• Cambio de la denominación de los objetos empleando terminaciones variadas.

Comprender que una palabra puede ser modificada añadiéndole una terminación diferente.

Usando cuentos y narraciones, pequeñas poesías y rimas, juegos y cantos, el educador orientará a los niños a que cambien el nombre de un objeto conocido y ya incorporado a su caudal léxico, para que se percaten de que aunque se pronuncie de manera diferente sigue siendo el mismo objeto, pero que ahora sólo varía en una cualidad dada.

Así, pueden usar diminutivos, como “caballo-caballito”, “gato-gatito”, “perro-perrito”, “pez-pececito”, aumentativos “muñeco-muñecón, “perro-perrazo”, “elefante-elefantote” y otras terminaciones “chico-chicuelo”, “casa-casucha”, entre otras.

Este contenido puede combinarse con otros, como es el de hacer oraciones largas o agregar palabras a frases, lo importante es que los niños se percaten de que la palabra puede variar pero sigue siendo la misma palabra en esencia.

  • Cambio de la significación de las palabras por adición de partes.

Hacer que los niños comprendan que una palabra puede modificar el significado de otras.

Esta actividad es semejante a la anterior, con la diferencia de que aquella, mientras cambiaba la denominación por el uso de una diferente terminación, ahora puede cambiar todo el significado de la palabra por agregársele diversas partes.

El educador puede crear un juego de “acabar palabras”, en que usando diversos procedimientos (juegos verbales, rimas, preguntas, etc.) se selecciona una palabra cualquiera, por ejemplo “perro” y pide a los niños que les quiten una parte (generalmente en este trimestre la sílaba o sílabas finales) y les agreguen lo que quieran para hacer una nueva palabra.

Así, ellos pueden decir “perro...pe...pedazo”, “perro...pescado”, etc. Si ellos no se sienten seguros de cómo hacerlo, el educador ha de tomar un rol principal: “A ver, escojo la palabra (perro), y digo ahora pe...pe...¿qué le puedo agregar? Esto hace que los niños se percaten de lo que se les pide y empiecen a participar activamente.

El educador ha de llamar la atención de que tan sólo quitando y poniendo partes cambia el sentido de lo que se dice, se crean nuevas palabras, pero no ha de tratar de que ellos lo interioricen, sino tan sólo que se den cuenta de que esto es un hecho posible.

Los términos a utilizar han de ser “partes”, “pedazo”, “miaja” o similares, evitando usar la palabra “sílaba” o “sílabas”, porque ellos aún no han incorporado este conocimiento a sus recursos lingüísticos.

  • Introducción de palabras generalizadoras sobre objetos, personas, animales y plantas.

Comenzar la comprensión en los niños de que existen palabras que abarcan clases de objetos.

Aunque los niños en estas edades han usado palabras generalizadoras desde la edad temprana, su uso es limitado y dado por la imitación, sin que comprendan realmente la extensión del concepto.

Ahora se pretende que ellos se den cuenta de que no solamente hay palabras que designan una clase de objetos (perro, silla, taza, carrusel) sino que también existen otras que engloban varios tipos de estos objetos.

En la realización de esta actividad el educador puede utilizar láminas, representaciones, objetos reales, fotos y diapositivas, en fin, cualquier medio que pueda representar los diferentes objetos que se presentan.

Así, puede organizar “una visita al zoológico” en la que sobre una mesa baja o espacio apropiado coloque diferentes representaciones de animales: león, elefante, jirafa, rinoceronte, avestruz, entre otros, e introducir la palabra “animal” cada vez que se hable o se seleccione uno de ellos. Así, puede preguntar “¿Qué animal es este?, y cuando le contesten, por ejemplo “el hipopótamo”, volverá a preguntar “¿Y este otro animal?”, y así sucesivamente con el resto. Luego, al final de la actividad, puede preguntar “¿Qué os parecieron los animales del zoológico?” o “¿Cuántos animales había?”. Así, de manera indirecta los niños comprenden que hay muchos nombres, pero que todos son animales.

Esta misma acción se hará con las plantas y objetos (muebles, juguetes, vajilla, entre otros), dejando para el final, una vez consolidados estas generalizaciones más fáciles para empezar con las personas (militar, trabajador, artista, etc.).

  • Realización de diálogos sobre objetos no presentes.

