ALIEN X


Amor a la naturaleza, respeto a la diversidad.

Las tres lunas de Mimala se encontraban en su esplendor cuando la nave de Jologa llegó a su tierra natal. Habían pasado más de tres años, pero por fin el cartógrafo y experto antropólogo de este planeta situado en el extremo sur de la constelación Jalo, llegaba a su destino después de un extenuante periplo explorador. Al llegar a casa, tenía órdenes precisas de acudir en primer lugar al centro neurálgico de Mimala: El Consejo, en este lugar se congregan políticos, religiosos, investigadores, filósofos, y los más sesudos científicos del planeta. Ante este exquisito grupo de Mimalanís, Jologa debía exponer las conclusiones de estos últimos años de investigación en otros planetas y civilizaciones “extramimalayanas”.
- Bien, para comenzar diré que he estado en varios y muy distintos planetas, pero me gustaría empezar por el que más me ha impresionado.- dijo Jologa con aspecto serio.
- De acuerdo, prosiga – contestó el presidente del tribunal que le escuchaba con exquisita atención mientras apoyaba sus tres tentáculos azules en una mesa de cristal naranja.
- Se trata de un planeta pequeño, donde cohabitan seres muy distintos, que tienen igualmente costumbres muy diversas. Para comenzar, -exclamó Jologa- es prioritario destacar que las especies dominantes viven en un medio acuoso para el que están especialmente adaptadas: poseen fuertes tentáculos, colas y aletas para desplazarse, escamas para protegerse y son capaces de convivir con el resto de especies de este medio en perfecta coexistencia. Viven en colonias todos juntos y cada uno realiza el trabajo que mejor sabe hacer y para el que está especializado, comparten casi la totalidad del tiempo con sus seres más queridos y se ayudan y apoyan los unos a otros en la rutina diaria. Se alimentan cuando tienen hambre y proporcionan a sus crías aquello que necesitan en cada momento, pues tanto la comida, como la satisfacción de sus necesidades básicas es fácilmente satisfecha, dada la disponibilidad de progenitores y recursos de su entorno.
- Bien Jologa, - preguntó otro de los miembros de Consejo- ¿qué más puedes contarnos de este planeta? ¿qué otras especies cohabitan en él?
En ese momento Jologa arrugó sus antenas, entornó sus tres ojos verdes y su voz se volvió más grave y abatida:
- Sí, hay más seres en ese planeta azul, pero sin duda, están menos evolucionados, y viven fuera del medio rey, en tierra firme. Durante el tiempo que he pasado estudiándoles, he descubierto una especie que me llamó poderosamente la atención. Se pasa el tiempo desplazándose de un lugar a otro, bien a través de sus extremidades inferiores o bien gracias a diversos transportes; portan unos objetos inútiles en sí mismos metálicos o de papel a los que tienen un apego desmesurado que cambian por comida, vestido, etc y cubren su cuerpo con tejidos y “adornos” sin función definida que la mayor parte de las ocasiones parecen interferir en su quehacer diario; las hembras, por ejemplo, llevan alzas muy incómodas en sus pies, aunque lleguen perfectamente al objeto que deseen alcanzar y pintan su pelo de colores aunque no haya peligro, sin ninguna intención de metamorfosearse con el ambiente. Al salir su estrella, y en ocasiones antes, abandonan a sus crías en recintos cerrados y acuden a otros lugares donde pasan la mayor parte del tiempo, con otros semejantes con los que a veces ni siquiera se comunican. Repiten esta rutina una y otra vez. Tan solo varían estas costumbres durante aproximadamente 30 rotaciones de su planeta.
- Pero… - preguntó la máxima autoridad del Consejo-, ¿son seres inteligentes?
- Sí, sí lo son, son capaces de amar, pensar, crear, sentir…igual que nosotros, - contó Jologa recuperando la ilusión en sus ojos, algo húmedos-, pero se han embarcado en un modelo de mundo equivocado, pensando que eso les hace felices y cada vez más, olvidan lo que para nosotros es realmente importante: la familia, el amor, la amistad... No obstante, lo peor, no es esto, pues si fueran conscientes de su error podrían intentar cambiarlo, lo peor, es que están convencidos de son ellos lo más evolucionados, que son ellos que dominan el planeta, cuando lo están destruyendo poco a poco.
- Y… ¿qué planeta es ese? - interrogaron todos los integrantes del Consejo al unísono.
- Se trata del tercer planeta, más cercano a la estrella llamada Sol. Y aunque tres cuartas partes de él son agua, estos seres prepotentes aún lo llaman, TIERRA.

 
Autor: Aranzazu García Marcaida
País: España
E-Mail: arangarcia@ono.com