BESOS DE AZÚCAR


Sensibilidad, amor filial, creatividad

 

El cartero acababa de dársela: una cajita pequeña atada con un lazo lila.
Cuando Surya la abrió, salieron todos los besos disparados formando una fila muy larga, casi interminable.
En el interior de la cajita, como todos los lunes, había una carta.

-Léemela, abuela, léemela- pedía Surya ansiosa.

Querida hijita, los de hoy son besos con olor a jazmín, ¿puedes olerlos?
Tu mami, desde el otro lado del mar.

Surya aspiraba fuerte y notaba como el aire se impregnaba a jazmín. Los besos volaban por la casa todo el día y, de noche, abría las ventanas para que regresaran de nuevo a ese país lejano donde vivía su mamá.

El lunes siguiente nuevamente llegó una cajita, esta vez envuelta en papel de celofán naranja.

-Léemela, abuela, léemela- decía Surya.

Querida hijita, los de hoy son besos de azúcar que duran mucho más porque se quedan pegados por todos lados. Cuídalos porque seguramente durante algunos lunes no te pueda enviar más besos.
Tu mami, desde el otro lado del mar.

Surya abrió la caja y los besos se fueron quedando enganchados en las paredes, en la ropa, en los armarios, en todos lados. De noche, cuando abrió las ventanas, apenas soplaba viento y solo un beso salió volando en dirección a las nubes.

Al lunes siguiente el cartero no apareció, ni al otro, ni al otro tampoco. Aunque la mamá le había avisado, Surya no podía entender qué estaba pasando si la mamá, durante dos años, nunca había dejado de enviarle su cajita con besos. Por momentos, se ponía triste, pero cuando eso pasaba, se acercaba a uno de los besos de azúcar y ponía su mejilla contra él para sentir a su mamá más cerca.

Un día, cuando ya no quedaban más que dos besos de azúcar enganchados en una almohada, sonó el timbre. No esperaban a nadie y ya era tarde para que fuera el cartero.

Del otro lado, estaba su mamá parada al lado de una enorme maleta. Cuando la abrió, cientos de besos de todos los colores salieron disparados y llenaron todos los rincones de la casa. Surya los notó un poco salados, pero era normal porque habían cruzado el mar en barco.


 
Autor: Evelyn Aixalà Pozas
País: España
E-Mail: eaixala@gmail.com