Después de realizar el ejercicio de relajación, durante unos minutos, cierra los ojos y trata de visualizar al bebé. Coloca las manos sobre el abdomen e imagina su cuerpecito mientras lo acaricias con tus manos. Imagina su cabeza y acaríciala. Observa los delicados rasgos de su cara y como mueve los párpados tratando de ver dentro del tibio líquido amniótico. Fíjate en su boquita, como se abre y se cierra. Visualiza como acaricias los deditos de sus pies y de sus manos.

¿Se mueve el bebé en este momento?. Sus movimientos, ¿son lentos y suaves?. El se está comunicando contigo a través de sus movimientos, te dice lo feliz que es al sentirse querido y deseado.

Inspira lenta y profundamente y expulsa el aire. Imagina como los movimientos de tu respiración mecen su cuerpo. Siente el latido de tu corazón e imagina que el corazón del bebé late al mismo ritmo. Acaríciale a través de la pared del abdomen y háblale de tus sentimientos.