LA FAMILIA EN LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA

1.1. La familia ¿Cómo entender el concepto?

La familia es el grupo humano primario más importante en la vida del hombre, la institución más estable de la historia de la humanidad. El hombre vive en familia, aquella en la que nace, y, posteriormente, la que el mismo crea. Es innegable que, cada hombre o mujer, al unirse como pareja, aportan a la familia recién creada su manera de pensar, sus valores y actitudes; trasmiten luego a sus hijos los modos de actuar con los objetos, formas de relación con las personas, normas de comportamiento social, que reflejan mucho de lo que ellos mismos en su temprana niñez y durante toda la vida, aprendieron e hicieron suyos en sus respectivas familias, para así crear un ciclo que vuelve a repetirse.

Algunos científicos, varios de ellos antropólogos, afirman que las funciones que cumple la familia, persisten y persistirán a través de todos los tiempos, pues esta forma de organización es propia de la especie humana, le es inherente al hombre, por su doble condición de SER individual y SER social y, de forma natural requiere de éste, su grupo primario de origen.

La familia como grupo social representa los valores de la sociedad y desempeña un papel muy importante en la formación de las nuevas generaciones.

La definición estructural de la familia agrupa criterios diferentes: el consanguíneo, el cohabitacional y el afectivo. De estos, la Dra. Patricia Arés Muzio, en su libro "Mi familia es así", distingue tres conceptos fundamentales:

Familia: Son todas aquellas personas con vínculos conyugales o consanguíneos. Esta definición destaca los vínculos de parentesco, resultando la ontogénesis de la familia.

En este sentido, de acuerdo a la cercanía del vínculo se definen las llamadas familias nucleares (constituidas por padres e hijos) y las familias extendidas (incluyen además otros miembros).

Familia: Son todas aquellas personas que cohabitan bajo un mismo techo, unidos por constantes espacio - temporales. Esta definición enfatiza en el marco de referencia medio - ambiental más próximo a la persona, denominado en términos populares como el hogar.

Familia: Son todas aquellas personas que tienen un núcleo de relaciones afectivas estables. Lo principal en este caso es el grado de vínculos afectivos.

La diversidad de definiciones plantea una lógica reflexión y sitúa a los educadores ante la disyuntiva de precisar ¿cuál es el contexto referencial familiar más decisivo para el desarrollo emocional del niño?

La reflexión va más allá de los aspectos que definen el abarque del término familia y accede a valorar en su justa dimensión, el carácter histórico de esta categoría, que hace necesario tener presente un enfoque psicosocial para comprender la magnitud de su alcance.

La amplia y compleja serie de variables que intervienen, tanto en el proceso de constitución de una nueva unidad familiar, como en su posterior evolución y desarrollo demográfico, económico y social, permite detectar la riqueza de matices y aspectos a tener en cuenta en el estudio de la familia.

Otro aspecto a considerar es el carácter evolutivo de la familia. Se trata no de una formación estática, sino de un grupo en constante proceso de transformación. Por tanto, la familia no solo está condicionada por el tipo de sistema social imperante, sino que dentro del mismo, sus características varían de una etapa histórica a otra. A su vez, en el ámbito individual, las particularidades de los conflictos familiares cambian de una familia a otra y ello depende del tipo de familia y del estadio del ciclo de vida de sus integrantes.

Es importante reconocer que el desarrollo familiar puede analizarse tanto a un macro nivel como a un micro nivel como señala J. Potrony en su libro "La familia humana".

Macro Nivel
Micro Nivel
Considera la evolución de la familia en un contexto histórico amplio, es decir, en calidad de institución social. Las contradicciones que se manifiestan, reflejan en gran medida las particularidades propias de la sociedad en una etapa histórica concreta de su desarrollo.
El desarrollo de la familia como pequeño grupo social, está determinado por el tipo específico de relaciones familiares que se forman en un marco social determinado. Además, como pequeño grupo social, la familia funciona en correspondencia con sus propias regularidades internas.


A partir de lo expuesto es fácil comprender que no son equiparables la naturaleza de los conflictos familiares en sociedades ideológicamente distintas, y, a su vez, son diferentes las características socio - psicológicas de las familias aun en diferentes países bajo el mismo régimen social, por razones étnicas, culturales, económicas y políticas.

No es menos cierto que las familias, aun en un mismo país están en continuo proceso de transformación, de acuerdo al grado de desarrollo alcanzado por el mismo y, además, es bueno destacar que la naturaleza de los problemas familiares difieren de una familia a otra, en concordancia con sus propias regularidades sociopsicológicas y de la etapa de desarrollo en que se encuentran sus integrantes.

1.2. La familia como agente socializador

Se lee con frecuencia que la familia hace su aporte al proceso de socialización. ¿En qué pensamos cuando mencionamos este concepto? Para responder asumimos íntegramente lo planteado por la Dra. Amelia Amador Martínez en su obra "Socialización y educación de la personalidad: una mirada a la teoría y a la familia", consideramos que un importante punto de partida se refiere al enfoque del proceso de socialización y los principales agentes socializadores y su papel en la educación de la personalidad de las jóvenes generaciones, el carácter activo de ambos polos: agentes socializadores y sujetos de socialización, vistos en comunicación y diálogo, así como la concepción del desarrollo infantil integral y por tanto la acción también integral que deben tener todos los factores que actúan sobre él.

En esta trama de relaciones y vínculos, interacciones e interrelaciones en que se mueve el hombre, ser social desde que nace, se destaca la importancia de la educación como núcleo del proceso socializador, entendida no como la acción aislada de la escuela, sino en el sentido más amplio de acciones de preparación del hombre para la vida en los distintos ámbitos en que se desenvuelve y desarrolla.

Los estudios sobre el comportamiento del sujeto en el medio social o sea los relativos a la socialización del individuo, fueron iniciados por G. Tarde, E. Durkheim, J. Piaget, H. Wallon, entre otros. La permanente búsqueda por estos y otros investigadores de explicaciones sobre lo que tiene lugar al producirse los intercambios del individuo con la sociedad, sentó bases importantes para contar hoy en día con conocimientos sistematizados sobre el problema de la socialización.

La socialización, como ya señalamos no es algo que ocurre de modo abstracto para dar lugar al desarrollo del individuo, sino se subraya, la condición material que caracteriza el entorno social que envuelve al sujeto, que resulta imprescindible para que pueda transformarse como ser humano.

Ahora bien la influencia del medio social no prescinde del dinamismo del sujeto o sea, de su actividad, aspecto determinante para comprender justamente lo que acontece en la relación individuo ? sociedad.

El valor fundamental que tiene el estudio del proceso de socialización es conocer el papel que juegan los factores sociales y las vías que permiten al sujeto vincularse a ellos. Otro aspecto importante de la socialización es cómo se aprenden los contenidos sociales.

Son muchas y diversas las definiciones sobre socialización y también la aceptación de cuáles son los principales agentes que la llevan a cabo.

Para I. S. Kon, la socialización es el conjunto de procesos sociales gracias a los cuales el individuo asimila y reproduce un determinado sistema de conocimientos, normas y valores que le permiten actuar como miembro pleno de la sociedad.

Parson y otros sociólogos norteamericanos (de los años 40?60) entienden que la socialización es un proceso de adaptación social de la persona al medio por vía de la asimilación de las normas, reglas, etc., criterios a los que se enfrenta la opinión de que, en el proceso real de socialización los individuos no se adaptan simplemente al medio, sino que lo crean.

