TODO CON A, TODO CON E

Generosidad, Cooperación y ayuda mutua, Amistad y Respeto a la diversidad.

La vaca Amanda vive en el pueblo “Todo con A”. Allí pasa sus días cultivando albahaca, haciendo ensaladas de palta y ananá y tejiendo bufandas con la lana blanda que la oveja Tamara le regalaba.
Las casas del pueblo “Todo con A” son blancas a la cal, muy amplias y prolijas. Sus habitantes son amables, entre ellos existe mucha confianza y todos suelen ayudarse entre sí. A todos les gusta levantarse temprano a la mañana al escuchar el tañer de la campana.

Amanda es muy amiga de un pez llamado Pepe que vive en el pueblo “Todo con E”, donde las casas están pintadas de celeste y los jardines son muy verdes.
Pepe se enfermó cierto día; según el médico contrajo una peste extraña.

Cuando se enteró Amanda, decidió ir a cuidar a su amigo. Clara y Tamara intentaron convencerla de que no hiciese el viaje.
- “Es muy lejos” – le dijo la oveja Tamara. Y tenía razón, porque para llegar a “Todo con E” había que escalar una montaña.
- “Corres el riesgo de enfermar también”- le explicó la gallina Clara.
- “Está decidido, iré a cuidar a mi amigo Pepe”- y el tono que usó la vaca Amanda no dejó lugar a dudas de que ninguna de sus amigas podría convencerla de desistir del viaje.
- “Será largo y difícil el trayecto”- le recordó Tamara, la oveja.
- “Ya lo he pensado, por ello me ayudará la cabra Ana a cruzar la montaña”- les comentó Tamara, la vaca.

Todos en el pueblo contribuyeron con cosas para el viaje; desde ya que la gallina Clara preparó un cesto con masas, Tamara regaló lana para abrigarse durante las frías noches en la montaña, Alan, un gato sabio preparó un brebaje que, según él, curaba todas las pestes, sobre la base de una antigua receta hecha con dulce de naranja.

Tres días tardó el viaje hasta el pueblo “Todo con E”. Amanda sentía miedo al atravesar los angostos caminos de la montaña. La cabra Ana iba adelante, indicándole el camino.
Finalmente, llegaron a un valle atravesado por un arrollo.

- “Este debe ser el pueblo donde vive mi amigo Pepe, el pez”- exclamó Amanda, la vaca. Ana asintió mientas masticaba un ramito de albahaca. Sobre un cartel pintado de verde estaba escrito: “Pueblo Todo con E”. Caminaron por las calles desiertas hasta encontrar al perro Elmer quien, en la puerta de su caza, masticaba un merengue.
- “Buscamos a Pepe, el Pez, ¿dónde podemos encontrarlo?” – preguntó Amanda.
- “Yo los puedo llevar, si gustan”- respondió Elmer – “pero antes debo advertirles que en nuestro pueblo hay una regla importante que todos respetamos: los habitantes así como los visitantes deben vestir una prenda de color celeste, de lo contrario deberán estar fuera del pueblo en tres horas”-
- “¡Qué regla más tonta! “- exclamó Ana, la cabra, cuyo carácter era bastante áspero.

 Amanda le indicó, con un gesto, que se callara. Revolvió una cesta donde la oveja Tamara había colocado algunos tejidos; en el fondo había un par de calcetines color celeste. Amanda repartió uno para cada una y se los colocaron colgando de una de sus orejas. Elmer, conforme con el cumplimiento de la regla por parte de las visitantes, las llevó hasta el arrollo donde vivía Pepe. ¡Qué alegría tuvieron los amigos de volver a encontrarse! Sin embargo, como Pepe se encontraba enfermo, no dio los acostumbrados saltos y piruetas fuera del agua. Le contó a su amiga Amanda que el médico del pueblo aún no había encontrado un medicamento para curar su peste. Amanda extrajo de la cesta el frasquito con el remedio de dulce de naranja. Pepe lo bebió y, a cabo de tres días quedó curado. Para agradecerles, organizó una fiesta en la cual todos los asistentes debían llevar un calcetín celeste colgado de una oreja (o de algún pico o de alguna pluma).

La vaca Amanda y Ana, la cabra, volvieron al pueblo “Todo con A” por la mañana, justo a tiempo de oír sonar a la campana: -“¡talan, talan, talan…!”-

AUTORA:
Alejandra Irene Hocher Hocher
PAIS: Argentina
E-MAIL : Ale_hocher_123@yahoo.com.ar