

La respiración
es nuestra fuente de energía más básica y una función
vital de nuestro organismo. Lamentablemente, no nos han enseñado a respirar
correctamente en la infancia, por eso hemos ido adquiriendo hábitos respiratorios
negativos. La mayoría de adultos respiramos mal y al desconocer nuestros
potenciales respiratorios, no los aprovechamos.
Aprendiendo
a respirar puedes evitar respiraciones arrítmicas, espasmódicas,
superficiales y por la boca. La respiración nasal filtra y calienta el
aire, evita trastornos de las vías respiratorias y, cuando es pausada
y regular, efectúa una acción balsámica para el sistema
nervioso. Por el contrario, la respiración bucal incorrecta supone alteraciones
en el sistema nervioso, provocando tensiones físicas y emocionales.
Para comenzar
la educación, o reeducación respiratoria, es necesario que vigiles
de forma atenta y que intervengas directamente para regularla sin esfuerzo.
Familiarizarte con los ejercicios respiratorios te reportará muchos beneficios
inmediatos, pero además supondrá una base idónea para cuando
inicies el curso de preparación para el parto.
ALGUNOS
BENEFICIOS DE LA RESPIRACIÓN CORRECTA
- Mejora la circulación
sanguínea y regula la acción del corazón.
- Previene trastornos
del aparato respiratorio.
- Aumenta la
capacidad de los pulmones.
- Equilibra
el sistema nervioso autónomo.
- Estimula el
metabolismo. Equilibra la función hormonal.
- Evita contracturas
musculares.
- Colabora a
alcanzar el equilibrio emocional.
- Intensifica
la capacidad de concentración y combate la dispersión mental.
- Equilibra
el sistema nervioso.
- Estabiliza
el carácter.
- Incrementa
el flujo de energía.
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Los ejercicios
que te proponemos los puedes practicar desde el comienzo del embarazo. Cualquier
momento del día es adecuado y, cuantas más veces los practiques,
mucho mejor. Siempre debes inspirar por la nariz y expulsar el aire por la boca.
La respiración
es un elemento fundamental durante el parto. Respirar adecuadamente garantiza
una correcta oxigenación del organismo en los momentos de máximo
esfuerzo. Entre contracción y contracción, los ejercicios respiratorios
propician la recuperación de fuerzas y favorecen la relajación.
De este modo se beneficia al bebé aportándole el oxígeno
necesario.
- Para
tomar conciencia de la respiración, túmbate en el suelo y coloca
las piernas sobre el asiento de una silla de forma que la flexión de
las rodillas forme un ángulo recto. Coloca las manos sobre la tripa
y toma aire por la nariz mientras notas como se hincha el abdomen.
- Cierra
los ojos, coloca el dedo índice y el pulgar junto a las aletas de la
nariz, sin presionar. La otra mano sitúala sobre el abdomen. Inspira
lentamente, nota como se hincha la nariz y el abdomen. Espira por la boca
mientras observas como se deshincha el abdomen. Repite varias veces para tomar
conciencia de la respiración.
- Sentada
con la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo y los brazos cruzados sobre
el pecho, expulsa el aire por la boca. Al concluir la espiración, abre
los brazos hacia los lados, tomando aire por la nariz mientras expandes el
tórax sin curvar mucho la espalda. Nota como se hincha el abdomen y
después el pecho. Vuelve a la posición original mientras expulsas
el aire por la boca.
-
Sentada,
con las piernas cruzadas y la espalda recta, cruza las manos a la altura
del abdomen y expulsa lentamente el aire por la boca notando como se vacían
los pulmones y llevando los músculos abdominales hacia la columna.
- Sube
las manos cruzadas hasta la altura del pecho mientras inspiras profundamente
por la nariz. Nota como se hincha el abdomen y se eleva el pecho.
- Ahora
expulsa el aire lentamente por la boca mientras estiras los brazos a la altura
de los hombros con las manos cruzadas y las palmas hacia fuera.
- Esta
vez inspira por la nariz elevando los brazos estirados, con las manos cruzadas,
por encima de la cabeza. Nota como se hincha el pecho.
-
Por
último, expulsa el aire lentamente por la boca al tiempo que separas
los brazos y los colocas en cruz.
-
Repite
varias veces toda la serie anterior.
-
Sentada
con las manos en las caderas y la espalda recta, toma aire por la nariz
mientras inclinas ligeramente el tronco hacia un lado. Vuelve a colocar
el tronco recto mientras expulsas el aire por la boca. Repite varias veces
el ejercicio alternando los lados hacia los que inclinas el tronco.
