Nuestro proyecto muestra la transformación de una conserjería en un taller especial llamado “Atelier”. Éste contiene una gran variedad de materiales, herramientas y recursos, que son usados por todos los niños/as y maestros/as para explorar, expresar y crear pensamientos. Es un espacio que da continuidad a lo que sucede en las estancias (aulas) pero en un espacio más reducido, y en grupos pequeños. En él pretendemos ofrecer un entorno amable, cálido en el que los niños/as puedan, a partir de los diversos lenguajes de los que disponen, expresar su “yo interior” e ir pasando sus hipótesis de un plano más experimental a uno más abstracto y simbólico.

Gracias a las aportaciones de toda la comunidad educativa este entorno permite vivir una serie de experiencias que no se dan en ningún otro ambiente de la escuela. Las propuestas ajustadas al pequeño grupo de 2-4 alumnos/as, la disponibilidad de un adulto que acompaña los procesos, y la gran variedad de oportunidades de aprendizaje hacen que sea un entorno privilegiado de descubrimiento.


Crear un entorno amable, cálido y creativo.
Valorar todas las formas de expresión como una manera de exteriorizar el “yo” interior y la representación del mundo.
Entender cada vez más, gracias a la observación de los procesos, cómo los niños/as interaccionan con el entorno y ofrecer materiales adecuados.
Disponer de un espacio en el que compartir experiencias ricas, con los beneficios que supone organizar grupos reducidos: mayor concentración, conversaciones con los demás, descubrimiento autónomo…
Revisar nuestra propia práctica educativa y ajustarnos mejor a lo que necesitan los niños/as
Potenciar y dar visibilidad a todos los lenguajes cómo forma de expresión natural.

Este proyecto está destinado a niños y niñas de 1 año a 3 años aproximadamente. La complejidad de las propuestas, y los tipos de materiales ofrecidos, varían en función de la edad y los intereses de los alumnos/as. También está destinado a los maestros y maestras ya que este espacio requiere un reajustamiento de nuestro proyecto, de su rol, de la variedad de propuestas… De este modo estamos en constante formación y renovación pedagógica.

El Atelier es un espacio acogedor al que van grupos reducidos de 2-4 niños/as en los que la prioridad es el descubrimiento, el asombro, la investigación, la duda, las preguntas a través de los diferentes lenguajes del niño/a. Se trata de una sala pequeña en la que hay múltiples opciones de exploración como una mesa de luz, elementos naturales (troncos, hojas, calabazas secas, madera, arena…) y muchos elementos artísticos (barro, pinturas, acuarelas, diversos formatos de colores, tijeras, variedad de papeles…)
En este atelier los materiales son vistos como lenguajes. Nuestro enfoque pedagógico va encaminado a "usar los materiales como lenguajes", donde cada niño/a puede usar todos los elementos que necesite para expresar sus creaciones.

Loris Malaguzzi, uno de nuestros referentes pedagógicos, describió “Los 100 Lenguajes del Niño”, reconociendo así todas las maneras diferentes que tienen los infantes de interpretar el mundo y representar sus ideas y teorías acerca de él. Enfatizamos así la importancia del arte no sólo como forma de expresión, sino como proceso para crear nuevos aprendizajes y conocimientos. Los alumnos/as se expresan mediante estos lenguajes para enriquecer su creatividad y su desarrollo social y cognitivo.
En nuestro Atelier seguimos el proceso natural de aprendizaje en el que se pasa- respetando el ritmo de cada uno- del “placer de hacer” al “placer de hacer y pensar”, en un plano más simbólico. De este modo reconocemos y valoramos todas las formas de expresión y comunicación que tienen los niños/as.