Morin y B. Balmer en un debate sobre sociabilidad y socialización plantean que se pueden agrupar los enfoques sobre la socialización en sociocéntricos y psicocéntricos, según el énfasis esté puesto en la sociedad o en el niño.

Para los primeros, la socialización consiste en un proceso coercitivo de sumisión del individuo a unos esquemas de pensamiento previo, cuyas raíces y finalidades están condicionados por su modo de ser social y orientados hacia él.

Frente a esta corriente sociocéntrica, los autores presentan la hipótesis centrada en el niño, cuyo centro de interés esencial se refiere a la especificidad misma de la infancia, sobre la base de poner claramente de manifiesto las condiciones psicológicas necesarias, para el desarrollo social del individuo.

Este enfoque los conduce a tomar en consideración los trabajos de la Escuela de Ginebra a partir de las investigaciones realizadas sobre la evolución de la lógica en el niño y en el adolescente, intentan determinar su impacto en lo que se refiere a la construcción de acciones de carácter sociopolítico por un lado, y a la inserción social y política del adolescente por otro. Analizan los primeros trabajos de Piaget y destacan la nueva interpretación que ofrece del egocentrismo, no como una característica propia del desarrollo social y moral, sino como una fenómeno epistémico en que se le considera una especie de construcción primaria.

Las reformulaciones de la escuela de Ginebra, con una posición decididamente constructivista, rebasan las concepciones extremas de Tarde (formación endógena de la lógica) y de Durkheim (lógica impuesta al sujeto desde el exterior). Tiene además importantes consecuencias en lo que se refiere a los límites de las transmisiones sociales, el sujeto sólo asimila, desde el nivel más elemental, las nociones que corresponden a las estructuras operatorias que llega a dominar y sigue siendo impermeable a aquellas otras cuyos vínculos con sus estructuras espontáneas no se perciben..., cuestión ésta a la que aún no se presta suficiente atención en el estudio del desarrollo intelectual y menos aún en el de la socialización, encontrando frecuentemente la tendencia a hablar a los niños de lo que debe hacerse en términos de conferencias entre adultos que dejan fuera de su compresión la mayor parte de su contenido.

Al respecto, expresa A. Amador que, en el análisis teórico del proceso de formación de la personalidad, se destacan importantes factores que, de manera interrelacionada la conforman y agrega el papel esencial que el propio sujeto desempeña como uno de estos factores, si bien lamentablemente no siempre es tomado en cuenta.

Los autores del interesante debate sobre la sociabilidad y la socialización que estamos analizando plantean cómo éstas se analizan desde posiciones extremas, que pueden recaer en una forma particular de reduccionismo: sociologismo para los partidarios del sociocentrismo y psicologismo para los defensores del niño como centro. En ambos casos se hiperbolizan aspectos a tener en cuenta, por lo que ofrecen una visión parcial, reducida, de lo que ocurre realmente.

Consideramos que la referencia a planteamientos expresados por Vigotsky sobre los trabajos iniciales del Piaget, así como en general su obra conocida como "Teoría del desarrollo cultural de las funciones psíquicas", nos permite ganar en claridad en este análisis. El autor, señala que los distintos aspectos de la actividad psíquica no pueden ser entendidos como hechos dados de una vez y para siempre, sino como producto de una evolución filo y ontogenética, con lo cual se entrelaza determinándola, el desarrollo histórico cultural del hombre. Para él, el instrumento cultural se integra en la psiquis del sujeto, es parte fundamental de la misma: todas las funciones psíquicas superiores son relaciones de orden social interiorizadas, base de la estructura social de la personalidad. La cuestión es que la socialización, su valor radica no solo en hacer del individuo un ser social, sino contrariamente, cómo mediante la interacción social se forma el individuo, es decir se conforma la psiquis.

Tal posición, pensamos, sitúa la actividad social del hombre en un plano central en particular en el proceso de formación de niños y jóvenes, en su socialización.

En materiales elaborados por la UNESCO se plantea cómo se puede distinguir la socialización primaria, que corresponde generalmente a la primera infancia y que consiste en la introducción inicial del niño, en el mundo social y la socialización secundaria, cuya finalidad es la integración del individuo en grupos específicos, institucionalizados. Se destaca que, si bien la familia tiene a su cargo el trabajo esencial de la socialización primaria, la escuela es el factor preponderante que asegura, de ordinario, la socialización secundaria. Un interesante aporte en esta temática lo hace Juan Delval quien señala que la adquisición del conocimiento social se tiene que vincular con la socialización entendida como el proceso por el cual un individuo llega a adquirir las conductas y los conocimientos básicos de la sociedad en que vive. Señala que en la concepción de Berger y Luckman esto se produce cuando el individuo asume el mundo en que ya viven otros, cuando comprende ese mundo y lo hace suyo. Subraya Delval que conviene tener presente que mediante la socialización uno se hace miembro de una sociedad, es decir, adquiere las conductas y los conocimientos básicos de esa sociedad, pero también del género, pues los parecidos entre los seres humanos son quizás mayores que sus diferencias.

Partimos de la consideración de que la educación, como fenómeno social históricamente desarrollado, cómo núcleo del proceso socializador, ejerce una influencia decisiva en la formación del hombre a lo largo de toda su vida, y debe prepararlo tanto para el logro de una incorporación personal y social activa, como para el disfrute y plenitud que se derivan de la misma.

Es importante destacar el nexo que se establece entre la educación y los objetivos sociales a que debe dar respuesta por una parte, y la contribución que debe brindar al desarrollo individual por la otra, como dos polos de una cuerda en tensión que representan los puntos de llegada y de partida respectivamente en el trabajo educacional. Es este nexo donde consideramos que más se aprecia la relación socialización - educación, ya que mientras la primera ocurre espontáneamente, la educación impregna direccionalidad hacia los objetivos sociales a tales procesos como sabemos la educación ocurre en las instituciones creadas para tal fin, las escuelas y en otros ámbitos: la familia, la comunidad, cuando las acciones que allí se realizan responden a determinados objetivos, tienen una intencionalidad determinada.

Desde el punto de vista de la educación tiene gran importancia lo referente a la actividad y la comunicación y el papel del sujeto como participante activo en su propia formación, ya que al impregnarlos de una conducción científica, perfecciona estos procesos.

En el estudio de estas cuestiones, partimos del carácter integral y único de la personalidad que se manifiesta en la unidad de sus componentes, en la organización de la actividad que el sujeto despliega y en la comunicación que establece con otros, así como en la repercusión que todo ello tiene en él.

Ello ocurre en el proceso de apropiación de la cultura, en las actividades para alcanzarlo en el cual el hombre no está aislado, pues desde las primeras edades está actuando en relación con otros, que paulatinamente van descubriendo ante él los conocimientos y experiencias contenidas en los objetos, en la vida social, en el lenguaje, etc., los cuales le sirven de modelo en las relaciones con otras personas y como contraposición, le permiten el conocimiento de sí mismo. Los procesos de comunicación y actividad adquieren singular importancia por tanto en la formación de la personalidad.

El hombre no nace dotado de las conquistas históricas de la humanidad, ha de apropiarse de ellas y en este proceso se forma, de manera natural, espontánea por la socialización y con una dirección determinada por el papel de la educación. Reafirman estos planteamientos situaciones conocidas por la ciencia: el caso de niños separados temporalmente de la sociedad y el caso de niños procedentes de comunidades tribales de pobre desarrollo cultural que pasan tempranamente a vivir en un medio cultural elevado y los cambios que tales situaciones originan en los niños, sobre todo cuando se ejerce una influencia educativa sobre ellos.

