UNIDAD 4

 FUNDAMENTOS Y PRINCIPIOS ORGANIZATIVOS

DE LA ENSEÑANZA DE LA LENGUA MATERNA.

Las actividades pedagógicas de la lengua materna en el centro infantil, por su particular importancia y significación, han de ocupar un lugar y frecuencia predominantes dentro del horario docente, de acuerdo con los diferentes horarios de vida de los niños y sus posibilidades de rendimiento y capacidad de trabajo intelectual. Entre estos principios organizativos se encuentran:

  • La actividad pedagógica de la lengua materna no puede circunscribirse a su horario específico de realización, sino que deben reforzarse sus contenidos en todas las actividades pedagógicas del centro infantil, así como en el juego y la actividad independiente de los niños, e incluso, en los procesos de satisfacción de necesidades básicas.
  • En la realización de estas actividades, si bien la expresión oral constituye el eje central, se deben trabajar simultáneamente los demás componentes: el vocabulario, la construcción gramatical, la ejercitación fonatorio-motora, la literatura infantil (como procedimiento metodológico).
  • El educador juega un rol orientador y facilitador en el proceso de asimilación de la lengua materna, sin centrar la actividad en su persona, particularmente en los grupos mayores del centro infantil.
  • En estos grupos mayores, la realización y plan de acción de las actividades ha de seguir el método de elaboración conjunta entre los niños y el educador, en el contenido y los procedimientos metodológicos a utilizar. Esto requiere una verdadera maestría pedagógica del educador para, posibilitando la libre opinión de los niños, la actividad pedagógica se dirija a los objetivos propuestos del programa, y que ha seleccionado previamente.
  • Las formas metodológicas a utilizar han de propiciar el intercambio verbal entre los niños, la libre expresión oral, y la explicitación de sus propias vivencias y criterios.
  • En esta elaboración conjunta, en particular en los grupos mayores, los niños han de crear un plan de acción de la actividad pedagógica que van a realizar, que les permite orientarse, desarrollar y posteriormente evaluar lo que han hecho.
  • La atención a las diferencias individuales ha de ser bien estructurada y concebida previamente por el educador, dada la variabilidad del nivel de desarrollo del lenguaje de los niños dentro de un mismo grupo de edad.
  • Las actividades pedagógicas de la lengua materna, como cualquier otra actividad pedagógica del centro infantil, ha de tener una fase inicial de orientación, una central de ejecución, y otra fase de control, al final y durante las fases precedentes.

Estas actividades han de organizarse metodológicamente atendiendo a principios que son consustanciales a la educación en estas edades, y específicamente a las particularidades de la educación y enseñanza de la lengua materna. Así debe atenderse a:

1.  Que se correspondan con los objetivos propuestos.

En este sentido, como anteriormente apuntamos, el objetivo determina la actividad, y no a la inversa, y considerar las diversas alternativas para posibilitar su cumplimiento.

2.  Que tengan un significado para el niño.

Al respecto, una actividad de lengua materna debe tener siempre un sentido para el niño, y no circunscribirse a acciones en las cuales ellos no ven la relación con su vida y sus intereses. Si se pone a un niño a repetir sonidos sin sentido, pretendiendo que con esto se desarrolle su lenguje, esto no tiene para él ninguna significación, y los resultados del aprendizaje serán malos. Pero si estas vocalizaciones se incluyen en un juego de roles, la acción cobra un sentido y los resultados serán mejores.

3.  Que sean gratas al niño, para favorecer sus intereses hacia las mismas.

Una actividad rica y estimulante propicia el deseo de volver a realizarla, y a su vez consolida el interés por este tipo de tareas. Lograr en los niños una buena actitud ante la actividad pedagógica relacionada con la comunicación y el lenguaje está en muy estrecha relación con que las mismas le resulten agradables a los niños. Por eso es conveniente insertar las mismas en una atmósfera de juego y recreación.

