Nico

Amistad

Es abril, la noche ha dejado una helada brisa al amanecer, pero aún así los pájaros se han levantado con los primeros rayos de sol para saludar el nuevo día y llenar el cielo con sus cantos, el sol, para agradecer tal armonía seguro que hoy les regala un poco más de calor a los habitantes del pueblecito que se guarece a las faldas de la vigorosa montaña, allí, en la vieja escuela del final del pueblo, cerca de los verdes prados y acompañada por la melodía del agua que corre por el  frío riachuelo, hoy es un día de fiesta y emoción pues los niños esperan conocer a un nuevo compañero.

-Niñas, niños… vamos, todos a sus sitios, preparemos entre todos una calurosa bienvenida.
-dijo con amabilidad Susi la maestra,- ordenar los pupitres, colgar las chaquetas  y abrid las ventanas, hoy el sol y la brisa también nos deben acompañar.

Todos pasaron la mañana un poco nerviosos, no era habitual que hasta aquel perdido rincón llegaran niños nuevos, así que para calmarles un poco la maestra les pidió que hicieran un dibujo imaginando al niño que hoy llegaría al colegio, sacaron los folios, los lápices, los colores y se pusieron a dibujar.

A las 10 en punto alguien llama a la puerta, nadie puede apartar la vista, ni tan siquiera Marc se despista, la profesora abre cuidadosamente y aparece ante todos una gran sorpresa.

-Saludad niños, este es Nico, el niño que todos esperábamos conocer, él nos acompañará durante el resto del curso.

Nico sonreía, parecía un chico muy amable y risueño, le hacia gracia la forma en que todos lo miraban, sorprendidos y boquiabiertos.

Al salir al patio los niños se reunieron como siempre para jugar a pasarse la pelota roja que les dejaba la profesora, les gustaba mucho ya que dentro tenía un cascabel que sonaba alegremente al pasar de mano en mano.

Nico preguntó un poco tímido si podía jugar y todos dijeron que si casi al mismo tiempo lo que provocó una múltiple risa y le animaron a participar. Andrés fue el primero en pasarle la pelota a Nico, pero lo hizo demasiado deprisa y al pobre Nico se le resbaló de entre las manos, todos quedaron en silencio al ver como la pelota roja rodaba haciendo sonar el cascabel hacia la valla, Nico fue el más ágil de todos, rodó con sus manos las ruedas de la silla dónde iba sentado y recuperó el balón pasándoselo a Sara, todos aplaudieron sonrientes al ver que aquella silla no era impedimento para compartir juegos con Nico.

Tenia razón, hoy el sol parecía estar contento y acercó un poco los rayos de sol, tan agradable era la estancia, que la profesora les dejó jugar toda la mañana.

 

AUTOR: Susana Rico Martínez

PAIS: España

E-MAIL: Susacastalla@gmail.com