Como señalara H. Pieron, si ocurriera una catástrofe y sobrevivieran solamente los niños, la historia de la humanidad quedaría cercenada.

Todo esto destaca el valor de la educación ya que el movimiento histórico es imposible sin la transmisión activa a las nuevas generaciones, de los avances de la cultura humana, y por otra parte, se necesita el perfeccionamiento constante del hombre, de su actividad, de su comunicación, e inteligencia para arribar a nuevas etapas del desarrollo de la sociedad. Esto requiere búsquedas teóricas, aplicación de la ciencia a la práctica, este es el papel de la educación como ciencia social. Todo lo planteado en el análisis de la socialización es válido para la educación, no así a la inversa. La socialización ocurre, la educación dirige.

Es posible considerar a la educación como un nivel superior de socialización, a ello deben dirigirse nuestras acciones, a perfeccionar, a guiar los procesos de formación y desarrollo de la personalidad.

Si asumimos que el núcleo del proceso socializador es la educación, y reconocemos que la familia es la primera escuela del hombre, en la cual sin aulas, ni pizarrones todo educa pues forma sentimientos, actitudes, valores; de la cual solo egresa el hombre cuando va a constituir la suya propia; estaremos de acuerdo en que es necesario incidir en los padres, los primeros maestros, con vista al perfeccionamiento de su función educativa, de la acción socializadora que a esta célula básica de la sociedad le corresponde.

Por la importancia del proceso socializador, en función de las aspiraciones y objetivos de la sociedad, es que la educación institucional desempeña un papel rector, pues le brinda la dirección adecuada, mecanismos y métodos y se convierte así en el centro coordinador de las acciones socializadoras que han de realizar los diferentes agentes (familia, comunidad, escuela)

1.3. Funciones de la familia en la sociedad actual

Las actividades y relaciones intrafamiliares, que los estudiosos agrupan fundamentalmente por su contenido en las llamadas funciones familiares, están encaminadas a la satisfacción de importantes necesidades de sus miembros no como individuos aislados, sino en estrecha interdependencia. El carácter social de dichas actividades y relaciones viene dado porque encarnan todo el legado histórico - social presente en la cultura; porque los objetos que satisfacen esas necesidades, y la forma misma de satisfacerlas han devenido con la cultura en objetos sociales.

Pero, además, a través de estas actividades y relaciones en esa vida grupal se produce la formación y transformación de la personalidad de sus integrantes. O sea, estas actividades y relaciones intrafamiliares tienen la propiedad de formar en los hijos las primeras cualidades de personalidad y de trasmitir los conocimientos iniciales que son la condición para la asimilación ulterior del resto de las relaciones sociales.

El concepto de función familiar, común en la sociología contemporánea, se comprende como la interrelación y transformación real que se opera en la familia a través de sus relaciones o actividades sociales, así como por efecto de las mismas.

Es necesario subrayar que las funciones se expresan en las actividades reales de la familia y en las relaciones concretas que se establecen entre sus miembros, asociadas también a diversos vínculos y relaciones extrafamiliares. Pero a la vez se vivencian en la subjetividad de sus integrantes, conformando las representaciones y regulaciones que ya mencionamos. Las funciones constituyen un sistema de complejos intercondicionamientos: la familia no es viable sin cierta armonía entre ellas; una disfunción en una de ellas altera al sistema.

El modelo de funciones familiares que a continuación se presenta ha sido adoptado por sociólogos, investigadores de la problemática de la familia, a partir de considerarlo adecuado reflejo de las interrelaciones que dan al interior de cada familia en concordancia con las actividades a las que dan respuesta.

Es oportuno señalar que las funciones atribuibles a la familia cambian según el régimen socioeconómico imperante y el carácter de sus relaciones sociales. El cambio ocurre, no solo en su contenido sino también en su jerarquía.

La función biosocial comprende la realización de la necesidad de procrear hijos vivir con ellos en familia; en otras palabras, la conducta reproductiva que desde la perspectiva de la sociedad es vista como reproducción de la población. Incluye también las relaciones sexuales de la pareja, basadas en relaciones emocionales intensas que constituyen un elemento esencial de la estabilidad de la pareja y, con ello, de la familia.

La función económica comprende las actividades de abastecimiento y consumo tendentes a la satisfacción de las necesidades individuales y familiares, y las actividades de mantenimiento de la familia que incluyen todos los aportes de trabajos realizados por los miembros de la familia en el marco del hogar y que corrientemente se denominan "tareas domésticas", así como las relaciones intrafamiliares que se restablecen a tal fin. Incluye, también, el cuidado de los niños, enfermos, ancianos7 las relaciones con las instituciones de educación, salud, servicios, etc. En este sentido, la familia constituye el marco fundamental para asegurar la existencia física y el desarrollo de sus miembros y la reposición de la fuerza de trabajo.

La función cultural espiritual comprende todas las actividades y relaciones familiares a través de las cuales la familia participa en la reproducción cultural espiritual de la sociedad y de sus miembros. Es a través del empleo de sus propios medios y posibilidades (contenido emocional de las relaciones de pareja, de padres e hijos, la continuidad del circulo de personas, el interés y dedicación mutuos entre los miembros de la familia) que la familia realiza aspectos específicos del desarrollo de la personalidad del hombre (padres e hijos), especialmente a través de la socialización y educación. Sin embargo, la socialización de la nueva generación no deviene sólo de la realización de esta función, sino que es resultado del ejercicio de todas las funciones, del modo de vida de la familia en su totalidad. En el microclima familiar, el niño y el joven adquieren todos los conocimientos, capacidades y habilidades vinculados con su desarrollo físico y espiritual, para lo cual el tiempo libre que transcurre dentro de la familia aporta un ámbito de especial importancia.

La función educativa de la familia, que se incluye en esta ultima ha sido de gran interés para psicólogos y pedagogos que consideran acertadamente, que ésta se produce a través de las otras ya mencionadas; pues se manifiesta lo que se ha llamado el doble carácter de las funciones ya analizadas; satisfacen necesidades de los miembros, pero, a la vez educan a la descendencia.

Al respecto es bueno señalar que el proceso educativo en la familia, responde también a un sistema de regularidades propias para cada familia, determinado en gran medida por las normas morales, valores, tradiciones y criterios acerca de qué debe educarse en los niños.


1.4. Modo de vida familiar y educación de los hijos en las diferentes clases sociales

Cada familia tiene un modo de vida determinado, que depende de sus condiciones de vida, de sus actividades sociales y de las relaciones sociales de sus miembros. El concepto incluye las actividades de la vida familiar y las relaciones intrafamiliares, que son especificas del nivel de funcionamiento psicológico de este pequeño grupo humano; aunque reflejan, en última instancia, las actividades y relaciones extrafamiliares.

En esta concepción de modo de vida es necesario incluir el proceso y el resultado de la representación y regulación consciente de estas condiciones por sus integrantes Los miembros de la familia se hacen una imagen subjetiva de diversos aspectos de sus condiciones de vida, sus actividades e interrelaciones; y sobre esa base regulan su comportamiento, aunque en la vida familiar hay importantes aspectos que escapan a su control consciente.

Profundizando en el enfoque del modo de vida la Dra. Mayda Alvarez y sus colaboradores en el libro "Investigaciones psicológicas y sociológicas" asume, como conceptos analíticos y ordenadores las condiciones (objetivas y subjetivas) de vida de la familia y las funciones familiares, destaca que el modo de vida familiar constituye parte integrante del modo de vida de la sociedad, ya que la familia como grupo social encarna y desarrolla el modo de vida de esta, mediante la ejecución de sus actividades sociales (Gysi, J., 1986)). La familia es entendida, entonces, como un sujeto del desarrollo del modo de vida de la sociedad.

