¿Te ilusiona hacer compras para el bebé?. Seguramente a lo largo de los últimos meses has ido comprando algunas ropitas o habrás recibido regalos de familiares y amigos. No obstante, parece que últimamente mirar catálogos, ir de tiendas, preparar el cuarto del bebé, etc., se convierten en algunas de tus actividades preferidas y tienes la sensación de que te faltará tiempo para tenerlo todo a punto.

Esa necesidad de prepararlo todo para la llegada del bebé se conoce como “síndrome del nido”. También en esta actitud las hormonas tienen alguna responsabilidad. La corteza suprarrenal produce adrenalina que se encarga de acelerar el ritmo cardíaco y la respiración para que se ajusten a las nuevas necesidades del organismo. Al mismo tiempo, esta hormona ejerce una función estimulante y euforizante, de ahí esa energía renovada que te invade.

Si no lo ha hecho ya, es probable que el bebé se coloque con la cabeza hacia abajo y, cuando esto ocurra, será normal que sientas algún dolor difuso o contracción aislada en la parte baja del abdomen. El bebé cada vez se mueve menos porque dispone de poco espacio. Las molestias de los últimos meses, como el dolor de espalda, la acidez de estómago, la pesadez en las piernas, el estreñimiento, etc., se acentúan debido al sobreesfuerzo del organismo.

A partir de ahora los controles médicos serán más frecuentes. En estos controles te practicarán tactos vaginales para evaluar la consistencia y la apertura del cuello del útero, también un registro cardiotocográfico con el objetivo de conocer el pulso del bebé y observar si existen contracciones.

Si tu médico sospechara que tu pelvis es estrecha o el bebé demasiado grande, realizaría una radiopelvimetría, Con este examen radiológico, el médico podría hacer una valoración exacta del tamaño de la pelvis y, en función de la posición del bebé y la placenta, decidiría si el parto podría realizarse por vía vaginal o mediante cesárea. Los huesos de la pelvis no se dilatan y el bebé tendrá que pasar por ese espacio.

Alrededor de la semana 36, si tu médico lo estima oportuno, te harán una citología para constatar que no existen gérmenes que puedan infectar al bebé al atravesar el canal del parto.

Varices

En estos últimos meses de la gestación probablemente sentirás cansancio, pesadez, hinchazón, hormigueo, e incluso picor en las piernas. Es conveniente que consultes con tu médico, él te indicará las medidas a tomar para prevenir la aparición de varices, y si ya las tienes, te recomendará como tratarlas adecuadamente.

Las varices son venas dilatadas por la debilidad de las paredes venosas o porque las válvulas no funcionan con normalidad. Estas válvulas son las encargadas de que la sangre de retorno vuelva al corazón luchando contra la fuerza de la gravedad. En el retorno sanguíneo, el corazón no succiona la sangre, de forma que debe subir hacia arriba principalmente gracias a la presión que ejercen los músculos y a las válvulas que impiden que la sangre regrese hacia abajo.

Durante la gestación, los factores genéticos predisponen para la aparición de varices, también el aumento de progesterona disminuye el tono de las venas que se dilatan para acoger mayor caudal sanguíneo y esto predispone a padecer varices y hemorroides. Pero existen otros motivos que pueden suponer la causa del problema, el más importante en este último trimestre es el aumento de tamaño del útero y del bebé que pueden presionar las venas iliacas y la vena cava.

Para favorecer la circulación sanguínea y atenuar las molestias, conviene que camines una hora diariamente, que practiques natación u otro deporte suave, o realiza una tabla de gimnasia adecuada con regularidad. Al caminar y movilizar las piernas fortaleces los músculos que producen el bombeo de la sangre. Una forma de vida sedentaria dificulta el impulso venoso y la sangre se acumula en las venas de las extremidades. El anhídrido carbónico y los residuos que contiene esta sangre se van acumulando en los tejidos y se producen las molestias de las que hemos hablado anteriormente.

