El desarrollo del lenguaje y formación inicial de la inteligencia lingüística, ocupa un lugar primordial en el desarrollo del niño en este año, pues posibilita crear las premisas para la adquisición de la lengua materna, que constituye la base fundamental para la asimilación de la experiencia y de todo lo que les rodea. Esto comienza desde el momento del nacimiento y como consecuencia de las primeras reacciones significativas de estos niños a los estímulos auditivos y visuales, y que generalmente se dan en el proceso de comunicación emocional con el adulto que lo cuida, atiende, y que lo estimula a la actividad mediante el contacto con los objetos y la emisión de sonidos verbales.

Una particularidad significativa de este año lo constituye una notable regularización de las manifestaciones verbales de los niños, sin comportamientos individuales que se alejen notoriamente de la norma. Esto ha de ser atribuible a que los procedimientos de atención y cuidado de los lactantes parecen ser muy semejantes en todos los hogares y el propio centro infantil, lo que hace bastante similar la estimulación objetal-verbal que se propicia a los mismos. Es por ello que no se dan notables diferencias individuales, y casi todos los niños en este año presentan un desarrollo semejante en lo referente a su lenguaje.

La asimilación de la lengua materna es tan acelerada que, desde los momentos iniciales de la vida que se caracterizan por la presencia del grito, que es provocado por los más diversos estímulos externos e internos que actúan sobre el recién nacido, al cabo de apenas un año estos niños ya son capaces de emitir sus primeras palabras significativas y comprender de manera elemental lo que les dice el adulto y responder con sus acciones a esas órdenes.

Este desarrollado acelerado implica cambios y transformaciones constantes, que en el caso del lenguaje se suceden prácticamente de un día para el otro, lo que obliga a organizar los programas de estimulación en fases muy cortas, que abarcan a lo sumo un trimestre de la vida. Es por eso que las actividades pedagógicas a realizar con estos niños se han de estructurar en cuatro períodos:

·   Actividades para 0 a 3 meses

·   Actividades para 3 a 6 meses

·   Actividades para 6 a 9 meses

·   Actividades para 9 a 12 meses

En este sentido, y aunque las actividades a realizar siguen un sentido longitudinal a lo largo de todo el año de vida, se particularizan en cada trimestre de acuerdo con el devenir del desarrollo psíquico general, manteniendo aquellas de un trimestre a otro que continúan ejerciendo una influencia en los períodos posteriores. De esta manera se aplica un enfoque dialéctico del desarrollo y se valora a la inteligencia lingüística como un proceso en constante formación y maduración.

Por otra parte, toda actividad estimulatoria que se realice con niños de esta edad ha de formar parte de un sistema científicamente dirigido y tomando en consideración sus particularidades del desarrollo, por lo que cada trimestre ha de estar encabezado por los índices del desarrollo que se suceden en el mismo, de modo tal que los educadores puedan comprender el sentido de las actividades que realizan con estos niños y puedan elaborar de manera más apropiada y técnicamente mejor concebidos los objetivos y fines de cada una de estas actividades.

 

 

 
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