4.  Que se adecuen a las posibilidades reales de los niños.

La correspondencia entre el contenido de las actividades de la lengua materna y las potencialidades de comunicación que tienen los niños en cada momento de su desarrollo, es una premisa fundamental para que las mismas alcancen los objetivos propuestos. Desde este punto de vista, el contenido seleccionado para la actividad verbal no debe estar por debajo de las posibilidades reales, ni tampoco muy por encima, aunque siempre deben exigir un poco más de nivel de actuación real que tengan, para que ejerzan un efecto sobre la zona de desarrollo potencial de los niños.

5.  Que posibiliten diversas alternativas de acuerdo con el contenido.

Las situaciones de aprendizaje de la lengua materna deben concebirse el poder ser abordadas de diversas maneras, porque esto permite que la estimulación adquiera facetas distintas, e incida en los niños a través de los diferentes analizadores. Una estimulación que involucra varios analizadores, y que se transmite por varias vías, tiene más efectos positivos para el desarrollo que aquellas repetitivas y monótonas, por lo que la que se hace para estimular el lenguaje, no solo debe involucrar el analizador auditivo, sino también el visual y el motor-gestual.

6.  Que permitan la planificación y logro de distintos objetivos.

Cualquier actividad de lengua materna ha de tener la posibilidad de que, al estimular uno de sus componentes, pueda ejercer también una influencia sobre las otras, lo cual estará en estrecha relación con la manera de planificar su contenido. Desde este punto de vista, se selecciona un contenido de vocabulario a trabajar, ha de posibilitarse, a la vez, trabajar los demás componentes, incluyendo los fonatorio-motores.

Desde el momento también en que existe una unidad entre lo instructivo y lo educativo, cualquier actividad tiene que plantearse también como meta el que en la realización del objetivo de aprendizaje de la lengua materna que la caracteriza, también esté implícito la formación de cualidades y rasgos positivos de la personalidad.

7.  Que en las mismas esté presente la unidad de lo cogniscitivo y lo afectivo.

El proceso de aprendizaje del niño no puede circunscribirse únicamente a la asimilación de distintos contenidos cognoscitivos, sino a su vez el desarrollo de emociones y sentimientos positivos hacia el mismo aprendizaje como tal, por la interdependencia y mutua relación que lo afectivo guarda con lo cognoscitivo, y hacia el propio idioma. Por esto las actividades no deben ser solo técnicamente bien planificadas de acuerdo con su contenido, sino también productoras de bienestar emocional y engendradoras de emociones, las cuales, como se sabe, tienen una influencia en la dirección de la propia actividad verbal.

8.  Que posibiliten distintas formas organizativas de acuerdo con el objetivo y el contenido.

La actividad pedagógica de lengua materna como tal, si bien constituye un eje importante, no es la única forma organizativa mediante la cual se puede estructurar su aprendizaje, sino que también este se puede planificar mediante otras formas, como es el juego, la actividad libre o independiente, los procesos de satisfacción de necesidades básicas, etc. Un contenido lingüístico asimilado mediante una manera, es reforzado y consolidado en la medida en que se relaciona con otras formas de la actividad, lo cual ha de estar concebido en la planificación. A su vez, dentro de un mismo tipo de actividad, los objetivos y contenidos pueden ser trabajados combinando las propias particularidades de la actividad, y en momentos, unirse a acciones motrices, por ejemplo, y en otros, mediante reflexión y el contacto verbal y la comunicación directa.

9.  Que se ajusten a la capacidad de trabajo mental y rendimiento físico de los niños.

Las actividades de lengua materna en exceso largas tienen repercusiones negativas sobre el sistema nervioso de los niños y fácilmente producen fatiga. Se hace necesario planificarlas entonces atendiendo al tiempo de rendimiento y asimilación de los niños, lo que varían de acuerdo con la edad, el régimen de vida, y el curso escolar. Esto es un aspecto muy importante en la planificación de las actividades, por la relación tan directa que tiene con las posibilidades de comunicación activa de los niños. Cada periodo del desarrollo se concibe inicialmente con una caracterización del sistema de actividades, seguida de una nueva explicitación de los objetivos, los contenidos a desarrollar para el cumplimiento de estos objetivos, y las orientaciones metodológicas para su realización más efectiva, que incluyen hacia su final los criterios para su evaluación.

 

 

 
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