Desarrollar en los niños la habilidad de hablar de objetos y cosas que no están en su experiencia sensorial directa

Para esta actividad sólo se requiere que el educador se asegure de que los objetos o cosas de las que hablará con los niños sean conocidos por estos (donde están, como se llaman, como son, etc.), ya que el objetivo no es que ellos memoricen su ubicación o características, sino que sean capaces de decir cosas de algo que no están contemplando en ese momento.

Estos objetos pueden estar en el entorno inmediato (otra clase del centro infantil, en el área exterior, en otro lugar del centro), en las inmediaciones (como puede ser un monumento cercano, alguna tienda significativa que todos han estado, un parque conocido) o más lejanos (el zoológico, el aeropuerto, el cuartel de bomberos), pero no necesariamente siguiendo un orden progresivo de distancia, pues algo lejano puede ser mucho más asequible y conocido que otro contiguo.

Los procedimientos pueden ser variados: una conversación, una descripción sencilla, un juego verbal, entre otros, en los que se introduce el referirse al objeto seleccionado para hablar y que siempre ha de estar fuera del campo visual de los niños.

  • Realización de actividades productivas diversas sobre las que se hagan intercambios verbales o diálogos.

Propiciar en los niños la emisión de criterios respecto a productos de su actividad.

La realización de esta actividad implica la realización de una actividad productiva previa, individual de cada niño, o colectiva del grupo, tales como la elaboración de un dibujo, de una construcción, de modelos en barro o plastilina, la creación de un collage o de un mural, sobre los cuales se propicia una vez terminados el hacer un relato, o intercambiar preguntas y respuestas, o simplemente decir cosas respecto a lo que se ha hecho.

Lo importante de esta actividad es que se hable del producto que se ha elaborado, para hacer que los niños se expresen verbalmente y emitan opiniones sobre la obra realizada.

Esta actividad es de particular importancia porque se vincula con aspectos de educación moral y social, la valoración del trabajo hecho, entre otras cosas, porque siempre se refiere a una obra común que todos han realizado, aunque cada dibujo, o modelo, o recortado haya sido hecho de manera individual por cada niño.

La obra común realizada puede ser dejada en exposición para hacer referencia durante un tiempo a la misma, e incluso irle añadiendo más productos (viñetas, dibujos, recortes, etc.) que la actualicen y favorezcan la emisión de nuevos intercambios verbales.

  • Realización y explicación de las acciones realizadas en las actividades pedagógicas.

Iniciar en los niños el análisis de su propia actividad y verbalizarlo.

Este es un contenido de la lengua materna que ha de realizarse en todas las actividades pedagógicas que los niños realicen durante el día. Su objetivo primordial es que ellos empiecen a comprender como realizan las cosas y sean capaces de hablar de ello, lo cual no solamente colabora a su expresión verbal sino también a concienciar sus modos de acción, lo que influye decididamente en su desarrollo intelectual.

El educador, luego de concluir la actividad específica, pregunta a los niños seleccionados como hicieron su tarea y que tuvieron que hacer para tener éxito en la misma, esto persigue que ellos se vean estimulados a hacer un análisis de su acción, lo cual significa realizar un pequeño recuento organizado de la misma, de algo que se acaba de hacer.

La actividad puede concluir con un análisis por todo el grupo sobre la base de lo que han expresado los niños escogidos.

Este contenido es permanente en las actividades a partir de este trimestre escolar, pues el mismo constituye la base de procedimientos mentales más complejos que se empezarán a ejercitar en el quinto año de vida.

  • Recuento de las actividades de la rutina diaria.

Estimular la memoria verbal y organizar la expresión verbal de hechos y acciones realizadas.

El educador, en pequeños grupos o con todo el grupo si lo estima conveniente, se sentará con los niños a su alrededor al final del horario del día y antes de la recogida de los padres, para que aquellos narren o relaten lo que han hecho durante esa jornada, procurando que puedan emitir criterios de valoración sobre lo realizado.

La misma ha de procurar que los niños hagan referencia a toda la jornada, y no solamente a las cosas que acaban de realizar o más inmediatas, para ejercitar el recuerdo y el recuento pormenorizado de las actividades.

Esta actividad puede combinarse con una breve exposición de lo que se pretende hacer al día siguiente, sobre la base de lo expuesto, para estimular a los pequeños a que se refieran al futuro inmediato. De igual manera se puede hacer referencia a lo que se hará luego cuando lleguen a casa esa misma tarde.

