OLAVO, EL MAR Y LOS PECECITOS DE COLORES

CURIOSIDAD

Olavo era un niño muy curioso y observador, le gustaba descubrir todo a su alrededor.

Si él veía una hormiga, la seguía para saber donde vivía, si le regalaban un juguete, enseguida intentaba desarmarlo para armarlo nuevamente. Cuando iba a pintar, le gustaba mezclar los colores de pintura para acompañar maravillado el surgimiento de un nuevo color.

Lo que realmente dejaba a Olavo curioso era el mar con su maravillosa inmensidad. Siempre que le era posible, Olavo dejaba sus juguetes y juegos para ir al muelle, solamente para contemplar el mar y los marineros que partían para aquella inmensidad.

Contemplaba, contemplaba y contemplaba el mar y sus ojos ni siquieran pestañeaban.

Ellos parecían cada vez más llenos de aquella belleza azul.

Una tarde con poco sol, fue Olavo nuevamente hacia el puerto.

Llegando allá vio un barco bien pequeño. Olavo miró para todas partes y como no vio a nadie decidió dar una vuelta en barco. Soltó las sogas que ataban al barco y partió, feliz, cantando. El mar fue llevando al pequeño barco hacia lejos lejos.

Cuando Olavo no conseguía ver más el muelle se quedó un poco asustado e intentó volver, con un remo que estaba en el barco, pero éste era muy pesado para él.

Olavo se quedó triste y empezó a pedir socorro. Gritaba cada vez más fuerte.

¡S O C C C O O O R R R O O O ! Pero no serviría de nada gritar, nadie lo escucharía desde tan lejos.

Sin embargo algunos pescaditos que nadaban por allí oyeron los gritos y comenzaron a saltar en el agua para estar seguros de lo que oían, y vieron que el niño estaba solo en el barco.

Un pescadito amarillo sintiendo lástima por el sufrimiento del niño sugirió al grupo en tono de orden:

¡Vamos a ayudarlo! Los otros pescaditos se reían de él diciendo. ¡"Tú te volviste loco!" o " Qué es lo que yo tan pequeñito, puedo hacer por él ". Por ese motivo el pescado amarillo respondió: "Yo no dije que yo puedo ayudarlo. Yo dije que nosotros podemos ayudarlo. Si nos juntamos en un inmenso cardumen, podremos empujarlo hasta el muelle.

Y después de todo no estamos tan lejos. Y comenzó a invitarlos:

"Pescadito azul, ¿me ajudas tú?" Y escuchó del amigo. "Sí, te ayudo".

"Pescadito negro, ¿me ayudas tú?" "Claro"

"Pescadito verde, ¿me ayudas tú?" "Sí"

"Pescadito marrón, ¿me ayudas tú?" "Con placer"

"Pescadito blanco, ¿me ayudas tú?" "Con seguridad".

"Pescadito rojo, ¿me ayudas tú?" "Es para eso que estamos los amigos" .

"Pescadito gris, ¿me ayudas tú". "Puedes contar conmigo" y de este modo en poquísimo tiempo eran centenas y comenzaron a empujar el barco y cuando Olavo se dio cuenta ya estaba llegando al puerto.

Cuando Olavo bajó del barco miró hacia atrás y vio varios pescaditos multicoloridos saltando en el agua. Saludó a los pescaditos irguiendo su brazo como gesto de agradecimiento. Y el mar continuó aún más misterioso y maravilloso ante los ojos de Olavo.


AUTOR:
IRita Márcia Magalhães Furtado
PAIS: Brasil
E-MAIL: rmmfurtado@uol.com.br