MAMÁAAA, ¿QUIÉN ES ESE HOMBRE?


Bondad, generosidad, compasión, gratitud, solidaridad, cooperación y ayuda mutua.

Cuenta la leyenda, que en los países nórdicos, concretamente en Noruega. Vivió un hombre muy muy rico llamado Noel. Pero, mamáa, papáaa… ¿Quién es ese hombre? Preguntaban los niñ@s a sus padres.

Este hombre viejito, de gran barriga y de gran fortuna; vivía en un pequeño castillo rodeado de casas, que pertenecían a familias pobres y personas flacas.

Noel, era un hombre muy rico, pero estaba sumido en una profunda tristeza porque no tenía familia con la que compartir su castillo, su oro y su tiempo.
Se sentía solo.

Una noche de frío invierno cuando la nieve cubría los valles y el pueblo dormía. Sentado frente a su chimenea con el fuego encendido y una mesa repleta de comida y bebida. Decidió coger su trineo y a sus renos; y muy abrigado con un traje de lana roja, unas botas y un gorro. Salió de su castillo con un saco lleno de monedas de oro.

Siempre se vestía de colores, unos días rojo, otros verde, otros azul. ¿Sabéis por qué? Quizás algún día podría perderse en la nieve. Entonces…, su traje le salvaría. Todo el mundo podría ver encima de la nieve unos colores tan alegres.

Noel quería llegar a todas las casas esa misma noche, porque para él todos los niñ@s eran iguales, por eso su trineo volaba por encima de la espesa capa de nieve que lo cubría todo en pleno Diciembre.

Entró en cada casa por la ventana, y llegó al rincón donde los niñ@s dejaban los zapatos y los calcetines en el invierno, así por la mañana estarían secos y calentitos ¿sabéis cuál es? Entonces… se fijó en sus zapatos desgastados y rotos y allí dentro de ellos les dejó una moneda de oro por cada niño/a, de los que dormían.

A la mañana siguiente, cuando los niños y niñas se despertaron y fueron a calzarse. En sus zapatos, se encontraron con un maravilloso regalo. Corrieron a la cama de sus padres gritando que habían encontrado una moneda de oro. Sus padres pensaban que mentían. Eso no era posible, ¿quién se la había dado? Si nadie en el pueblo tenía monedas de oro. Excepto, el hombre que siempre estaba enfadado y que vivía en el castillo.

Algunos de ellos usaron las monedas de oro para arreglar los tejados, otros para comprar calzado a sus hijos e hijas. Y por supuesto, para comprar comida, para alimentarse todo el año.

Cada año, la noche del 25 de diciembre, una de las noches más frías del invierno. Noel recorría las casas de su pueblo; dejando un pedazo de su corazón, en cada beso que le daba a los niños y niñas que dormían felices esperando su llegada. Niños y niñas, a los que con el paso del tiempo vio crecer y los llegó a querer como si fuesen sus hijos. De ahí, que en cada navidad cuando dormimos esperamos felices la llegada de papá Noel. Alguien, que nos recuerda que no estamos solos, alguien que nos recuerda que compartir la felicidad es nuestro mejor tesoro.

Noel jamás se volvió a sentir solo.
Pues en su interior, se sentía lleno de felicidad, paz y amor.

 
Autor: Marina Crespo García
País: España
E-Mail: marinacrespo@edu.xunta.es