Toko ito, el dragón que no tenía fuego

Amor filial, Perseverancia.

Esta es la historia de un pequeño dragón, un ser fantástico y mitológico, con cuerpo de escamas y alas, que no podía lanzar fuego.

Es un precioso relato que si prestas atención te dejará “boquiabierto”, es decir, con la boca y con los ojos muy abiertos.

En un lugar muy lejano llamado Tai O, vivía una familia de dragones, pertenecían a la dinastía Han, era un territorio donde reinaba la paz y el amor. Las montañas, llanuras, ríos y praderas tenían una belleza maravillosa, y la armonía colmaba de bendiciones la vida de todos los habitantes del lugar.

El papá Tianlong (dragón celestial) y mamá Shenlong (dragón espiritual) no se separaban del enorme huevo que estaba a punto de romperse.

 

El silencio en el templo de Monkok era estremecedor, silencio, shhh, silencio, no se escuchaba ni el vaivén de las hojas, ni el batir de las alas, silencio, shhh, shhhh.

 

Se oyó un crujido, “CRSS” “CRSS”, apareció un ala de color dorada, apareció otra ala, un pequeño cuerno, el otro, la cabeza, asomaba tras la cáscara. Era un dragoncito dorado como el sol.

De un saltito, con sus pequeñas garras el pequeño Toko Ito al suelo se cayó porque con su cola se tropezó, pero Shenlong con mucha dulzura entre sus brazos le cogió y esta nana le cantó:

Ea, ea, ea, mi pequeño Toko Ito.
ea, ea, ea, con mi fuego yo te alivio.
Ea, ea, ea, te acarició con amor,
ea, ea, ea,  tu fuego ya salió.

De este modo Toko Ito emitió unos ruidos muy extraños, cogió aire por su chiquitina nariz e intentó sacar una llama por la boca.

“Pero, ¿qué ocurre?”, exclamó Toko Ito. 

“No tengo fuego como los demás dragones. Lo volveré a intentar”. Una, dos, tres y cuatro veces el pequeño dragón lo intentó, lo intentó y lo intentó y de su boca ninguna llama salió.

“Mami, ¿no tengo fuego porque soy pequeño?” Preguntó el dragoncito.

Cariño mío, todos los dragones tenemos fuego, pero hay que aprender a crearlo. Ven a mi lado que te voy a enseñar.
Coge aire por la nariz,
nota como las aletas se abren hacia fuera,
retén el aire, y ahora con un gran rugido
échalo por la boca.

Toko Ito así lo hizo, ¿y sabéis lo que ocurrió? Una diminuta chispa, de su boca salió.

Toko Ito aprendió a respirar y de su boca fuego no paraba de echar. Era un dragón enérgico, optimista y divertido. Contento y satisfecho por su esfuerzo bien hecho, un poco cansado se encontraba, se acurrucó junto a su familia y esta nana le cantaban:

Ea, ea, ea, mi pequeño Toko Ito.

ea, ea, ea, con mi fuego yo te alivio.

Ea, ea, ea, te acarició con amor,

ea, ea, ea,  tu fuego ya salió.

 

AUTOR: Ma. Luisa Minguela merino
PAIS: España
E-MAIL : Minguela28@gmail.com