  • Relato de experiencias combinadas en tiempo presente y pasado.

Hacer que los niños relacionen verbalmente su actividad presente con la pasada

La importancia de esta actividad radica en que a través de la misma los niños han de establecer un vínculo entre su acción actual y la realizada anteriormente, y no solamente el tratamiento separado de los casos temporales del presente y el pretérito.

Esto requiere de la organización de algún tipo de tareas que ha de llevar varios días en su elaboración o realización, como puede ser la creación de un collage, de un mural, de una exposición de trabajos. La misma puede combinarse con contenidos de la expresión plástica (dibujo, pintura, modelado, recortado, etc.), de la educación ambiental (recolecta de materiales reciclables, cuidado del huerto) u otros contenidos del programa educativo.

El educador ha de programar las tareas a realizar cada día, y durante las mismas les preguntará que hacen, para recibir respuestas tales como “Recorto las flores para pegarlas en el mural” o “Estoy dibujando las cenefas”, después de realizadas estas acciones, hacer con los niños un recuento de lo hecho hasta el momento, “Yo recorté las flores que se pegaron al mural” o “Dibujé las cenefas”, y al final de la actividad concatenar estas acciones con las efectuadas el día anterior: “¿Y ayer que hiciste?”... “Ayer también recorté flores para el mural” o “No, ayer no dibujé cenefas, hice también flores para pegarlas”.

De esta manera los niños vinculan su actividad del día con la realizada la jornada anterior, y se ejercitan en el uso del tiempo pasado, en el que, todavía en este año de vida presentan dificultades ocasionales en su utilización correcta.

  • Realización de encargos y recados complejos.

Estimular la memoria verbal y el seguimiento de instrucciones verbales con variantes.

La actividad de realización de encargos se promovió anteriormente, pero en aquel caso los mismos eran breves y lineales, tal como ir y solicitarle a un educador de otra clase que el suyo le solicitaba le prestara determinado objeto o juguete, u otra cosa semejante, o trasmitirle una determinada frase, etc.

Ahora se pretende que estos encargos y recados sean más complejos e impliquen la posibilidad de variantes dadas las respuestas ofrecidas. Para esto se han de poner de acuerdo los educadores de ambos grupos, y el de los niños seleccionados. Se le pide que vaya a la otra clase y le solicite que le envíe, por ejemplo, el bote de pintura roja, pero (y ahora viene la variante) si le dicen que está usando dicho bote, que le solicite entonces que le mande el rotulador verde.

Esto les obliga a retener en su mente ambas posibles variantes (que claro está, será la segunda la que se les haga utilizar).

En este trimestre solo se usarán dos variantes simultáneamente.

  • Realización de actividades fonatorias par la respiración.

Enseñar a los niños a respirar de manera apropiada para la emisión verbal.

Las actividades para la fluidez y la articulación del primer trimestre se mantienen en el actual con las mismas particularidades.

Los ejercicios respiratorios se iniciaron en el año anterior, en que se les enseñó a los niños a expirar (soplando las velitas de una torta de cumpleaños) e inspirar (oler el perfume de una flor).

Ahora con la misma metodología, se les solicita que inspiren ampliamente, pero cuando exhalen el aire, que lo hagan suavemente pero diciendo un sonido, preferentemente de cualquier vocal “aaaaaaaaaa”, o algún sonido combinado (no usar la palabra “sílaba”), como puede ser, por ejemplo, “mmmaaaaaa” o “tttuuuu”, solicitando hacerlo cada vez un poco más alto. Esta ejercitación ha de hacerse solamente tres o cuatro veces en una tanda, para no cansar a los niños, pues esta emisión verbal exige un esfuerzo físico.

Es necesario recordar que los ejercicios para la respiración son los más difíciles de incorporar  de manera lúdica, pero la creatividad del educador puede posibilitar formas de hacerlo.

También hay que tener presente que la metodología insiste en poner el tronco del cuerpo derecho, no importa si de pie o sentados, los niños inspiran profundamente el aire por la nariz hasta llenar el pecho sin levantar los hombros. Luego se echa el aire por la boca pronunciando la vocal suavemente, sin entrecortarla y después se va haciendo más complejo, expirando el aire con sílabas. Igualmente es importante memorizar que no se puede tomar aire para terminar la expiración.

 

 

 
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