La pequeña Julia

Respeto al bien común y obediencia

Julia era una niña que vivía con su familia: su mamá, su papá y su hermano mayor. En casa todos colaboraban en las tareas del hogar, para hacer más fácil la tarea diaria. Aunque la niña no estaba por labor de ayudar y era un poco contestona. Cuando su madre la mandaba a hacer los deberes o recoger sus juguetes, ella le chillaba, faltándole el respecto y diciendo palabras feas.
En el colegio tampoco hacia caso a su maestra, no quería hacer las actividades de clase y molestaba continuamente a sus compañeros y compañeras. María, su maestra, estaba cansada de esta situación; ya que interrumpía sus explicaciones y los niños de su clase a veces no se enteraban de las cosas por culpa de las payasadas que hacía Julia. Era como un fuerte ruido molesto y continuo.


La maestra había llamado a sus padres en muchas ocasiones para hablar sobre la actitud de la niña, pero ellos se quejaban a la maestra por la misma razón, ya que en casa su comportamiento era el mismo (además de no querer recoger su cuarto y ordenar sus cosas, molestaba a su hermano pequeño y a su padre cuando estaba viendo la televisión).
Entonces María decidió llevar a cabo un proyecto con todos los niños y todas las niñas de la clase, para que así de esta forma Julia se implicase y mejorará su forma de ser. A los padres le pareció una buena idea.
Al día siguiente la maestra comunicó a toda la clase que durante el siguiente mes iban a trabajar sobre un nuevo proyecto: que consistía en realizar buenas obras tanto en casa como en el colegio. Cada vez que un niño o una niña realizarán una buena obra, se le pondría una pegatina de éxito, en un gran mural que María había diseñado para ello. Todos se llevarían un diario y los padres escribirían en el todas las cosas positivas que había hecho su hijo o su hija.
El mes transcurría y todos iban trayendo sus buenas obras, escritas en su diario; menos Julia que todo lo que aparecía eran hechos negativos.
Una vez que había finalizado el mes, hicieron los recuentos de pegatinas y los niños expusieron todos los buenos sentimientos y emociones que habían experimentado realizando buenas obras.
El colegio decidió que esa labor que habían realizado los niños deberían ser recompensada de alguna forma, así que organizaron un acto especial en el gimnasio, entregaron premios y diplomas, hasta fue la televisión local. El presentador realizo entrevistas a todos. Una vez que se decidía a cortar la conexión, se dio cuenta que le faltaba una niña por entrevistar, se trataba de Julia. Se dirigió hacía ella y le preguntó: ¿Y tú pequeña que obras has realizado?, muestra tus premios a la cámara. Julia dijo:- yo no he recibido ningún premio, porque soy una niña contestona, desobediente y no respeto a los demás; por ese motivo no merezco nada. Pero ahora estoy muy arrepentida, yo creía que comportándome así sería la más guay de la clase y todos serían amigos y amigas mías, vamos que molaría un montón. Pero estaba muy equivocada, nadie quiere ser amigo mío y además todas las personas que me quieren están muy enfadadas conmigo. Por tanto creo que has aprendido una gran lección, le dijo el presentador, a lo que Julia contestó (mirando fijamente a la cámara): niños y niñas tenéis que ser buenos chicos y buenas chicas, respetar a todos y sobre todo a vuestros padres y maestros. Cuando Julia termino de decir esto, todos los allí presente emocionados por la nueva actitud de la niña, le dedicaron un aplauso caluroso. Jorge, el niño más listo y bueno de la clase, se fue para ella y le dio un gran beso.
Por fin Julia se había dado cuenta de la importancia que tienen las personas y aprendió el valor de respetar a los demás.
Y esa noche soñó…. Con una carrera, con una meta, con un premio que no fue y sintió que su corazoncito galopaba de contento por haber realizado una buena acción.

 

AUTOR: Rosa Carles Romero

PAIS: España

E-MAIL: rosacarles20@hotmail.com