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Paulina y la bosla rosa
De Laura Miqueleiz (de Nuevos Productos)



¡Que bien! ¡Al pinar!- dijo Paulina muy animada.

Paulina estaba de vacaciones en el pueblo de la abuela Carmen y había decidido pasar la tarde sola en el pinar. Su madre le había dado permiso tras hablar con ella por teléfono.

Su abuela le preparó un bocadillo de salchichón, una manzana y una cantimplora llena agua y los guardó dentro de una bolsa de plástico rosa. Paulina metió la bolsa en su mochila junto con un tebeo. Nunca salía de casa sin algo para leer. Lo que más le gustaba del mundo eran los tebeos y los cuentos. Bueno, también le gustaban mucho las albóndigas, pero ….¡Las albóndigas no se puede leer!

Así que salió de casa y se dirigió al pinar. Primero a la derecha, luego a la izquierda y de nuevo a la izquierda. Por el camino saludó a María, a Manuela y a Juan, los vecinos de su abuela con quienes solía tomar la fresca en las noches de verano.

¡Que bien huele! – fue lo primero que dijo Paulina al llegar al pinar.

Buscó un pino grande, se sentó, sacó su merienda y se puso a leer su tebeo mientras comía. Cuando acabó la merienda, recogió todo y volvió a casa de la abuela. ¿Todo? ¡Todo menos la bolsa de plástico rosa que quedó olvidada detrás del tronco!

Al día siguiente, mientras daba un paseo con su abuela, Paulina vio a un pajarillo que no podía volar porque tenía enganchada una bolsa rosa en sus patas.

¡Oh! – Exclamó -¡Ayer dejé olvidada la bolsa rosa y ahora no le deja volar al pajarillo!

Finalmente, el pajarillo se removió, pudo deshacerse de la bolsa y salió volando.

Desde entonces, y al ver los problemas que causó la bolsa al pajarillo, Paulina siempre se asegura bien de no dejar ningún tipo de basura cuando sale por el pinar, por el monte o por la ciudad, porque sabe que la basura estropea y no deja crecer a los animales ni a las plantas.

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