PEPITA, LA RANITA OSTENTOSA


Bondad, generosidad, solidaridad, gratitud, amistad

Pepita era una ranita que vivía muy contenta en el lago. Le gustaba mucho saltar de piedra en piedra con sus amigas. Todos los días vivía una serie de aventuras y descubrimientos. Un día vio que no todas las hojas de las plantas eran iguales, unas eran redondas, otras largas, otras más largas, y hasta los colores verdes eran diferentes.
Su mejor pasatiempo, medir sus saltos, especialmente si habían mas ranitas que también estaban saltando. Le encantaba ostentar cuando sus saltos superaban a las demás. Ella decía:
- ¿Miren ahora como brinco, pude saltar sobre tres piedras, es un nuevo récord, alguien de ustedes lo puede repetir?
Por supuesto que ninguna lo hizo, las demás ranitas admiraban a Pepita por su habilidad,  pero también comentaban que era una ranita egoísta, porque no se preocupaba por las demás amigas.  Siempre las hacía sentir mal a las que podía, especialmente a una de ellas que era muy callada y tenía una patita más corta que la otra, por esta razón, nunca saltaba en público, porque le daba vergüenza su defecto físico, sin embargo, nadie podía comprender, como esta ranita era la única que siempre habla bien de Pepita. Sin embargo, Pepita no perdía la oportunidad de burlarse de la incapacidad de su amiga, diciéndole
 -¡Eres una simple coja, lo único que sirve es para ser mi sombra! 
El tiempo paso y Pepita continuaba con sus aires las de ser la mejor. Hasta que un buen día, cuando demostraba que había alcanzado a romper su propio récord, su salto fue mal calculado y cayó en mitad de dos piedras, su pierna quedó atrapada y ella gritaba con desesperación y mucho dolor: - ¡Ayuda, auxilio!!! Nadie se acerco a su llamado, todas se hicieron de la vista gorda y oídos sordos. La única que se acerco a ayudar fue su amiga la “Coja,” esta ranita no espero más y dio un salto tan alto y largo que las demás no podían creer lo que estaban viendo. La misma Pepita se asombró de lo que veía.

En esos momentos de dolor, mientras la ranita coja trataba  de liberar su pierna, Pepita observo como el resto de las ranas continuaron su camino como si nunca hubiese pasado nada. Fue ahí, cuando Pepita se dio cuenta de quién era su verdadera amiga y se arrepintió de haberla tratado mal. Cuando finalmente su pierna quedo libre, le dio las gracias y  pidió perdón a la ranita y a todas las presentes, por burlarse y no creer que ella también era capaz de saltar.
 
Autor: Paulina Olivo
País: Estados Unidos
E-Mail: Paulina.Olivo@gmail.com