Así, la categoría modo de vida es empleada en el nivel microsocial - pequeños grupos como el colectivo laboral, la familia y otros -, por lo cual requiere un manejo algo diferente al dado a conceptos incluidos, dentro del aparato categorial del modo de vida, tales como los de actividad y condiciones de vida.

En su aplicación al objeto familia, los componentes clásicos considerados en la literatura sobre modo de vida-condiciones de vida, actividad vital y reguladores subjetivos de la personalidad-requieren determinadas especificaciones. La más importante se refiere a la estructura de las actividades vitales de la familia, como sujeto colectivo del modo de vida.

El conjunto de las actividades vitales de la familia no es más que el conjunto de las funciones biosocial, económica y cultural-espiritual de la familia; es decir, el conjunto de actividades vitales en el caso de la familia como sujeto del modo de vida se diferencia del componente "actividad vital" en otros niveles de análisis del modo de vida por el hecho de que su estructura constituye la unidad la familia que, como tal, es sujeto del modo de vida.

Las condiciones de vida de la familia son las premisas heredadas y creadas para el despliegue de las funciones familiares. Analíticamente pueden dividirse en objetivas y subjetivas.

Las condiciones objetivas, para el estudio del modo de vida familiar, abarcan no sólo la pertenencia clasista y el nivel de vida concreto de la familia, sino, además la actividad laboral de los miembros adultos de la familia, la cual de actividad vital que es, en otros niveles de análisis del modo de vida, pasa a ser considerada condición de vida objetiva para el despliegue de las funciones familiares cuando la familia es el sujeto del objetivas modo de vida. Las condiciones de vida están dadas fuera del sujeto en este caso del sujeto colectivo familia, independientemente de su conciencia grupal o individual y de las cuales éste se apropia para el despliegue de sus funciones sociales, así como a reproducción de la población y el medio geográfico. Contempla, entre otros, indicadores del nivel de vida, los cuales incluyen tanto la infraestructura material en bienes y servicios como las relaciones de distribución y consumo así como los indicadores de distribución de fondo de tiempo.

Las condiciones subjetivas están en el propio sujeto, pasan por la conciencia de los hombres antes de tomar forma en la personalidad de los miembros de la familia y se manifiestan a través de las condiciones objetivas apropiadas y de formas que asumen sus funciones familiares. Contemplan indicadores de reguladores subjetivos tales como orientaciones de valor, motivaciones, actitudes e intereses referidos a las actividades en distintas esferas de la vida. Las condiciones subjetivas comprenden los llamados "reguladores subjetivos" o espirituales de los miembros de la familia (adultos y jóvenes), en nuestro caso específicamente incluye las orientaciones de valor.

En síntesis, el modo de vida familiar puede definirse como la forma en que se despliegan las funciones familiares en las condiciones de vida (objetivas y subjetivas) concretas de la familia.


Es muy importante destacar en el medio de vida familiar el carácter de las relaciones que establecen sus miembros los cuales experimentan la necesidad de la seguridad emocional, que en particular los más pequeños ven satisfecha en su relación con los padres. La persona experimenta así el apoyo y solidaridad de los demás miembros de la familia a sus esfuerzos y a sus planes, y obtiene también un reforzamiento a sus opiniones personales.

Las relaciones afectivas conducen al tema de la comunicación intrafamiliar. Este resulta uno de los aspectos más investigados aunque con diversidad de enfoques teóricos y metodológicos. La concepción sobre la comunicación es central en la construcción de una psicología de orientación materialista - histórica, y en la familia es donde el ser humano vive su comunicación más estrecha a lo largo de su ontogenia.

La comunicación desempeña importantes funciones informativas, regulativas y afectivas, cuestiones que están indisolublemente ligadas. En el desarrollo de las actividades hogareñas conjuntas se produce una necesaria comunicación entre los miembros, aunque también ellos dedican parte de su tiempo a la actividad especifica de la comunicación afectiva, que se convierte en motivo de la actividad intrafamiliar. Esta comunicación expresa las necesidades e intenciones de los miembros del grupo familiar; mediante ella se ejerce una influencia en sus motivos y valores, condicionándose las decisiones vitales de todos.

Se ha reconocido que durante la primera infancia las alteraciones en la comunicación afectiva repercuten desfavorablemente en la formación temprana de la personalidad. En la experiencia clínica con niños que presentan defectos discapacitantes se comprueba que en los primeros años de vida se produce una especie de circulo de estimulación afectiva mutua entre la madre y el niño con defecto. Es señalado que cuanto más ella lo estimule, sus reacciones serán mejores. Pero si el bebé reacciona poco a los cuidados físicos, a las manipulaciones cariñosas, a la voz, a las sonrisas, y al afecto materno; eso desestimula a la madre. Luego sucede que la falta de estimulación sensorial y emocional frenan el desarrollo del bebé.

La comunicación afectiva que exista entre un niño pequeño y el familiar adulto va a ser determinante para que el menor lo imite y se identifique con él. Cuando existe una identificación emocional se siguen los modelos paternales y hay estrecha comunicación, entonces los miembros de la familia comparten los valores esenciales que orientan su personalidad.

Del afecto que los padres expresan al hijo pequeño se origina, en buena medida, su capacidad de amar. Luego, de los roles que lo llevan a desempeñar en el diario vivir, se va educando su masculinidad o feminidad. Esta compleja esfera de la sexualidad humana está muy relacionada con la comunicación.

Se señaló anteriormente a la familia como el grupo humano primario más importante en la vida del hombre. El grupo humano es una comunidad de personas que actúa entre sí para lograr objetivos conscientes, una unidad que actúa objetivamente como sujeto de la actividad. En los llamados grupos primarios la relación se apoya no sólo en contactos personales, sino también en la gran atracción emocional de sus miembros hacia los objetivos, en el alto grado de identificación de cada uno con el grupo. La base psicológica y social de la acción grupal es la comunidad de intereses, de objetivos y la unidad de las acciones.

El Dr. R. Castro en su libro "Como cumple la familia su función educativa" (Castro, P. L. - - ¿Cómo cumple la familia su función educativa" - - Pág. 9 ) señala que en el grupo pequeño se ejerce un control social peculiar sobre los miembros, se adoptan ciertas normas y valores y se espera de cada uno su cumplimiento. Hay en su seno mecanismos de aprobación y desaprobación de las conductas de sus integrantes, en función de las normas y valores aceptados que regulan, por ejemplo, desde los horarios de vida hasta el comportamiento disciplinario de los hijos.

En el grupo familiar sus actividades, de contenido psicológico muy personal, producen una comunicación emocional y una identificación afectiva que responden en primer lugar a necesidades íntimas de la pareja y a los lazos de paternidad y filiación, privativos de la familia.

En el seno de la familia las actividades comprendidas en las distintas funciones mediatizan el desempeño de roles, las relaciones interpersonales, los afectos familiares, la identificación entre sus miembros, la empatía y la cohesión. Esto ocurre en un proceso que pudiéramos asemejar a la "ontogénesis" en el cual va enriqueciendo sus actividades hasta desarrollar y desplegar plenamente sus funciones.

