Kinakù , la lectura y la escritura como necesidad de ser y hacer.

Huejutla de Reyes, Hidalgo, es una ciudad pequeña en el corazón de la Huasteca, a ella llegué hace ya algunos años con la intención de ofrecer a mi familia un espacio más respirable para vivir, con un atraso en desarrollo de casi 20 años, este pequeño lugar ofrecía a los míos un mejor estado de salud pero no muchas oportunidades de desarrollo cultural.

Así, los domingos en la plaza no eran muy significativos, hasta que un día decidimos desarrollar “los domingos son de cuentos” e invadimos el Kiosco municipal. Cargando mis libros infantiles, y los que mediante la fuerza de ahorrar le compraba a mis hijos en la “Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil”  (los libros chinos, los rusos y los cubanos costaban en ese entonces, un peso) logré  organizar lo necesario para iniciar: acercar a la gente, motivar a niños y niñas, convencer a los padres y, después de la lectura, organizar alguna actividad divertida que resultara del argumento del libro.

Al verse un grupo de campesinos en la necesidad de establecerse en dicho kiosco para exigir atención a sus demandas, el proyecto fue cancelado y se que quienes más lo lamentaron fueron los boleros, personajes de la todas las  plazas que domingo a domingo estaban en primera fila. Sin recursos para iniciar una nueva empresa y sin patrocinio que creyera en la lectura, tardé dos años pensando en la factibilidad de poner al servicio de la gente un taller para el acercamiento a la lectura y la escritura.

Después de ese largo espacio de indecisión,  por fin, pude iniciar  impulsada por la motivación, respaldo y asesorìa de la Biblioteca Bunko Papalote de la ciudad de Xalapa Ver.  El Taller de lectura y escritura: Kinakù,   una propuesta de trabajo con niños y niñas de 8 meses de edad en adelante, con el único propósito de acercarlos de manera gustosa a los libros, a la lectura y la escritura. Iniciado en el año 2001 este taller cuenta con 6 grupos y en donde aproximadamente 30 niños acuden dos veces por semana en sesiones de 45 min. Cada una.

La experiencia presentada, no pretende hablar de nuevas metodologías, sino tiene la intención de describir como en un lugar tan adverso a este tipo de iniciativas (todavía existen en las escuelas de la región un 90% de prácticas, alejadas de un enfoque no solo literario, sino básicamente comunicativo y funcional), El Taller Kinakù haya podido florecer y darme la oportunidad de ser testigo de la formación de lectores y escritores, lectoras y escritoras, por placer.

El caso de José de Jesús.

José como le llamo, fue el primer participante, tenía  11 meses de edad y sus padres trabajadores administrativos del Seguro Social, llegaron con él formando parte del primer grupo de padre (solo el de José acudía [1] y madres que iniciaban esta experiencia con sus chiquitos y chiquitas de menos de dos años.

El trabajo de los padres de familia es fundamental, pues al dar un espacio en su vida para  lectura, la conversación sobre los libros, la adquisición de algunos, el cuidado a los préstamos de la biblioteca,  Demuestran la importancia que para sus hijos o hijas es, acercarse a los libros.

Las sesiones comienzan siempre con la exploración de materiales con el propósito de que los participantes los reconozcan, pero además que comiencen a tener un espacio individual e independiente para la lectura. En ocasiones, es también el momento en que deciden elegir el libro que se llevarán a casa.

El espacio físico del taller es de dos aulas una adecuada para que niños, niñas y adultos se instalen en un tapete de forma cómoda, la otra para el trabajo de escritura, en donde se encuentra diferentes materiales, incluyendo una computadora. Cuenta con 500 títulos aproximadamente colocados en canastas para los más pequeños y en “revisteros” para los mayores.

Después de la exploración viene la lectura en voz alta, para después realizar alguna actividad dirigida diseñada pensando en el contenido del libro leído. Una vez concluida la actividad, aparecen en escena los juguetes para que de manera espontánea se organicen e interactúen.

