Igual que tu sientes los movimientos del bebé, él siente las caricias de la mano en la pared abdominal. Cuando sientas moverse al bebé y dispongas de unos minutos, siéntate cómodamente y acaricia con las dos manos la zona que va desde el ombligo hasta el nacimiento de los pechos. Haz toques largos y lentos. También describe círculos amplios que abarquen toda esa zona.

Mientras acaricias al bebé puedes hablarle con ternura, cántale alguna canción de cuna o, si lo prefieres, escucha alguna melodía relajante de fondo.

La participación del padre en ésta, como en todas las actividades, ayudará a establecer el vínculo emocional y a que tú te sientas más mimada.

Si realizas la actividad anterior después de hacer el ejercicio de relajación, cuando acaricies el abdomen cierra los ojos e imagina el cuerpo del bebe. Crea una imagen mental como si tus manos fueran un escáner y siente como acaricias su cabecita, la carita, el pecho, los brazos, la manitas,... Imagina que sonríe con dulzura a tus caricias mientras recorres su espalda, sus piernas,... Permite que todo el amor que sientes llegue al bebé a través de tus manos. Disfruta plenamente de ese momento de comunicación especial y después, poco a poco, continua los movimientos de las manos a un par de centímetros de la piel. Por ultimo, abre los ojos y toma conciencia de la realidad del entorno y de los sentimientos y emociones que has experimentado.

¿ Sabias que muchos estudios antropológicos confirman que las sociedades donde frecuentemente se dan masajes y se tiene a los bebés en brazos son más cooperativas, pacíficas y solidarias, y la vida en ellas es más cordial y menos violenta?.

Una estimulación táctil extra, en forma de masaje suave y afectuoso, favorece la capacidad de responder y de relajarse del bebé, le hace sentirse querido y desarrolla la zona táctil de su corteza cerebral.