Al constituirse la familia, sus integrantes aportan a las nuevas interrelaciones los condicionantes que traen de otros grupos humanos de procedencia y referencia, pero en la medida en que desarrollen las funciones específicas - económica, biosocial, espiritual - comienza a producirse la mediatización de las relaciones por las actividades significativas.

Esta peculiar génesis grupal se inicia por la formación de una actitud de los miembros hacia el contenido de sus actividades fundamentales. Pero esos contenidos están socialmente condicionados: en el proceso se produce la apropiación de los valores sociales relativos al modo de vida familiar, que son expresión del modo de vida social. El comportamiento pautado socialmente para una madre y un padre, en un medio socio - cultural determinado, está expresado en estos valores o modelo social.

Cada uno de los miembros de la familia desempeña roles que encarnan las relaciones y valores de la sociedad en su conjunto; sirviendo así de poderoso medio de reproducción social. En el interior del grupo primario que es la familia, el rol de integrante "engarza" con los restantes mediante una serie de mecanismos de adjudicación y asunción de roles. El niño o la niña, es llevado a asumir su rol genérico muy tempranamente, y en ese desempeño de roles como hijo, además aprende (interioriza) cómo es el comportamiento familiar de la madre y del padre respecto a su persona.


1.5.-¿Cómo dirige la familia su vida y la educación de sus hijos y qué posibilidades tiene de hacerlo mejor
?

La familia es un sistema que se autodirige con cierto grado de conciencia colectiva de sus miembros. Los padres como subsistema rector, elaboran paulatinamente su representación del modelo social de familia es decir, de los valores sociales históricamente formados en la conciencia social acerca del matrimonio, la familia, sus funciones, la educación de los hijos, etc. Sobre la base de esta representación o ideal de familia, se trazan sus aspiraciones y tratan de regular las actividades intrafamiliares.

Esta representación se forma paulatinamente y se modifica, en concordancia con los cambios que va experimentando la propia familia en su propio vivir: las concepciones y los planes de los padres, que luego son compartidos con los hijos ya mayores, de ninguna manera son estáticos.

LA INTERRELACION EDUCATIVA DE LOS PADRES EN EL CENTRO

Es evidente que han de ser los centros el punto de confluencia de padres y niños, profesionales dedicados a la Educaci6n Infantil. Podemos afirmar que la educación infantil es una trilogía en la que se pone en juego una relación mixta entre padres - educadores y el propio niño, por ello afirmamos que educar es cosa de tres.

Coincidimos en que todos los niños nacen con los mismos derechos y deben tener igualdad de acceso no sólo al conocimiento y la cultura de todos los pueblos y debe crecer como ciudadanos iguales de su país y del mundo en general. A pesar de ser una verdad universalmente reconocida, por desgracia, existen muchos niños que aun no pueden ejercer este derecho.

Todo niño nace en una familia cuya situación social, económica y cultural ejerce una gran influencia en su desarrollo en sus primeros años de vida, condiciona en gran parte su crecimiento físico, Intelectual y afectivo. Es inevitable por consiguiente, que las diferencias en el ambiente familiar tengan repercusiones fundamentales en la educación, que la educación infantil deberá compensar.

El niño convive, crece y se comunica con la familia, y a ella le corresponde, en primer lugar, el derecho y el deber de educar a sus hijos. Los juicios y actuaciones formuladas en el ámbito familiar, no deben formular dicotomías ni marcar una distancia excesiva con relación a los parámetros sociales vigentes, lo cual aportaría duplicidad y controversia en la creación de los criterios básicos.

El objetivo común de la familia y de la institución educativa es, indiscutiblemente, conseguir la formación integral y armónica del niño. Ambas vías de actuación han de incidir en una misma dirección para garantizar la estabilidad y el equilibrio, factores indispensables para su adecuado desarrollo de los niños.

2.1 Familia e institución: unión necesaria

En páginas anteriores se señaló que cuando los padres llegan a adquirir ciertos conocimientos y desarrollar determinadas habilidades, pueden ser capaces de autorregular su función educativa; esta idea se retorna ahora porque, justamente la familia cuyos menores hijos asisten a la institución educacional, tiene una ventaja, o mejor una opción y este que los propios educadores, además de llevar a cabo sus problemas educativos y de estimulación de los niños, - contribuyen con acciones especialmente dirigidas - a orientarles acerca de cómo pueden ejercer de forma acertada y positiva, su responsabilidad educativa

Esta acción educativa consciente es el objeto de la pedagogía familiar que forma parte de las ciencias pedagógicas. En el presente se necesita avanzar en la comprensión científica del contenido de la educación familiar y especialmente de sus métodos educativos, que son propios de este peculiar grupo humano.

La pedagogía debe tomar en cuenta que la familia, como sistema abierto, tiene múltiples intercambios con otras instituciones sociales, entre ellas la institución educacional la cual actúa sobre las "entradas" del sistema familiar, tanto a través de la educación que le dan al hijo, como por la influencia que ejercen de manera directa sobre los padres. El sistema familiar actúa sobre la escuela en la medida en que el hijo es portador de valores y conductas que reflejan su medio familiar. También los padres promueven vínculos con aquella, al estar motivados por la educación de su descendencia.

Es reconocido como principio pedagógico el carácter activador que corresponde al Centro educativo en sus relaciones con la familia, para influir en el proceso educativo intrafamiliar y lograr la convergencia de las acciones sobre el educando. No obstante se debe tener en cuenta que la familia cumplirá su función formativa en la medida en que las condiciones de vida creadas por la sociedad, las relaciones sociales instauradas y el desarrollo de la conciencia social contribuyan a la formación de un determinado modo de vida hogareño. Hay que enfocar el proceso educativo familiar como la actividad de un grupo socialmente condicionado, comprenderlo en sus referencias socioclasistas.

El desarrollo de la psicología y la pedagogía, al revelar elementos del proceso de la formación de la personalidad en el seno de la familia, hizo posible el surgimiento de la educación a padres como actividad pedagógica específica. Esta consiste en un sistema de influencias psicológicamente dirigido, encaminado a elevar la preparación de los familiares adultos y estimular su participación consciente en la formación de su descendencia, en coordinación con la escuela. La educación a la familia suministra conocimientos, ayuda a argumentar opiniones, desarrolla actitudes y convicciones, estimula intereses y consolida motivaciones: contribuyendo a integrar la concepción del mundo en los padres. Una eficiente educación a la familia debe preparar a los padres para su autodesarrollo, de forma tal que se autoeduquen y se autorregulen en el desempeño de su función formativa con sus hijos.

Uno de los primeros propósitos en el trabajo de educación familiar será el establecimiento de estrechas relaciones entre la familia y los centros educativos infantiles. Es necesario que la familia perciba la institución como su propia escuela, la que puede contribuir a prepararlos para resolver los problemas de la vida cotidiana: de sus interrelaciones familiares, de su convivencia diaria, de la educación de sus hijos, de otros aspectos de su formación, y así, cumplir con éxito la responsabilidad personal y social que entraña educar al ciudadano del futuro.

Los procedimientos para hacer más efectiva una relación positiva, coherente, activa, reflexiva entre la familia y la institución educativa deben basarse en la coordinación, colaboración y participación entre estos dos agentes. Ello generará un modelo de comunicación que propicie el desarrollo de estrategias de intervención programada de acuerdo al contexto social, comunitario.

El trabajo con los padres, con la familia1 favorece la relación educador - niño mediante el conocimiento de la composición familiar, formas de crianza, valores, costumbres, normas, sentimientos, estrategias de solución de problemas del entorno familiar.

