LA GALLINA IDIOTA


AUTOESTIMA
CONFIANZA EN SÍ MISMO/ MISMA.
SINCERIDAD.
SENSIBILIDAD.
VALENTÍA PARA CAMBIAR.

Había una vez una gallina que era idiota. He dicho idiota. Pero era más idiota todavía. Nuestra gallina vivía en un corral de una aldea muy pequeña ¿Y a qué no sabéis por qué era idiota? Porque no quería mancharse el pico picoteando en el barro ni en la hierba.

Así que le pidió a su hada madrina que le pusiera una boca con labios muy rojos y que fuera muy bonita. Sí, sí ¿no sabéis que hasta las gallinas tienen hada madrina?
Entonces su hada madrina le dijo:

 

- No seas una gallina idiota! ¿Qué vas a hacer tú con una boca en vez de pico?

- No me importa ser una gallina idiota, pero yo quiero una hermosa boca con dos labios bonitos. Así seré la gallina más guapa del mundo y conseguiré el título de “Miss gallina universal” –respondió la gallina.

- ¡Sea concedido tu deseo! –afirmó el hada.

Y tocándole con su varita mágica a la gallina le desapareció el pico y en su lugar apareció una linda boca.

Por todo el corral se corrió la voz:

-“La gallina idiota ha perdido el pico por una boca”. Y todos los animales se reían sin parar:

Que nos partimos de risa,
nos duele la tripa,
que no nos aguantamos
de la gallina idiota
todos nos guaseamos.

Cuando la gallina vio la boca roja se limpió las plumas y dijo:

-Ahora que soy tan hermosa me podré casar con la luna y seremos muy felices.

Así que salió del corral para buscar a la luna ¿sabéis donde la encontró? La encontró reflejada en una charca. Y comenzó a hablarle al agua:

-Luna, lunita, lunera, ¿te quieres casar conmigo que no tengo pico sino boca? Que puedo dar besos y cantar y no sólo cacarear ca, ca, ca...

-¡Desde luego que eres una gallina verdaderamente idiota! –le respondió la luna desde el cielo. ¿En qué cuento has visto tú que se case la luna con una gallina? Vete, por favor, que si no te voy a dar grandes bofetadas. Porque tú no sabes que en las noches de invierno la luna de las aldeas da grandes bofetadas a las gallinas. Unas bofetadas que se sienten por las calles. Da mucha risa.

La gallina se fue corriendo y se acostó en el corral, en el gallinero, con sus compañeras que no podían aguantar la risa cuando vieron a la gallina idiota tan cabizbaja después de que la luna no quisiera casarse con ella.


Al amanecer la gallina salió muy temprano del gallinero para proponerle matrimonio al sol:

-Sol, amigo sol, eres un precioso rey de fuego amarillo, ¿te quieres casar conmigo que no tengo pico sino boca? Que puedo dar besos y cantar y no solo cacarear ca, ca, ca...

-¡Desde luego que eres una gallina verdaderamente idiota! –le respondió el sol desde el cielo. ¿En qué cuento has visto tú que se case el sol con una gallina? Vete, por favor, que si no te chamusco las plumas y te dejo medio asada. Corre que te pillo, corre que te agarro, tus plumas de colores, yo a ti te las aso...

En cuanto se hubo marchado la gallina el sol se reía más que nunca:

-Ja, ja, ja... No he visto cosa igual, que una gallina conmigo se quiera casar. Que no tiene pico, que tiene boca y es realmente idiota.

Y la gallina se fue corre que te corre que se las pelaba con sus dos patas, con la cresta empinada por el susto y cayéndosele algunas plumas. Corría a doscientos por hora hacia el gallinero. Y cuando llegó todos los animales se reían hasta que se caían al suelo con las patas para arriba.
Dicen que todas las gallinas temen a las zorras. Pero esta gallina nuestra no le tenía miedo alguno a la zorra que rondaba por el gallinero porque quería casarse con ella.

-Zorra, zorrita, escúchame, ¿te quieres casar conmigo que no tengo pico sino boca? Que puedo dar besos y cantar y no sólo cacarear ca, ca, ca...

-¡Desde luego que eres una gallina verdaderamente idiota. Yo creo que eres la más boba de todas las gallinas del mundo. ¿En qué cuento has visto tú que se case una zorra con una gallina? Me das lástima y por eso no te voy a comer. Pero vete corriendo, que si yo me arrepintiera yo a ti te comiera. Corre que te pillo, corre que te agarro, que la roja boca, yo a ti te la parto...


La pobre gallina se sintió triste, triste de verdad. Porque vio que en el gallinero todas las gallinas eran felices menos ella, que era la gallina más idiota y fantasiosa del mundo. No todo consistía en ser guapa. Y muy alicaída y cabizbaja se salió del gallinero para dar un paseo por el corral. Y de pronto vio a un gallo recién llegado, muy hermoso, que cantaba un kikirikí muy sonoro y agradable. Se acercó diciéndole muy cariñosa:
-Gallo, gallito, gallo, ¿te quieres casar conmigo que no tengo pico sino boca? Que puedo dar besos y cantar y no sólo cacarear ca, ca, ca...

 

Pero el gallo, lleno de asombro, respondió:

-Yo quiero una novia gallina con pico para escarbar en el barro y en la hierba. Y que cacaree ca, ca, ca y yo con mi Kikirikí y ella con su cacaracá formemos una orquesta sin parar.

-¡Ay, qué gallo más simpático y poeta! ¡Contigo me he de casar!

-Pero yo contigo ni hablar –contestó el gallo marchándose muy altanero y vacilón por el gallinero. Por el camino se decía a sí mismo moviendo la cabeza sin parar:- ¿Quién ha visto una gallina sin pico y con boca? Lo malo es que se quiere casar conmigo la muy idiota. No me casaré con ella, que hay muchas gallinas en el mundo y no están majareta.

Cuando se hubo marchado el Señor Gallo Altanero, la gallina enamorada perdida de él se puso a cantar esta canción:

“Yo me quiero casar
con un gallito
que sea formal;
le daré besitos
en su cresta de coral”.

“Yo me quiero casar
con un guapo gallo
de este corral,
le daré besitos
en su pico de escarbar”.

Entonces la gallina llamó a su hada madrina y le pidió que le devolviera su pico porque con la boca de labios rojos no encontraba novio para casarse y todos los animales se reían de ella. Y su hada madrina, sonriéndole y muy contenta, le tocó con su varita mágica. Y ¡oh, maravilla! ¡El pico volvió a la gallina!

La gallina al verse de nuevo con su pico se acercó al gallo diciéndole:

-Y ahora ¿te quieres casar conmigo que no tengo boca sino un pico que escarba en el barro y en la hierba y que sabe cacarear ca, ca, ca...?

-¡OH, gallinita! ¡Qué feliz me haces! Ya eres una gallina de verdad. No eres orgullosa ni fantasiosa. Y contigo ahora me quiero casar.

Sin demora se celebraron las bodas del gallo Altanero con la gallina sin boca, que ya no era idiota. Y todos los animales del corral y de la granja fueron invitados al gran festín, fueron felices, comieron perdices y a mí no me dieron porque no quisieron y yo que estaba allí me dieron con las puertas en la nariz.

 
Autor: Remedios Torres Fernández
País: España
E-Mail: memedys@hotmail.com