Procura no mantener una postura estática mucho tiempo. Si debes estar de pie, siéntate con las piernas en alto unos minutos cada hora como mínimo. Si, por el contrario, debes permanecer sentada, pasea unos minutos cada hora. Evita cruzar las piernas, flexiona los tobillos y las rodillas con frecuencia y mueve los pies dentro de los zapatos

Sigue una dieta equilibrada, con alimentos ricos en fibra como la verdura y la fruta, y que además te ayuden a eliminar líquidos como los espárragos, las alcachofas, la piña, etc.

Evita la ropa muy ajustada y utiliza calzado cómodo. Las medias de compresión son muy útiles porque presionan las venas evitando el exceso de dilatación, favorecen la elasticidad y la presión ayuda a la función muscular. Consulta con tu médico para que te recomiende el tipo de compresión que más te conviene y recuerda siempre colocar las piernas en alto unos minutos antes de ponerte las medias.

El médico también puede aconsejarte sobre la conveniencia de utilizar alguna loción tónica o gel frío específicos para piernas cansadas.

Recuerda finalizar la ducha con agua de templada a fría desde los pies hasta las rodilla. El agua fría contrae los vasos sanguíneos, fortalece las paredes de las venas y estimula el retorno venoso. Concluido el aseo, utiliza la loción o gel prescrito por el médico.

Evita el calor directo en las piernas. No tomes baños con la temperatura elevada, tampoco te coloques cerca de estufas y radiadores y no te depiles con cera caliente.

El masaje profesional, sobre todo el drenaje linfático, favorece la circulación y estimula el sistema inmunológico. Consulta a tu médico la conveniencia de recibir este tipo de masajes.

Para activar la circulación sanguínea de las piernas, en cualquier momento y situación, inspira profundamente por la nariz y expulsa el aire por la boca mientras practicas los siguientes ejercicios:

Se hinchan las manos y los pies

Es normal que notes las manos y los pies hinchados. Como de costumbre, la responsable es una hormona. Las glándulas suprarrenales producen aldosterona, sustancia que se encarga de retener el sodio y eliminar el potasio para que no le falten líquidos a tu organismo. El incremento de aldosterona provoca un aumento del volumen de los tejidos y da lugar al edema o inflamación, sobre todo de las extremidades. Estos cambios son responsables del cansancio y pesadez que sientes en las piernas, pero también produce la hidratación y el aspecto radiante de tu piel.

La hinchazón mejora normalmente con el descanso, pero hay algunas circunstancias que debes observar. Si la hinchazón se localiza en cara y manos, controla tu tensión y si supera 14 mmHg – 9 mmHg, acude a tu médico. La hipertensión, unida al exceso de retención de líquidos y a la presencia anormal de proteínas en la orina son síntomas de complicación que requieren intervención médica, sobre todo si además sufres dolor de cabeza intenso o alguna alteración visual.

Acidez y pesadez de estómago

Una de las misiones de la progesterona es relajar el útero, impidiendo que se contraiga y expulse al bebé antes de tiempo; pero también tiene otros efectos menos deseables como la relajación de las paredes del intestino o del anillo que une el estómago con el esófago. Esto provoca la lentitud de las digestiones, que los jugos gástricos y la comida asciendan a la boca, que sufras estreñimientos, que se acumulen gases, etc. Los ardores que sientes no tienen nada que ver con la cantidad de pelo del bebé como dice la creencia popular.

Molestias al respirar

El útero, por su tamaño actual, oprime el diafragma y los pulmones, por eso te resulta difícil realizar la respiración profunda. Recuerda y realiza las respiraciones que has aprendido en las sesiones de preparación para el parto.

Cuida el estreñimiento

Como en meses anteriores, sufre una disminución de la movilidad gastrointestinal debida a la presión que ejerce el útero sobre el aparato digestivo y por causas hormonales. Es muy importante que intentes corregirlo para no sufrir las indeseables consecuencias.

Hemorroides

El mejor modo de prevenir su aparición es evitar el estreñimiento y procurar buena circulación sanguínea en la zona.