La vinculación familia - institución presupone una doble proyección: la institución, proyectándose hacia la familia para conocer sus posibilidades, necesidades, condiciones reales de vida y orientar a los padres para lograr en el hogar la continuidad de las tareas educativas. La familia, ofreciendo a la institución información, apoyo y sus posibilidades como potencial educativo.

Cuando un niño de edad temprana y preescolar ingresa a una institución, la familia se encuentra, dentro de un ciclo de vida, en aquella etapa donde la atención y cuidados de sus pequeños se convierte en su tarea principal.

La mayoría de los padres con hijos de esas edades son muy jóvenes y se sienten aún muy inseguros en sus proyectos e ideas sobre cómo educar; no asumen aún de manera consciente un proyecto educativo como tal. La formación de hábitos de vida, sueño y alimentación para muchos padres sólo se relaciona con aspectos de salud, sin alcanzar a ver en ellos su carácter educativo.

La inexperiencia de estos padres a veces los llevan a generar ansiedades por la calidad del desempeño de su responsabilidad, y llegan a sentir la necesidad de ser orientados por personas más experimentadas y capacitadas, como puede ser la educadora u otro personal preparado de la institución que pueden utilizar diferentes vías para elevar la cultura pedagógica y psicológica de esos padres y es que sin dudas cuando el niño ingresa en una institución escolar, se ponen de manifiesto una serie de expectativas por parte del hogar y del propio centro educativo que revelan en gran medida la actuación y resultados esperables entre sí.

En general la familia espera de la escuela que ofrezca a su hijo una educación esmerada, que le permita y ayuda a seguir creciendo en la espiral de la vida. Esta educación se espera que se ofrezca matizada de afecto, cuidados y atención.

Por otra parte muchos padres esperan que los educadores de sus hijos, especialistas en el difícil arte de educar, les ofrezcan orientaciones y métodos concretos sobre cómo educar a sus hijos de la mejor forma; le ofrezcan también los elementos necesarios para conocer los requerimientos psicopedagógicos de cada nuevo nivel escolar; sobre las regularidades y características de la etapa del desarrollo en que se encuentra su hijo.

En resumen, muchos padres esperan que la institución los ayude y prepare mejor para cumplir su función educativa. Por su parte esta espera de la familia que, en su seno, se produzca una continuidad coherente de su trabajo, de sus objetivos y concepciones> que adopte una actitud de cooperación y participación active en a vida escolar do sus hijos y en la propia vida institucional, que apoyen sus tareas y objetivos con la confianza de que son los más adecuadas y eficaces para obtener el resultado esperado por ambos.

El análisis de la concepción de los centros de educación infantil, cuya estructura se presenta a continuación, permite apreciar las tareas comunes a padres y educadores.


Cuando el niño o la niña menor de 6 años asiste a un Centro de Educación Infantil, lo que en él se pretende es compartir con la familia la labor educativa, completando y ampliando las experiencias formativas del desarrollo. Para que esta labor se realice correctamente, la comunicación y coordinación entre los padres o madres y los educadores es de la mayor importancia. Por ese motivo, una de las tareas que competen al educador y al equipo educativo del que forma parte, consiste en determinar los cauces y formas de participación de los padres y madres en el Centro.

Asumiendo la magistral descripción de los grandes fines u objetivos que realiza el profesor Gastan Mialaret en el informe que a tal efecto realiza para la UNESCO, nos encontramos que la educación infantil tiene que realizar un triple trabajo esto es.


La multitud de facetas que conlleva la educación infantil nos llevan a destacar la necesidad de un trabajo de equipo por parte de los adultos que viven junto al niño o niña y que se ocupan de su educación.

Cualquiera que sea la calidad de su formación, el educador no puede llegar a ser un especialista en todos los problemas que se refieren a la primera infancia y no puede por sí solo atender todas las necesidades que se manifiesten en los distintos campos (pedagógico, biológico, psicológico, medico social, etc.) en la vida del niño o niña. Por consiguiente, es preciso organizar entre los adultos un trabajo de equipo para poder tomar en consideración, analizar y tratar todos los aspectos del desarrollo. En este equipo encajan evidentemente, en primer lugar los padres que, de educadores espontáneos e incoherentes, han de convertirse en educadores conscientes y capaces de colaborar en el trabajo que se lleve a cabo en la escuela. En este sentido corresponde, pues, a la institución educación infantil un doble papel: formar a los padres y hacer de ellos unos colaboradores lúcidos. El niño no debe conocer dos métodos de educación, uno de ellos familiar y el otro escolar: el ajuste coherente de las distintas educaciones que reciba será un factor positivo de éxito.

Este concepto, debe de ser uno de los principios básicos del Centro de Educación Infantil. Nosotros como Centro de Educación Infantil somos conscientes de que el vector principal del proceso educativo del niño o la niña, a lo largo de su primera infancia y la adolescencia ha de ser el medio familiar, no asumiendo la constante de que los padres y madres descarguen su responsabilidad educativa sobre nosotros. Por ello nos proponemos que los padres y madres tomen conciencia de su papel vital para lo que la información - formación a los padres y madres, al igual que la de los educadores, se convierte en uno de los propósitos básicos del Centro.

Sobre la base de ello nos proponemos un continuo feed-back con los padres y madres de manera que los mensajes que reciben los niños y niñas sean totalmente armónicos y coherentes en los dos ambientes en que estos se desenvuelven. Este punto, coincidencia del mensaje, es fundamental hacerlo comprender a los padres y madres, ya que si no difícilmente se podrá ir conformando una personalidad equilibrada en el niño, si los modelos a imitar a que hacíamos mención en la introducción son dispares.

2.2 Formas de orientación y educación familiar

La relación institución infantil - familia se puede dar de manera causal o de forma intencional, dirigida.

La relación casual comprende todo el conjunto de encuentros informales que se producen entre familiares y educadores y que, generalmente, se da dentro de un proceso de comunicación donde predomina la función informativa y regulativa. El contenido de esta relación puede ser desde un simple saludo hasta un llamado de atención breve por la llegada tarde del niño a la institución o un ligero comentario sobre su alimentación.

No obstante todo encuentro, formal o informal, entre los padres, familia en general y educadores debe ser educativo si partimos del criterio de que en la institución todo educa7 pues a ella le es inherente un propósito educativo, concretizado en objetivos científicamente fundamentados, con métodos y procedimientos igualmente científicos y con profesionales capacitados para ello.

El trabajo de educación familiar consiste fundamentalmente en orientar explicar y demostrar a cada padre, a cada familia, las actividades que puede realizar con su pequeño, con el propósito de aprovechar al máximo el período privilegiado que caracteriza esta etapa de la vida y desarrollar habilidades preparatorias básicas para su desarrollo integral y por ende, su mejor preparación para el aprendizaje escolar.

Para propiciar una preparación psicológica y pedagógica de la familia es necesario conducir esta labor hacia el logro de un objetivo que se planifique previa y sistemáticamente, con un carácter concreto y un enfoque diferenciado; esto presupone continuidad7 complejidad consecuente y utilización de conceptos teóricos y metodológicos, teniendo en cuenta el nivel cultural, las condiciones de vida y de educación de cada familia.

La educación familiar, con un carácter intencional y dirigido, se realiza mediante diferentes vías.

Entre las más usuales y productivas se encuentran:

1. las escuelas de padres,
2. las consultas de familia,
3. encuentros individuales,
4. las visitas al hogar,
5. las reuniones de padres,
6. Participación en el aula, por ejemplo: talleres.

