UN VIAJE INESPERADO


La libertad  y amor filial

Había una vez en un lugar llamado Villapalillo, un pajarito llamado Moncho que vivía encerrado en una jaula.
Era un pajarito muy curioso y todas las mañanas se sentaba en el barrote mÁs cercano a la ventana y soñaba con conocer lo que había más allá del cristal, hasta que un día su dueño, después de echarle la comida se olvidó de cerrar la puerta de la jaula. Moncho vio ahí su gran oportunidad y no se lo pensó dos veces, empujó con una alita la puerta y echó a volar por el maravilloso cielo azul.
Moncho siempre había oído hablar del amor, por eso lo primero que hizo al encontrarse en libertad fue ir en su búsqueda.
Y volando, volando… al primer sitio que llegó fue a Santiago de Compostela, donde se encontró a la paloma Lola, a la que le preguntó:
-Hola, estoy buscando el amor, ¿pasó por aquí?
-¿Lo perdiste?
-No, en realidad no lo conozco, ¿tú sabes como es?
-Sí, son como mariposas en el estómago.
Moncho un poco extrañado siguió su viaje, a ver si lo encontraba. ¿Y sabéis a donde fue a para?
A Egipto, y allí se encontró con la urraca Maca.
-Buenos días, estoy viajando por diferentes países en busca del amor, tú sabes lo que es?
-Claro, es cuando no puedes parar de parpadear.
De repente, se levantó una brisa, una arenita se le metió en el ojo y comenzó a saltar y gritar:
-¡Estoy enamorado!, ¡estoy enamorado!
Y Maca le dijo:
-No tonto no, eso fue una arenita que se te metió en el ojo.
Moncho bastante triste, siguió su andanza, hasta llegar a…El Polo Norte, donde se encontró con la pingüina Carolina, a la que le dijo:
-Buenas tardes, ¿ha visto usted por aquí al amor?
-Jajaja no pajarillo no, el amor no se ve, se siente. Y lo sentirás cuando te tiemblen las alitas.
Debido al frío que hacia, Moncho estornudó y comenzó a temblar, justo después comenzó a saltar por el hielo y gritaba:
-¡Estoy enamorado!, ¡estoy enamorado!
Carolina rápidamente le dijo:
-¡Estás equivocado! Ahora tiemblas porque no estás acostumbrado a estas temperaturas tan frías, pero eso no es el amor.
Moncho sin poder con la pena, se dirigió hacia un país más caluroso, a Haway, a ver si allí encontraba el amor.
De en medio de una palmera se escuchó una voz de loro que decía:
- Hola, ¿que hace por aquí un pajarito tan lindo?
-Gracias, estoy en busca del amor, q no lo doy encontrado por ningún sitio y aún no lo conozco, ¿tú sabes como es?
-Recuerdo que se te enrojecían las mejillas.
- Muchas gracias señora lora.
Moncho ya sin esperanzas y con una lágrima resbalándole por la mejilla decidió marcharse a París.
Al llegar se sentó en una barrotito de la torre Eiffel. Levantó la vista y de repente observó como una hermosa pajarita pintaba un cuadro. Y mientras se iba acercando a ella, notó como cosquillas en la barriga, y aunque no podía parar de mirarla sus ojos no paraban de parpadear. Después quiso saludarla pero su alita no dejaba de temblar y por eso Moncho no podía con la vergüenza y se le enrojecieron las mejillas.

En ese preciso momento mientras sentía que el corazón se le salía del pecho, se dio cuenta de que el amor no era un objeto, sino un sentimiento.

 
Autor: Karen Eyo Míguez
País: España
E-Mail: kareneyo@gmail.com