LAS MADRES EXPLOTAN COMO LOS GLOBOS DE COLORES
AMOR FILIAL

Mi madre es una madre cariñosa y buena, es bastante mayor, debe tener 30 años o más, y hace muchas cosas, ayuda a mi hermano con los deberes, lava a Luky nuestro perro, también lo saca a pasear muchas veces, va a trabajar, nos cuida cuando tenemos catarro, nos compra unos helados muy ricos en verano y también nos lleva a la playa. Yo la quiero mucho.

Pero un día se enfadó.

Mi hermano probaba sus nuevos altavoces y el suelo vibraba; a mi perro y a mi nos gustaba porque los sonidos parecían hormigas que se nos metían en el cuerpo al ritmo de TACHÁN TACHÁN, pero a mi madre aquello no le gustaba nada. Ese día comprendimos que las madres pueden explotar como los globos de colores.

Era un día de otoño y estábamos a punto de merendar unas torrijas, la música subía de volumen y desde la escalera Luky y yo vimos como mi madre llamaba a mi hermano, sin que él se diera cuenta. El sonido de la música subía al mismo tiempo que los ojos de mi madre cambiaban de color. Las llamadas dejaron de ser llamadas para convertirse en agudos alaridos raros y desconocidos; entonces ocurrió. su cara comenzó a hincharse lentamente hasta convertirse toda ella en un inmenso globo rojo .Mi madre ya no era mi madre , era un globo con la fuerza de un huracán y 14 truenos juntos, truenos estrepitosos que hicieron temblar la casa y el ordenador de mi hermano. Y entonces ocurrió:¡ PUUUUUUM!, EXPLOTÓ , y el globo rojo en el que se había convertido, al romperse, dejó miles de pequeños trozos de rabia esparcidos por toda la casa.

Luky y yo nos quedamos quietos, más que quietos, paralizados; casi sin respiración y con los ojos bien cerrados. Se oyeron dos portazos y un silencio aterrador.

Mi hermano entró y salió del baño tres veces y mi madre se puso a planchar de repente.

Cuando pasó un tiempo, no se cuanto, decidimos respirar y salir al exterior, ella estaba sentada con la mirada perdida en la ventana, su cara estaba pálida y extraña. Nos acercamos sin hacer ruido; Luky , como es un perro, lo entiende todo mejor que yo, así que se sentó a su lado y posó la cabeza sobre sus pies ;yo noté algo raro en la garganta, me acordé de mis días tristes y corrí a mi habitación , abrí el armario y allí ,en una esquina olvidado estaba mi viejo chupete; se lo puse en la mano .

Como por arte de magia, su cara comenzó a transformarse, el color volvió a sus mejillas, sus ojos volvían a brillar y apareció la sonrisa que más me gustaba del mundo, mi madre volvió a ser mi madre, menos mal.

Ella me dio un beso de los que suenan, mientras Luky dormía placidamente.

Las madres son así, hay que quererlas mucho porque pueden explotar.


AUTORA:
Mª Teresa González González
PAIS: Asturias, España
E-MAIL: jumay@telecable.es