El tercer trimestre escolar integra todas las actividades precedentes y constituye una fase trascendental en el desarrollo del lenguaje porque, gracias a la estimulación anterior, los niños alcanzaran un logro importante: la posibilidad de establecer una conversación.

Todas las actividades anteriores se han de continuar ejercitando en el trimestre actual, añadiendo algunas que implican nuevas formas de comunicación oral.

En este sentido se recomiendan las siguientes actividades:

§  Realización de conversaciones sencillas

Lograr que los niños realicen una conversación de tipo situacional.

Se dice que la conversación es situacional porque está en estrecha relación con el objeto o contexto en que se desenvuelve el contenido de la conversación, pues al niño en esta edad no le es posible hablar de cosas muy alejadas de su propia experiencia cercana.

La conversación es una fase superior del diálogo e implica una participación activa tanto de los niños como del educador. En la conversación estos no se concretan exclusivamente a responder, sino que también hacen preguntas, siguiendo el hilo de lo que se pretende comunicar, y en la que se introducen diversas formas gramaticales afirmativas, exclamativas, etc.

Cualquier actividad puede dar pie a una conversación, pues por lo general los niños expresan verbalmente lo que ven, y si el educador tiene suficiente maestría pedagógica podrá generar una conversación colectiva con ellos y entre ellos, introduciendo exclamaciones,  comentarios, preguntas, interjecciones, que propicien  respuestas: “¡No  me digas!”, “¿Qué te parece?”, “¡Ah!, ¿Sí?, ¿Qué tú crees?”, “¡Que bien!”, “¿De veras?”, “¡Que cosa!”, por sólo nombrar unas pocas que estimulen el  intercambio verbal entre ellos.

En este año de vida, para fortalecer la comunicación del niño con los adultos y los otros niños, se iniciará su participación en conversaciones sencillas. Para lograr este objetivo se utilizará al inicio el procedimiento de preguntas y respuestas como forma simple del lenguaje dialogado. Luego se irán introduciendo otras formas gramaticales que enriquezcan el diálogo.

Ya al final de este trimestre escolar, los niños deben ser capaces de establecer una comunicación de carácter situacional con el adulto, en que no solamente se concreten a responder o reproducir lo que el educador les preguntó, sino que parta de ellos la iniciativa de la conversación, que hagan preguntas respecto a lo que se habla, y sobre la base de la respuesta que obtienen del educador, tengan una conversación simple con el mismo.

Ahora bien, en los diálogos y conversaciones con los niños, si bien las  preguntas son importantes, se redunda en que no deben constituir la única forma de inducir respuestas, ya que se pueden habituar a sólo responder  cuando se les pregunta, y no de manera espontánea.

El educador también puede emplear descripciones sencillas de objetos y láminas para favorecer que los niños se expresen sobre ellos, estableciendo conversaciones cortas y cuidando siempre el empleo correcto de las estructuras gramaticales que se utilizan.

Otro recurso valioso para el logro de este objetivo es el paseo, que puede realizarse en la propia clase, en las áreas exteriores, a otras dependencias del centro y sus alrededores.

En el transcurso del paseo se guiará la observación de los niños hacia los objetos que se quiere destacar. Sobre la base de lo que expresen, el educador los motivará a decir otras cosas, y si surgen frases en que expresen sus vivencias con este objeto, estimulará la  conversación, guiando el diálogo. De esta manera, el objeto del cual se pretende que se hable, sirve como chispa inicial de la conversación y el educador propiciará este intercambio, sin que se concrete exclusivamente a hablar cosas del objeto o pretender que los niños asimilen  su conocimiento como objetivo principal.

Estas conversaciones no serán exclusivamente entre el educador con cada uno de sus niños, sino que la misma ha de promover que se hagan también conversaciones de tipo grupal y en la cual todos expresen criterios, opiniones, deseos. Las distintas actividades de la rutina diaria, y en particular las pedagógicas, constituyen vehículos idóneos para promover estas comunicaciones colectivas, lo cual se promueve facilitando el intercambio amplio, e incluso permitiendo respuestas a coro, que sirven de trampolín a expresiones verbales más sosegadas y típicas de una conversación.

§  Realización de paseos cortos al exterior del centro infantil

Familiarizar a los niños con personas ajenas para intercambio verbal.

Esta actividad, que es propia del área de conocimiento de la vida social, es un vehículo importante para el desarrollo del lenguaje y de la inteligencia lingüística en los niños de estas edades.

