderas, los conceptos no tendrían sentido. Sin embargo es importante reconocer que un concepto-en-acción siempre está constituido de varios teoremas-en-acción, cuya formación se puede escalonar sobre un largo período de tiempo a lo largo de la experiencia y del desarrollo.

4. Las inferencias

Este último componente del esquema es indispensable para la teoría, precisamente porque la actividad en situación nunca es automática, sino que, al contrario, está regulada por las adaptaciones locales, los controles, los ajustes progresivos. Las inferencias están presentes en todas las actividades, porque nunca ocurre que una acción sea provocada por una situación estímulo y luego se desarrolle de manera totalmente automática, es decir sin control y sin nueva toma de información. Es posible en teoría, pero las observaciones muestran que sólo puede concernir a segmentos de actividad muy pequeños, cuya funcionalidad no viene de ellos solos sino de los esquemas de los que son parte integrante.

El carácter adaptable de los esquemas es esencial; significa que si queremos representarlos de manera formal, hay que referirse a reglas condicionales de tipo SI…ENTONCES…

SI…tal variable de situación tiene tal valor, y SI…tal otra variable de situación tiene tal valor…ENTONCES…la acción X, la toma de información Y, o el control Z tienen que efectuarse.

Naturalmente esta formalización es la del teórico, y no del mismo individuo, salvo excepciones: para el teórico las inferencias y las reglas casi siempre son implícitas, e incluso a menudo inconscientes. Las reglas de acción, de toma de información y de control son la traducción pragmática de los teoremas-en-acción: traducen principalmente el hecho de que las variables de situación pueden, en general, coger distintos valores, y que los sujetos están preparados para a adaptarse a estos distintos valores.

Sin estos cuatro componentes del esquema (objetivo, regla, invariante, inferencias) no se puede comprender totalmente la estructura de la actividad, así como su doble característica de ser a la vez sistemática y contingente:

-sistemática porque, en muchas situaciones, la actividad está sujetada a reglas unívocas. Es el caso, entre otros, de los algoritmos en matemáticas (las cuatro operaciones de la aritmética, la solución de algunas categorías de ecuaciones, la búsqueda del máximo común divisor o del  mínimo común múltiplo de dos números enteros), y para los procesos impuestos a los operadores en ciertos puestos de trabajo (pilotaje de aviones, de sistemas peligrosos como las centrales nucleares, fabricación de medicinas y vacunas).

-contingente porque, como acabamos de ver, las reglas engendran actividades y conductas diferentes según las situaciones en que se presentan. Esta contingencia de la actividad es aún más impresionante para las situaciones nuevas, cuando el sujeto no dispone de esquema preparado en su repertorio, y debe improvisar para enfrentarlo. La contingencia se convierte en oportunismo, y el sujeto busca una solución en todos sus recursos cognitivos, es decir en los esquemas anteriormente formados, susceptibles de abrir un camino hacia la búsqueda la solución. El ejemplo más arriba indicado de la colocación de datos es demostrativo.

De esta manera, gracias a la estrecha articulación de sus cuatro componentes, el concepto de esquema ofrece una respuesta teórica que ningún otro concepto de psicología cognitiva ofrece. Observamos también que, en la adaptación a nuevas situaciones (y por lo tanto a la resolución del problema), los invariantes operatorios aseguran una función esencial: o ya existen en los recursos del sujeto, y están descompuestos y recompuestos, o aún no existen, emergen en situación, y se van articulando con los invariantes anteriormente formados. La función de conceptualización por los invariantes operatorios es por lo tanto crucial para comprender que los esquemas son el lugar psicológico central de adaptación a la novedad, al igual que de la adaptación a la diversidad.

CONSECUENCIAS TEÓRICAS

Se pueden formular varias consecuencias a partir de lo se acaba de decir. Voy a resumirlas alrededor de tres temas.

