LA BRUJA CASASUCIA


AMOR AL ESFUERZO Y AL TRABAJO CONJUNTOS
LABORIOSIDAD
ORDEN
RESPOSABILIDAD
AMOR FILIAL
TOLERANCIA
COOPERACIÓN Y AYUDA MUTUA
AMISTAD
AMABILIDAD

RESPETO A LA DIVERSIDADJUSTICIA

Había una vez una familia que vivía en una casa humilde pero muy limpia en un bosque bien poblado de árboles hermosos, de un país que tenía grandes montañas. Sólo vivían la madre, la hija llamada Pepita y el hijo Manolito. El papá se había ido a trabajar a otro país porque eran muy pobres y en el bosque ya no ganaban dinero suficiente para mantener a toda la familia. Así que se fue de emigrante a un país rico. Cuando volviera, con el dinero ahorrado, toda la familia se iría a vivir al nuevo país, así Pepita y Manolito podrían ir a la escuela y aprender mucho.

Pero un día la madre se puso muy enferma con la gripe y no se podía levantar de la cama porque le dolía todo el cuerpo y no tenía fuerzas para nada.


Pepita y Manolito cuidaban mucho a su mamá, que fue recobrando las fuerzas y cada vez se sentía mejor.

Manolito era un crío muy apañado. Hacía la comida, fregaba los platos, limpiaba el suelo, lavaba la ropa, tendía, planchaba, colocaba la ropa, hacía tartas, natillas, bizcochos…Y cuando limpiaba el polvo manejaba el plumero como un artista su pincel.

Pero Pepita era un primor de niña. Cortaba madera con un hacha muy afilada porque los inviernos en el bosque eran muy fríos y la chimenea necesitaba leña, lo mismo que el fogón de la cocina. Y como era tan primorosa acarreaba cubos de agua. Ordeñaba la vaca y llevaba la leche a casa en un supercubo grandísimo. Además era una estudiante muy buena que sobresalía en matemáticas. Su madre les enseñaba todos los días a leer, a escribir bien, a realizar operaciones matemáticas, etc. No porque vivieran lejos del pueblo se iban a quedar como un par de analfabetos. Cuando se fueran a vivir al nuevo país seguro, segurísimo que aprenderían pronto y cumplirían todos sus sueños.

Una mañana Pepita pensó: -“Como he terminado todas mis tareas me voy a dar un paseo por el bosque y anda que anda, que andarás….

se encontró…”
“…. a su amigo el Lobo No Feroz”.-Hola Pepita. ¿Cómo está tu madre? –preguntó su amigo.
- ¡Qué susto me has dado, amigo Lobo No Feroz. Mi madre está muy bien y ¿tú cómo te encuentras?
- Estoy perfectamente, gracias –respondió el lobo muy educado y cortés.

Y su amigo el Lobo No Feroz le regaló los… “polvos de la risa” y… ¡Cómo se reían!

Manolito también fue a dar un paseo por el bosque, de verdad que hacía un día precioso y agradable, con un sol espléndido que regalaba buenos rayos de su energía, de su fuerza. Y se encontró a una bruja muy buena, muy buena, buenísima… pero un poco guarrilla sí que era. Desde el primer momento se hicieron buenos amigos:
-¡Entra, hijo, que te voy a preparar un chocolate!

Tenía la casa que daba pena ver el desorden y la suciedad que reinaba por todas partes.

Pero como Manolito era tan apañado decidió ayudarla. Entonces la Bruja Casasucia le dijo:
- Manolito, los hombres no limpian, ni friegan, ni hacen nada en la casa, pero nada, ¡eh!. Las tareas de la casa sólo son de mujeres y niñas. Ya lo sabes, chico.
- Señora ¡qué antigua es usted! Mi papá es un inmigrante y vive en un país moderno, donde todas las personas ayudan en las tareas del hogar: el padre, la madre y los niños y niñas también colaboran en todo lo que pueden.
- Perdona, Manolito, yo no sabía nada de la vida moderna. ¡Cómo vivo tan sola en este rincón del bosque! ¡Cómo cambian los tiempos!

Cuando Casasucia vio su casa tan limpia y tan ordenada no quería que se fuera Manolito.

- No te vayas que si no estaré otra vez muy triste y sola –suplicó la bruja con pena. Te regalaré mi murciélago.
- No puedo quedarme, querida amiga- respondió Manolito.
- Te regalaré mi búho sabio –chantajeaba la bruja.
- Perdone, Bruja Casalimpia, pero yo tengo que vivir con mi madre y mi hermana. Pero prometo visitarla de vez en cuando.

Pero de pronto, apareció….¿…? ¡Pepita! Que echó los “polvos de la risa” y la Bruja Casalimpia se reía tanto, que se le aflojaron las piernas y se cayó al suelo.

-¡Para, para, no eches más “polvos de la risa” que si no me voy a explotar como un globo, ja, ja, ja… ¡Ay, ay, mi culo plim-plom al suelo cayó –decía la Bruja Casalimpia sin poderse aguantar la risa.
Y Casalimpia prometió a Manolito que nunca jamás sería Casasucia. Y los tres se fueron a pasear y llegaron al hogar de Pepita y Manolito. Allí estaban esperando la madre y el Lobo No Feroz, que ya estaban preocupados por la tardanza de la hermana y del hermano.

Y todos y todas fueron muy felices comiendo manzanas con perdices. Y dicen que cuando se marcharon al nuevo país toda la familia escribía cartas a sus amigos del bosque, especialmente a Casalimpia y al Lobo No Feroz.

 

 
Autor: Remedios Torres Fernández
País: España
E-Mail: memedys@hotmail.com