Las escuelas de padres

Las escuelas de padres tienen el objetivo de contribuir a la capacitación pedagógica de la familia, a elevar su nivel de cultura psicológica y pedagógica, a prestar ayude concreta en los distintos aspectos de la educación de sus niños.

El hecho de que la organización de las escuelas de padres supone el debate y de reflexión de un tema previamente acordado entre padres y educadoras, posibilita y exige la participación de las familias que exponen sus dudas, opiniones, intercambian sus experiencias, sugerencias y consejos y, llegan a conclusiones e inclusive a tomar acuerdos acerca de conductas y estilos e seguir sobre una actuación o problema específico. La formación educativa de las escuelas de padres, su carácter participativo - interactivo, otorga a esta forma organizativa de educación familiar magníficas posibilidades de cumplir con los propósitos que se plantea: contribuir a la concientización y su preparación para que realicen una educación más científica de sus hijos.

Existen múltiples modalidades de educación de padres, como son los días de puertas abiertas, las charlas, las consultas por grupos, los murales de información buzones de información y sugerencias entre otras.

Todas estas formas de organización se apoyan con materiales didácticos y audiovisuales en su realización, así como con demostraciones con los niños que permitan hacer bien evidente a los padres los mensajes educativos que se orientan.

Se ha extendido mucho utilizar en las escuelas de padres técnicas de dinámica centradas en el grupo, denominadas en la actualidad técnicas participativas con las cuales es el propio grupo el que se va cohesionando en torno a las tareas planteadas, y quien lleva a cabo una experiencia de verdadero aprendizaje colectivo. Los problemas que se discutan en le vida familiar, las interrelaciones que se crean entre los padres durante su análisis, los conceptos a los que se arriban, son eminentemente una creación grupal de los padres y no una elaboración teoricista que los pedagogos u otros especialistas traten de trasladarles o inculcarles.

Estas técnicas abarcan entre otras las de animación o caldeamiento, que permiten crear el clima psicológico adecuado para adentrarse en los temes escogidos; las especificas de exploración do ras ideas y opiniones que traen los padres; así como las de análisis y profundización en los problemas identificados. En distintos momentos de las sesiones de padres se utilizan técnicas que permiten evaluar el estado de ánimo, interés y comprensión; así como las que posibilitan graficar el conjunto de opiniones existentes o el curso de las ideas en debate.

Al generalizar las mejores experiencias de estas sesiones de padres se concluye que pueden operar como grupo de discusión de la manera siguiente:

1. Se extraen las necesidades desde el propio grupo de padres, no se imponen por orientadores externos a la institución infantil. En algunos centros, de haber pedagogos y psicólogos, son ellos los que encuestan previamente estas necesidades, o se basan en sugerencias recogidas por un buzón u otro procedimiento.

2. Los grandes eventos normativos del crecimiento de la familia siempre aparecen en un buen programa anual de escuelas de padres. Con el tiempo el centro infantil encuentra irregularidades que se repiten en cada curso, aunque las nuevas generaciones de padres maticen a su manera algunos problemas de la vida familiar.

3. Lo esencial es invitar a los padres a proponer sus necesidades, y a proponer en un análisis colectivo el programa anual que desean desarrollar. Para ello se pueden utilizar diversos procedimientos y técnicas participativas.

De acuerdo con la experiencia una sesión típica de esta actividad transcurre por varios momentos:

ü Se requiere un tiempo inicial para conocerse o reconocerse entre los participantes. Este momento toma en cuenta los sentimientos que estos traen a La sesión, lo que conforma el clima emocional del grupo.

ü A continuación, y enlazado con lo anterior, hace falta el caldeamiento emocional es decir, la creación de una predisposición positiva para adentrarse en el tema. No se trate de cualquier actividad para perder las inhibiciones sino de aquellas que asocien estados emocionales y vivencias individuales con el espacio grupal creado y más específicamente con el tema que se va a tratar.

ü Eso da paso a la introducción del contenido de la sesión. Hay muchas formas de introducir el tema pero es útil partir de las vivencias de los miembros y evocar algunas de ellas en el grupo, de tal manera que se pueda trabajar con lo que todos han presenciado. Esta etapa de proyección de vivencias personales permite además, explorar por donde van las inquietudes de los participantes.

ü El momento más productivo de la sesión consiste en el análisis del asunto evocado para lo que se emplean variadísimas técnicas que comúnmente requieren la formación de subgrupos, el conocimiento de las ideas producidas por esos equipos, así como diversas formas de integración con vista a concluir el análisis. Si se sigue una orientación basada en el psicodrama, se ensaya la modificación de errores mediante diversas técnicas y el análisis da lugar a la construcción dramática de nuevas vivencias reestructuradoras.

ü Es necesario que la sesión no termine sin estas vivencias positivas y que contribuyen a la formación de planes futuros.

ü A esta altura también es recomendable algún tipo de evaluación de la satisfacción experimentada durante la sesión.

Las consultas de familia

Otra alternativa para la atención a los padres, consiste en las consultas con la familia, para abordar preocupaciones o problemas que tengan los padres con sus hijos en el manejo hogareño, en la atención a sus necesidades, etc. Esta atención se puede realizar por los psicólogos y pedagogos del centro o vinculados a este y ha de contar con la presencia del educador.

Dichas consultas pueden consistir en una conversación orientadora o incluso en un proceso más corto en que toda la familia reflexione sobre sus problemas en torno al desarrollo de hijo y busque las vías para su solución bajo el asesoramiento profesional.

La conversación pedagógica con los padres es parte de la tradición de los centros infantiles pero se centra más en el aprendizaje y en el comportamiento de los niños que en las características familiares que pudieran explicar ese comportamiento. Además no se exploran adecuadamente las potencialidades de los padres para adecuar su funcionamiento familiar a las necesidades actuales de la formación del hijo.

En las consultas con la familia se puede abordar un asunto que preocupe al centro a la familia respecto al niño o a la niña. Se procura, por tanto, que cada miembro de la familia exprese como ven el problema planteado, y como se sienten al respecto. Se busca que unos valoren las opiniones de los otros mas que dar la conclusión por el profesional. Esta dinámica de la discusión conduce a que se despliegue en la sesión el sistema de relaciones que habitualmente existe en el seno de la familia con sus tensiones, asimetrías, etc.

El educador es una autoridad indiscutible ante la familia, al menos en o que concierne a las influencias sobre la educación infantil. Pero su conversación orientadora se dirige a ayudar a pensar y a actuar a la familia. El consejo orientador no sustituye lo que los propios padres razonan, opinan o se proponen hacer. El educador que atiende a unos padres contribuye mucho a la solución de los problemas familiares si escucha benévolamente, si manifiesta comprensión humana ante las dificultades o las preocupaciones que le plantea la familia: y abre un espacio a la búsqueda orientada de soluciones.

Una conversación orientadora puede conducir a las lecturas de materiales educativos, al reforzamiento de la asistencia a las charlas o reuniones de padres, y si es necesario a otros encuentros futuros en consultas de orientación.

Encuentros individuales

Los encuentros individuales tienen una máxima prioridad en el centro infantil. El trabajo de orientación de la familia es uno de los más complejos en el Centro, pero, ¿cómo el educador se gana el afecto y respeto de les padres y logra mantener las relaciones más estrechas con los mismos? No es muy difícil dar respuesta a esta pregunta si en el trabajo sistemático del centro se aprovecha cada momento casual de contacto con los padres para realizar una labor educativa con los mismos en una relación relajada y sin formalismos que muchas veces logra más resultados que otras vías más estructuradas de la orientación y educación de padres.