Campo conceptual y zona de desarrollo próximo: Vygotski tuvo una idea fecunda cuando habló de zona de desarrollo próximo, pero no pudo dar ejemplos concretos ya que no disponía de una descripción y de un análisis suficientemente preciso de las situaciones y de las actividades referidas a tal zona, que, asimismo evoluciona permanentemente. Este análisis es, en efecto, esencial, y se apoya sobre los conceptos y teoremas solicitados y parcialmente disponibles. Un campo conceptual es un conjunto estructurado de tipos de situaciones, algunas más fácilmente asequibles que otras, precisamente porque se refieren a esquemas y teoremas-en-acción menos sofisticados. No se asocia un concepto a un solo tipo de situaciones, ni a un solo esquema, ni a un solo teorema-en-acción. Asimismo, un concepto no se forma solo sino en relación con otros: de esta manera, los conceptos de suma y resta se desarrollan juntos sobre un período largo de la escolaridad, en una gran variedad de situaciones, en relación con muchos otros conceptos: los de parte y de todo, de estado y transformación, de relación y descomposición de relaciones, de medida, de distancia, de abscisa, de translación, de número natural, de número relativo… Un campo conceptual es por lo tanto un conjunto de conceptos.

El desarrollo cognitivo está hecho de filiaciones y rupturas. El marco de campos conceptuales permite colocarlas unas a otras gracias a las ideas de situación, de esquema de teorema-en-acción. 

Significantes, significados e invariantes operatorios. No se puede confundir significantes y significados. Las palabras utilizadas cubren varias significaciones según la situación en la que nos encontremos. Pero, además, el sentido dado por el niño sólo corresponde parcialmente, y a veces para nada, al significado convencional de las palabras y de los enunciados, o a los significados que les da el maestro. Vytgotski teoriza convenientemente sobre este punto en el último capítulo de “Pensamiento y Lenguaje”, cuando se aleja de su primera definición del concepto, como “significado de las palabras”, para introducir la idea de “sentido”. Mientras Piaget solía declarar: “los sentidos son esquemas”. La teoría de los campos conceptuales permite llevar un complemento teórico: hay que distinguir significados de la lengua y concepto, porque la conceptualización empieza por la acción en situación, y la formación de los invariantes operatorios. Ellos son los responsables de la distancia entre sentido y significado. En otras palabras, son ingredientes esenciales de una teoría de la comunicación, igual que lo son para una teoría de la conceptualización y de la representación.

No hay homomorfismo directo, ni siquiera parcial entre lo real y la lengua, aunque ésta fuera científica.

Consciencia y toma de información. Los invariantes operatorios son la propia base de la intuición, con lo que contiene esta intuición de positivo y de obstáculos posibles. Como la experiencia del flujo de la consciencia nos proporciona una cierta idea de la representación, parcial e insuficiente, pero sin embargo esencial, está claro que la percepción es una representación. El concepto de invariante operatorio permite comprender la identificación de los objetos y de sus propiedades, con lo que esta identificación puede comportar de justo y erróneo, de objetivo y subjetivo. Acordémonos del ejemplo dado hace 70 años por Barlett de los tres paseantes en la montaña (un pintor, un geólogo y un especialista en botánica) que no ven lo mismo teniendo el mismo espectáculo de la naturaleza delante de sus ojos. Pero en el aprendizaje de las ciencias, particularmente las matemáticas, estamos abocados a acordar un lugar preponderante a la construcción de objetos para los que no existe información directa mediante la percepción. Los conceptos de número, de tamaño, de transformaciones geométricas, de cociente y producto de dimensiones, representan todos un salto en relación a la percepción. Sin la imaginación, la ciencia no existiría. El constructivismo es primero la posibilidad para los niños como para los sabios, de construir objetos de pensamiento hipotéticos que permiten que las propiedades de la acción y las informaciones sacadas de las situaciones sean coherentes; pero éstas están elaboradas, y a veces muy lejanas de la percepción, al igual que los conceptos de fuerza de Newton, de oxígeno de Lavoisier, de evolución de Darwin, de gen de Mendel, o de inconsciencia de Freud.  Tenemos que apoyarnos sobre la intuición y al mismo tiempo defendernos de ella. Asimismo, lo que resultaba de una construcción delicada para el niño de 5 años puede convertirse en un objeto de pensamiento para el niño de 8 años que ya no consigue tomar distancia con esta nueva evidencia. Existen muchas construcciones contraintuitivas en la ciencia. Es en este punto crucial donde se sitúa la toma de consciencia, y que la ayuda del maestro o de otra persona puede tener la función que Vygotski le atribuía en la zona de desarrollo próximo. El maestro dispone entonces de más posibilidades: la elección de las situaciones, el entrenamiento en la actividad, la ayuda a la selección de la información de los esquemas y de los variantes operatorios.


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