El educador ha de promover que en estos paseos ellos tengan posibilidades de intercambiar oralmente con las personas en los lugares que visitan, tanto para la comunicación habitual, como para la incorporación de nuevas palabras propias de las profesiones o actividades de dichas personas.

Así, si se visita una carpintería, los niños aprenden a relacionarse verbalmente con otros adultos fuera de su aula y su hogar, pero a su vez aprenden palabras como carpintero, serrucho, clavos, sierra, escuadra y mil otras propias de dicha actividad, y que conocen en su intercambio con el personal que allí trabaja.

§  Participación en el planificación de las actividades a realizar en la rutina diaria

Crear las premisas de la planificación conjunta de los niños con el educador en la realización de las actividades

Los niños han de tener la posibilidad de emitir criterios sobre las actividades que van a realizar durante el día, esto, ha además de colaborar al desarrollo de su personalidad, les ayuda a comunicarse de acuerdo con sus ideas.

Este tipo de acción que va a caracterizar las actividades a partir del próximo año, ha de empezarse en este último trimestre, como preparación para la misma.

En la fase de orientación de la actividad, de forma muy sencilla y siempre que la actividad lo permita, el educador organiza un diálogo colectivo sobre lo que van a hacer para despertar en los niños el razonamiento sobre lo que van a decir.

Por ejemplo, en una actividad donde el objetivo sea utilizar palabras que designen las acciones realizadas por personas conocidas, el educador puede decir a los niños: "Hoy vamos a hablar del trabajo que hace la cocinera en la escuela infantil. ¿Cómo les gustaría hacerlo?”

Sobre la base de las respuestas de los niños "Ir a visitar la cocina" o “¡Que venga a la clase a hablar con nosotros!”, entonces el educador organiza la actividad, si bien al principio de este trimestre escolar es muy probable que tenga que jugar un papel más directo, por el bajo nivel de desarrollo del habla que aún presentan estos niños.

§  Enumeraciones elementales de características de animales y objetos

Iniciar en los niños la habilidad de describir un objeto

Aunque en realidad el niño van a decir características del animal u objeto que observan (real, en una lámina, en una diapositiva) esto no constituye aún una descripción, sino tan solo una enumeración de los detalles más destacados de los mismos.

El educador ha de presentar el modelo y solicitar a los niños (puede ser de manera individual o plantear la tarea a todo el grupo) que digan como es, que hace, cuales son sus partes, y muchas otras preguntas, para que ellos contesten uno a uno o en coro si surge. A su vez el educador repetirá las frases que digan los niños, de primera intención tal como la dicen (aunque con la dicción correcta) y luego añadiéndoles algunas otras palabras, así, por ejemplo, si uno de ellos dice “El perro tiene las orejas grandes”, ella responderá. “Ah, el perro tiene las orejas grandes. Pero también tiene las patas y el rabo grandes, ¿no es así?” esto llama la atención de sus niños sobre otros detalles del animal y propicia más intercambios verbales.

Esta actividad puede considerarse como una premisa para la habilidad de describir objetos, personas y animales, que ha de comenzar en el siguiente año de vida, por lo que se considera preparatoria de la misma y a la cual se le ha de prestar gran atención.

§  Ejercitaciones de la voz, con sonidos.

Estimular los órganos fonatorios y motores relacionados con la pronunciación y articulación de sonidos.

Esta metodología se inicia en este trimestre con la emisión de sonidos, y luego se ha de continuar con acciones más complicadas en el siguiente año.

En este momento consiste en la emisión de susurros largos, y para los cuales se les ha de solicitar a los niños que manteniendo los labios estirados y semiunidos, traten de emitir algunos sonidos. Para esto se creará una atmósfera lúdica, por ejemplo, de dos guardianes que están cuidando un castillo, y que tienen que comunicarse sin que el “enemigo” los vea hablar, por lo que han de mantener los labios unidos, pero no del todo, y decir sonidos a través de ellos. Esto suele causarles mucha risa, particularmente cuando el educador les enseña a hacerlo, y posibilita un buen clima emocional para la realización de otras actividades más complejas.

§    Combinación de pronunciación de sonidos con entonaciones.

Ejercitar posiciones de emisión de sonidos con diferentes tonos de voz.

La actividad de referencia pretende unir dos contenidos en un solo propósito, en esta caso la pronunciación de los sonidos (que sigue la metodología anteriormente descrita en el primer trimestre) con la emisión de diferentes entonaciones de voz.