La sesión se cierra con la selección del libro para préstamo a domicilio y su consecuente registro.

José no ha dejado de acudir, y lleva el record de asistencia, pero, ¿Qué que se ha desarrollado en él en comparación de otros niños cercanos, según su familia y sus maestras?

  • Vocabulario: no tardó en hablar y expresar sus sentimientos.
  • Capacidad de narración: a los dos años podía entretener a cualquiera contando las historias del libro que había leído en el taller o en casa.
  • Observación: estados de ánimo, colores y formas no pasan desapercibidos.
  • Interés por la lectura: al ingreso al jardín de niños cuando cumplió  tres años, su área favorita era el rincón de lectura y si la maestra lo requería, podía apoyarle “leyendo” un libro a alguno de sus compañeros.
  • Cuidado y preservación de los acervos: pasar la página, no rayarlos, no romperlos.
  • Sentido de solidaridad y compañerismo: compartir lo que lee, compartir material, esperar turno para usarlo.

El caso de Citlalli

Citlalli llegó al taller con su mamá cuando solo tenía 6 meses de edad,  su hermana Norma Alicia participaba en el grupo de preescolar desde cuatro meses antes. Siempre seria, poco expresiva, Citlalli enseguida demostró mayor independencia que la que su hermana, tres años mayor que ella, tenía. Mientras Norma lloró las primeras veces que se quedó sola,  Citlalli, en cuanto cumplió el año y medio no tuvo ningún problema en lograr autonomía junto a sus compañeros (casi siempre domina en su grupo los varones) que ya tenían dos años.

Citalli sabía  al año y medio la diferencia entre dibujo y escritura, señalando con su pequeño dedo “donde dice” y “donde esta”; a los dos años,  usando la hipótesis de oposición [2] , escribía nombres a sus dibujos, y ahora, con apenas tres años es capaz de argumentarle a sus compañeros de cinco que si pueden leer, por que las imágenes también se leen. Por otra parte su escritura esta basada un grupo de grafías que ella domina y que va presentando en diferente orden según sea el caso.

Estos ejemplos, insisto, solo pretenden ilustrar la necesidad que existe de que el desarrollo de la lengua escrita sea tomado con mayor seriedad sobre todo en los espacios públicos y privados de ciudades tan alejadas como la mía.

A través de experiencias como estas, he comprendido que la importancia no radica en lo novedoso de la propuesta sino en la actitud que se tenga hacia los procesos de desarrollo lector y de escritura de los pequeños y pequeñas, en la importancia que tiene hacer visible a los ojos de papá y mamá  dicha evolución, pero sobre todo hacerlos partícipes. El trabaja en Kinakù me ha ayudado a comprobar que el desarrollo de un lector o lectora, así como el de un escritor o escritora, no es inherente ni a la edad ni a la escolaridad, es a partir del contacto íntimo con la lengua escrita cuando se logran que afloren los sentimientos más diversos a través de la palabra escrita que se nos da la posibilidad de iniciar con dicho desarrollo.

Queda como ejemplo de ello, la escena en donde ,Rodrigo de 8 meses, llegando a la canasta ha buscar no cualquier libro sino “ese libro “ el que le llena, el que hace suyo, el mismo libro, la de Fernanda, llorando si a “su libro” se le guarda en la bolsita por que a “su libro” lo lleva ella bajo el brazo,  la de  la casa de Gustavo cuando hubo necesidad, a partir de su nuevo interés por los libros que no había aparecido durante su corta escolaridad preescolar y primero de primaria, de remodelarla para construir un espacio acogedor para la lectura, la de Adán de cinco años habido de saber como se escribe tal o cual palabra,  o por ultimo,  cuando Ángel de 6 años, declara satisfecho que ya sabe que le pedirá esta vez a Santa Claus: “Muchos libros”.