Mantener interesados a los padres por los conocimientos pedagógicos no es cosa fácil ni rápida de lograr, requiere toda un proceso de análisis de las características propias de forma individual y de trabajo sistemático con el padre de familia para poder brindar la ayuda necesaria y precisa en el momento oportuno tener tacto para hacerse entender y no provocar una negativa rotunda al problema que se quiere dar solución. Por ejemplo si se necesita hablar con los padres porque se observa dificultades en la conducta de su hijo, esto se hará a solas, sin palabras chocantes que puedan crearle predisposición hacia el tema o justificación del asunto. En estos casos se buscarán las palabras apropiadas que ayuden a los padres a la comprensión y reflexión del problema, y a su vez poder encausarlos a una solución conjunta de la dificultad de su hijo.

Esta vía se utilizará fundamentalmente cuando se desee prestar ayuda activa a los padres cuando exista un problema concreto que se quiera resolver, lo que de ninguna manera puede quedarse en el simple hecho de presentar el problema, sino llevar de frente la sistematización del trabajo individual con el menor, analizando el desarrollo de la dificultad, sus logros o necesidades de cambio de procedimiento hasta superar dicha dificultad en la unidad de la familia y a institución.

Son importantes en este encuentro individual el aprender a escuchar a los padres, sin hacer preguntas personales que puedan inquietarlos, utilizando un trato afable y siendo hábil en enseñar lo que se pretende. El contenido de este encuentro individual con los padres solamente debe ser conocido por ellos y el educador parlo que se debe valorar las condiciones en las que se realiza la orientación en el encuentro con el fin de garantizar la necesaria privacidad durante el mismo.

Visitas al hogar

Las visitas al hogar aportan una información valiosa sobre las condiciones en las que el niño vive y se educa, tanto materiales como higiénicas y fundamentalmente; las de carácter afectivo; permiten conocer la composición familiar; las relaciones entre sus miembros, el estilo educativo que predomina, entre otras, para, a partir de este conocimiento y de la potencialidad educativa que posee la familia, prever la ayuda necesaria, las orientaciones generales para el adecuado cumplimiento de su función, así como, las sugerencias de medidas y de actividades concretas cuya aplicación permita favorecer el comportamiento infantil y estimular su desarrollo.

La visita al hogar lleva implícita la utilización de la "observación" de la vida familiar, al respecto es válido recordar que la observación puede ser incidental, si se refiere a eventos que se manifiestan en la cotidianidad y que pueden arrojar luz sobre la estructura de relaciones y de autoridad del sistema familiar.

Las observaciones sobre la familia se pueden realizar también en situaciones controladas, por ejemplo, cuando se cita a los padres a centro para tratar determinado aspecto, o cuando se convoca a padres para participar en algunas actividades de la vida de la institución tanta las que se realizan en el propio local del centro como las que se hacen cuando se realizan actividades festivas paseos; excursiones, etc.

Otra situación típica de observación se refiere a las condiciones de vida en la comunidad y el hogar, enfatizando el desempeño de los roles que se expresan en la diaria convivencia. Se ha ubicado la observación como procedimiento sistemático durante visitas prolongadas al hogar.

Es preferible la realización de observaciones sistemáticas en el hogar y que permiten hacer una interpretación objetiva de la vida familiar. El educador que visita un hogar ha de estar consciente de que su sola presencia allí puede modificar en algo el sistema de relaciones habituales. No obstante las visitas son imprescindibles para comprender mejor muchas de las manifestaciones que presentan los pequeños en el que hacer de la institución.

El registro de la información obtenida durante la visita debe ser hecho de inmediato y con la mayor objetividad posible así coma responder a os objetivos previstos para su realización. cuestiones significativas no previstas que pueden surgir en la ocasión deben anotarse cuidadosamente.

La visita al hogar, si es adecuadamente realizada estimula el comportamiento de los padres, pues es aquí donde estos comprenden que el educador siente un gran amor por su trabajo y quiere ayudarlos, y orientarlos para que puedan educar correctamente a sus hijos. Así mismo, el educador conoce a otros miembros de la familia además de los padres, y que lógicamente han de ejercer también influencia en la educación del niño o la niña.

Reuniones de padres

Con toda intención hemos separado las reuniones de padres de las escuelas de padres, pues la reunión ofrece un marco de contenido más amplio, y donde prevalece la función informativa y reguladora de la comunicación entre la educadora y los padres de familia. con una gama amplia de aspectos a analizar que pueden ir desde la información del curso del desarrollo de los niños y las niñas hasta aspectos organizativos y educativos del centro infantil.

Las reuniones son una de las formas colectivas de trabajar con los padres a las que hay que imprimirles mayor flexibilidad y creatividad en su forma organizativa, para lograr que no sean esquemáticas y se adecuen a la información, orientación y definición de aspectos prácticos que necesitan los padres.

En el centro se deben promover la realización de reuniones en que sus objetivos fundamentales sean exponer experiencias educativas que los padres han trabajado en el seno del hogar bajo la orientación del educador, a fin de que sirvan al resto de los padres para mejorar el trato y manejo de sus hijos. También pueden organizarse preguntas y respuestas que promuevan el análisis de aspectos importantes, tanto pedagógicos, de alimentación, como de salud, y en cuya respuesta se observará el desarrollo educativo alcanzado por los padres y su aplicación en las actividades dentro del hogar.

La realización de las reuniones pueden marcarse en el horario de recogida de los niños, donde se reúna el mayor número de padres. El lugar debe seleccionarse de manera tal que promueva su participación, como puede ser el salón de la entrada, los pasillos, un patio central, el área exterior de juegos entre otras.

El contenido educativo ira encaminado a interesar a los padres de familia en las actividades educativas que realizan sus hijos en los distintos momentos del horario de vida del centro infantil; éste será muy bien seleccionado y preparado, considerando que ha detener un carácter breve o informal, en que se harán demostraciones prácticas y donde al finalizar se dejarán en el lugar de la realización los materiales didácticos y juguetes utilizados con algunas notas explicativas para que puedan ser observados por los padres que no asistieron. Siempre se tendrá en cuenta que estas reuniones han de tener un doble carácter, tanto para demostrar como va la formación de los niños y las niñas en el desarrollo de hábitos, habilidades y capacidades; como para darle a los progenitores algunas ideas para la realización de actividades en el hogar que reafirmen los conocimientos que los niños aprenden en el centro infantil.

Las reuniones deben efectuarse con frecuencia, manteniendo a los padres actualizados e informados de la labor educativa que se ejerce en la institución, con el objetivo de buscar ayuda y unirlas esfuerzos para el logro del peno desarrollo de los niños.

Dentro del propio Centro infantil puede establecerse un programa en el cual se señalen los objetivos por cada año de vida de los niños que se van a trabajar mensualmente por las educadoras, los cuales podrán ser motivo de análisis en cada grupo etario.

Las características esenciales que deben tener las orientaciones que se den a los padres en las reuniones para el cumplimento efectivo de su labor educativa deben contemplar:

& Estar impregnadas de un carácter práctico y creador.
& Tener actualidad y ser de interés general.
& Estar en correspondencia de las necesidades de la mayor parte de los padres.
& Hacer la misma orientación por diferentes vías.
& Tratar de que sean fácilmente comprensibles para que lleguen al mayor número posible de padres.
& Mantener de forma sistemática el tipo de orientación y las interrelaciones más estrechas con todos los miembros de cada familia.

 

 

 
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