Así, si el niño está realizando la pronunciación de un sonido cualquiera, como puede ser el de la / f / seguido de una vocal fffa-fffa-fffa, se le puede solicitar que primero lo diga como lo diría la hormiguita (bien agudo), luego como el mono (mas grave) y finalmente como el león (el más grave y ruidoso), de esta manera el ejercicio se acompleja, estimula más estructuras fonatorio-motoras y se encuentra otro recurso de juego para hacer la actividad.

También se combina agregándole una distinta entonación: Decir fffa-fffa-fffa en tono de sorpresa, de alegría, de tristeza, entre otras, lo cual incluso puede incorporarse dentro de un relato o narración.

§  Hacer muecas frente a un espejo.

Movilizar los músculos de la cara, labios y la lengua.

Frente a un espejo grande el educador sitúa a los niños para que estos hagan las muecas faciales que estimen convenientes, a la vez que observan como sus rostros cambian con las expresiones que asumen. Si algunos no saben que hacer el educador les puede sugerir que hagan como hace el mono, o el payaso en el circo, o el lobo cuando se encuentra con Caperucita Roja, entre otras sugerencias. En último caso puede brindar el modelo con aquellos que aún con la estimulación verbal no saben o no se atreven a hacerlo.

El educador ha de insistir que los niños hagan muecas extremas, con grandes estiramientos de los labios, sacar y meter la lengua, dirigirla hacia las comisuras, etc., integrando los anteriores ejercicios fonomotores para hacer estos gestos faciales.

§  Realización de recuerdo de las actividades del día.

Ejercitar la memoria verbal y la expresión oral.

Trabajando con grupos pequeños el educador se sentará con algunos niños para preguntarles que hicieron en el día, como lo hicieron, que les pareció la jornada, entre otras preguntas.

La actividad busca que los niños se expresen sobre sus vivencias en un pasado inmediato, obligándoles a utilizar este tiempo gramatical, a la vez que les sirve de recordatorio de lo que han hecho.

Una vez terminada esta parte, el educador les puede preguntar que van a hacer después de que se vayan del centro infantil, para ejercitar el tiempo futuro, de carácter inmediato o cercano, y luego proponer que les gustaría hacer al día siguiente, con vista a tratar el futuro un poco más lejano. Todo esto ha de hacerse dentro de una conversación colectiva del pequeño grupo de niños, luego el educador pasará a otro, y así sucesivamente hasta completar su grupo de niños.

§  Utilización de juegos para búsqueda de palabras.

Iniciar en los niños la asimilación del concepto de la palabra.

Lo fundamental de esta actividad es que, mediante los más diversos juegos y actividades verbales, se comience a introducir en los niños en su caudal de conocimiento léxico el término “palabra”. Ahora no se pretende que ellos aprendan el concepto, sino solamente atraer su atención hacia algo que el educador denomina como “palabra” y que puede ser muy diversa.

Así, por ejemplo, puede hacer un relato corto y decirles a los niños que cada vez que diga la palabra “princesa” ellos deben levantar su mano o decir “Dijo princesa”, a lo que el educador aclarará “Ah, dije la palabra princesa”, luego tomará otro término y as sucesivamente varias veces en el cuento, para que los niños se percaten de que no importa lo que se diga, lo que se mantiene es que es “una palabra”.

También se pueden hacer juegos verbales, y de otra naturaleza, que insistan en el uso de este término, ello va familiarizando a los niños con algo a lo que se le llama “palabra”, sin que se pretenda aún que comprenda que cosa es una palabra como concepto.

§  Escuchar grabaciones y ver vídeos en grupos pequeños.

Estimular el intercambio verbal grupal sobre lo visto u oído.

Esta actividad se comenzó desde bien temprano en el desarrollo evolutivo del lenguaje, ahora lo que se pretende es que se refuerce el análisis grupal de lo visto u oído, para ejercitar la memoria verbal y el recuento oral.

El educador situará a un pequeño grupo, no más de cinco o seis niños, a escuchar una grabación determinada o ver un vídeo específico, y cuando concluyan, promoverá el análisis y discusión de lo que se vio y escuchó, para que ellos emitan criterios, y de esta forma se organice un intercambio verbal entre ellos, procurando que el mismo no se desvíe mucho de lo experimentado anteriormente, pues esta actividad persigue ahora que ellos hagan un recuento oral de lo visto y oído y no de cualquier cosa.

 

 

 
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