Manuel va al Circo

Autocontrol

Manuel  y Lucrecia eran dos niños pequeños y estaban muy emocionados porque esa tarde irían al circo.  Cuando llegaron, los dos estaban boquiabiertos. ¡La carpa del circo era tan grande, todo alrededor estaba lleno de luces que brillaban e iluminaban aquel lugar!
Todas las personas que fueron al circo tuvieron que hacer una fila para poder entrar. Así que los dos niños esperaron de la mano de su mamá hasta que abrieran las puertas de aquella gran carpa.
Pero Manuel era un niño muy inquieto y no pudo aguantar mucho parado en la fila. Volteó a todas partes y vio que a lo lejos estaban varias jaulas en dónde esperaban los animales.  Manuel corrió hasta allá para verlos más de cerca.  Ahí, en una  jaula, comía un tigre muy grande anaranjado con hermosas rallas negras.  A su lado estaban dos pequeños cachorros jugando. Parecían de peluche.
Manuel comenzó a aventar tierra dentro de la jaula hasta que pudo tocar a  los pequeños. Los tigritos no hicieron caso pero Manuel estaba decidido a llamar su atención. Así que aventó un poco más de tierra.

Fue tanta la insistencia de Manuel que uno de los pequeños tigres se acercó a él.  Manuel siguió aventando tierra, el tigrito se molestó mucho y decidió enseñarle a aquel niño a no molestarlos más. 
Se quedó tranquilo, lo miró a los ojos y buscó la manera  de alcanzar su mano para poder darle un zarpazo y un buen mordisco.  Mamá tigre tan sólo los observaba. Cuando el pequeño tigre estaba listo para tirar la mordida, su mamá alcanzó a sostenerlo muy rápido y  con mucho cuidado lo  colocó cerca de ella.
Sin saber cómo, Manuel fue capaz de entender bien lo que aquella mamá  le dijo a su cachorro.
-Hijo, ten cuidado, no debes lastimar a los humanos. Ellos, a veces, no comprenden que nos lastiman y nos molestan, pero eso no es razón para que tú respondas de la misma manera.
El pequeño tigre refunfuñó y le explicó a su mamá que no era justo que un niño se acercara a molestarlo si él no estaba haciendo nada.  Su madre, con mucho cariño lo abrazó con su gran pata de tigre y continuó explicando…
-Yo puedo comprenderte, y quiero que sepas que todos tenemos derecho a molestarnos,  en  algunos momentos habrán cosas que no nos gusten y que no queramos que nos pasen. Eso está bien, pero no podemos lastimar a los demás cada vez que eso suceda. Al contrario, debemos explicar lo que nos molesta y buscar ayuda para solucionarlo. Pero jamás arreglaremos las cosas que nos molestan lastimando a los demás.
Manuel se sintió muy apenado por lo que había escuchado. ¿Cómo era posible que un pequeño tigre pudiera controlarse y comprender aquello mejor que él? En ese momento dejó el palo por un lado de la jaula y se alejó de ahí.
Regresó corriendo al lado de su mamá, tomó a su hermana de la mano y le dijo:   -Lucrecia, tú y yo debemos hacer un trato. Cada vez que nos enojemos por algo primero nos iremos a un lugar tranquilo para calmarnos, después buscaremos ayuda de mamá o papá para arreglar eso que nos hizo enojar, pero jamás volveremos a lastimarnos o a lastimar a los demás.  ¿Estás de acuerdo?
Lucrecia miró a su hermano con extrañeza pero la idea no parecía tan mala. Así que contestó que sí, que aceptaba el trato.  En ese momento las puertas de aquel maravilloso circo se abrieron y todas las personas entraron para disfrutar de la función.

 

AUTOR: Katia Alba Núñez
PAIS: México
E-MAIL :katyalba@hotmail.com