EL DETECTIVE BASURA

Amor a la naturaleza, Amor al esfuerzo y al trabajo conjunto, Cooperación y ayuda mutua, Colectivismo, Laboriosidad, Responsabilidad.

He oído en las noticias que la tierra se nos muere. Papá dice que no la cuidamos y que llegará un día en que apenas si podremos vivir en ella. Será como en esas películas que ven los mayores donde las personas viven y hacen las cosas durante el día y por la noche se ocultan para que otros seres peligrosos no les hagan daño. Mamá dice que esas películas son tonterías, cuentos que inventan los del cine para que pierdan el tiempo toda esa gente que les gusta ver cosas desagradables. Me cuenta historias muy bonitas de campos llenos de flores y animales correteando, ciudades mágicas llenas de gente que se quiere. Si es como dice, no creo que la tierra corra peligro. Por si acaso, Jorge, que se cree todo lo que papá nos cuenta, se ha puesto a trabajar, pasa todo el día pegando sus ojos al suelo en busca de basura o algo que recoger.

Su preocupación empezó el día que cumplió 5 años. La abuela Encarna le regaló una lupa gigante, tan grande que puede ver a través de ella con los dos ojos, aumenta las cosas muchísimo. Al recibir el regalo, mi hermano se quedo con cara de interrogante que es esa cara que ponen los mayores cuando les dices lo que piensas y no se enteran de nada.
-¿Has visto alguna vez una hormiga de cerca, muy cerquita de ti? - Dijo la abuela.

Jorge corrió hacía  el jardín, se fue como una flecha hasta el hormiguero donde días atrás, la abuela nos contó como las hormigas unían sus fuerzas, se repartían el trabajo y hacían reservas de comida dentro de su casa-agujero.
-¡Oh! - Dijo Jorge, detrás de la lupa, al ver el hormiguero pegado a sus narices.

Además de hormigas, gusanos y otros habitantes vivos del suelo de nuestro jardín, la lupa aumentaba todas esas cosas que papá insistía debemos meter en el cubo de la basura. A nuestro jardín le sobraba  un palo de piruleta, un envoltorio de caramelo masticable, un tapón de refresco de naranja, un trocito de chicle y muchas otras cosas. Yo no le di mucha importancia pero Jorge pensó  que eso no era bueno.  Entramos en casa, tomamos una bolsa y ayudados de la lupa comenzamos a recoger toda esa basura.
-Lo estáis haciendo muy bien - Dijeron los mayores que nos miraban desde la entrada de la casa.

Papá y mamá pensaron que mi hermano se cansaría pronto de aquel juego, lupa en mano, revisando todo en busca de restos o cosas desechables. No fue así. Esta preocupación por no dejar nada “peligroso y malo malo” que es como Jorge llama a todos los desechos se hizo mayor y para sorpresa nuestra, se contagió  a sus compañeros de colegio. No había  recreo o descanso donde no se viera la lupa del “detective basura”  examinando suelos y patios, siempre acompañada de un buen puñado de niños dispuestos a que su clase fuera la menos sucia y mejor cuidada. Además, su profesora les enseño a colocar cada objeto que recogían en el contenedor adecuado, los plásticos en el contenedor amarillo, los papeles en el contenedor azul, los vidrios en el contenedor verde,… se lo aprendieron muy bien y se pusieron muy contentos al saber que muchos de los objetos que recogían volvían a la fábrica para ser utilizados de nuevo, no entendían cómo pero sabían que con los plásticos recogidos, volvían a hacer otro envase, lo había dicha la profesora.

Así es como mi hermanito se convirtió en leyenda dentro de nuestro colegio. Y así es como en mi casa ha aumentado el número de contenedores, el espacio debajo del fregadero se ha quedado pequeño  pero tenemos el balcón. Como mamá dice, la tierra es un lugar maravilloso que tenemos que cuidar.

 


AUTOR:
Carlos Cabrero Muñoz
PAIS:España
E-MAIL : Carloscm58@hotmail.com