Un factor muy importante en estos resultados es el de concebir la lectura en voz alta como una herramienta básica para acercar a las personas a los libros. Crear un clima real de confianza, autonomía, respeto y de atención personal. Cada niño y niña tienen sus propios gustos, temores, ideas, que deben ser respetadas por los adultos. Seleccionar un libro, poner atención, integrarse a las actividades son acciones que no se pueden imponer. Como lectora de literatura infantil no concibo nada más satisfactorio que el escuchar a alguien leer entregando todo su ser al hacerlo, en una relación amorosa que conjuga, la voz, el texto, el yo.

Para la escritura, cualquier pretexto es bueno, basta decir que cada libro leído nos puede proporcionar, miles de ideas al respecto, aquí lo importante es marcar la diferencia entre la escritura obligatoria de la escuela y la que se realiza atendiendo a una invitación, en la que no hay presiones, ni ayudas innecesarias, en la que hay seguridad de que el resultado puede ser factible a mejorar pero no será nunca enjuiciado, esa escritura en donde siempre será necesario la colaboración de otro para ayudarnos a enriquecerla o detectar fallas.

En estos cinco años, he constatado la adquisición de la lectura y la escritura gustosa de muchos niños y he aprendido junto ha ellos el valor de la imagen, de la ilustración, hemos viajado juntos por el camino  que la literatura ofrece para hacer de nosotros un mejor ser.

He podido elaborar, un fichero de actividades para ese acercamiento importantísimo a la lengua escrita desde los primeros años y, conjugando mi trabajo en el taller con el de asesora en un centro de maestros, en este ciclo escolar iniciar su difusión. Este material esta alejado de cualquier oferta que reduce a la escritura a una habilidad motora, sin tratar de ofrecer “recetas” estas propuestas sirven como orientación del trabajo que entorno a esta materia se debe realizar en las escuelas de educación infantil.

Trasladar el acercamiento gustoso a los libros, a la lectura y la escritura al espacio que ocupa la escuela es nuestra intención, por lo que el taller siempre estará abierto a todo tipo de propuestas. Kinakù ofrece entonces la oportunidad de satisfacer la necesidad de hacer con la lengua escrita,  y ser el lector y escritor, lectora y escritora que deseamos.


[1] Es una regiòn en donde los roles son muy marcados.

[2] “...En un principio la escritura pasa por una etapa en la cual los niños delimitan lo escrito dentro del universo de las marcas gráficas en general. El interés de los pequeños está dirigido a lograr la diferenciación entre lo icónico y lo no icónico, el dibujo y “lo que no es dibujo” respectivamente. La escritura para el niño es algo “opuesto a”, es todo lo que no es dibujo, y del cual puede incluso desconocer la denominación (inicialmente el niño puede referirse a la escritura, por ejemplo, diciendo pintar, copiar, o hacer nombres)...”. Tomado de ¿Qué saben las niñas y los niños pequeños de la escritura? De Rosa M. Belles. En Carvajal Pérez Francisco, Ramos García Joaquín (coords.) ¿Enseñar o aprender a escribir y leer? I Aspectos teóricos del proceso de construcción significativa, funcional y compartida del código escrito. M.C.E.P. Sevilla 2000 pp. 71 - 90

REFERENCIAS BIBLIOGRÀFICAS:

q Ayora Vázquez Analuci, Semillitas de escritoras, semillitas de escritores. Estrategias didácticas, 2003.

q Bautista San Juan Facundo, Ayora Vázquez Analuci, Curso estatal de actualización Potenciemos la formación de escritoras y escritores desde la educación preescolar, Coord. Estatal de Act. Hidalgo, México, 2003.

q Burns M. Susan, comp, Un buen comienzo, F.C.E., México, 2000.

q Ferreiro Emilia, Alfabetización teoría y práctica, Siglo XXI, México, 1998.

q Teberosky Ana, Aprendiendo a escribir, Multimedios, 2001.

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