El tipo de propuesta varía mucho en función de la edad de los alumnos/s, de su maduración, de sus intereses, de los objetivos del docente… Ahora bien, toda propuesta sigue unos cánones estéticos ya que el adulto, cuando dispone los materiales, tiene en cuenta que sea una propuesta bella, atractiva, con los materiales disponibles y que invite al descubrimiento. No es lo mismo ofrecer unos colores en una caja de plástico todos mezclados, que disponer una gama de azules desde los más claros a los más oscuros enseñando así, de manera indirecta, que existen muchos tonos de azul. Siempre se prepara el espacio previamente para no influir de manera directa en el descubrimiento de los niños/as. Los materiales y su disposición están condicionados por los objetivos de la propuesta por eso cada una de ellas es única e irrepetible. A modo de ejemplo se llevan a cabo propuestas con elementos naturales, pintura, arena, barro, luz…

Los diferentes materiales nos permiten llevar a cabo experiencias que promueven todos los sentidos. Además, si el educador/a observa que la propuesta les ha resultado interesante, en la siguiente sesión tiene la oportunidad de ofrecerla de nuevo ampliando el tipo de material para que así la exploración sea más profunda. Poniendo un ejemplo general: en una primera sesión con el barro se podría ofrecer una pieza grande o diferentes trozos de barro dispuestos por la mesa o en suelo. Es posible que nos interese que el niño/a se centre solamente en el material: su textura, su olor, su temperatura… El adulto debe haber preparado herramientas o objetos (palos de madera, trozos de cadenas, conchas…) que combinen con este materia para ofrecerlas en esa misma sesión si es necesario o en las posteriores.

Es por todo esto que los alumnos/as precisan de un adulto que escuche, que dé significado al mensaje, que observe los procesos y ajuste las propuestas, y sobretodo que valore cada expresión de los niños/as como algo único y maravilloso en sí mismo. Para ello el maestro/a acoge y reconoce cada intervención pudiéndole dar el valor que se merece con una documentación, si es preciso, (con imágenes, videos y notas) del proceso y su respectivo análisis. Siempre es el mismo adulto el que acompaña al mismo grupo para así poder interpretar más sus necesidades y darles cabida. Como dijo Carlina Rinaldi, consultora pedagógica para Reggio Children:

“Si nosotros reconocemos que los niños son activos protagonistas en la construcción del conocimiento, entonces el verbo más importante en la práctica educativa no sería hablar, sino escuchar. Escuchar significa, estar abierto a lo que otros tienen que decir, escuchar sus 100 lenguajes, con todos nuestro sentidos”

Nuestra metodología en el proyecto educativo propone una educación integral, la cual orienta, guía y cultiva el potencial intelectual, emocional, social y moral de los niños y niñas. Ofrecemos una escuela abierta, flexible, coeducativa y activa en la que el docente observa las necesidades del niño/a durante su juego para ofrecer ambientes adecuados a sus necesidades e intereses. El juego centra la actividad creativa del niño/a, ya que con él descubre, experimenta, aprende, desarrolla su manera personal de ser, de pensar y de relacionarse. En nuestra escuela ofrecemos libertad para aprender, valorando que los niños/as expresen sus deseos, sus preferencias y que puedan poner en marcha sus propios procesos de aprendizaje. Así el niño/a tiene un papel activo y dinámico en el que los conocimientos no vienen impuestos por el adulto sino que son percibidos por los niños/as como una consecuencia de sus propios razonamientos.

En el Atelier esta manera de entender los procesos educativos tienen total continuidad. El adulto, a partir de la observación continuada de la evolución del niños/as, organiza una propuesta pedagógica para ese grupo reducido de alumnos/as. Ésta puede ser una continuación de una propuesta anterior que necesita de más tiempo o de nuevos materiales para mejorar las opciones de descubrimiento, la extensión de un interés observado en otro entorno de la escuela como podría ser el jardín, la presentación de un material nuevo… De todas formas es necesario aclarar que sólo es una propuesta y que los niños y niñas tienen la libertad de poder modificar o cambiar la actividad eligiendo algún otro material del Atelier. De este modo podemos dar una ayuda más ajustada, conocer mejor sus intereses y realizar una autocrítica sobre nuestra actuación como docentes.


Para la transformación de la conserjería en Atelier tuvimos que vaciar el espacio y pensar en las posibilidades y los objetivos que pretendíamos del espacio. Además debatimos sobre dónde ubicar el mobiliario, qué se podía aprovechar, cómo colocarlo para que fuera funcional y estético… Como todo lo que hacemos en la escuela, pasó por el filtro de 3 preguntas que nos hacemos cada vez que planteamos un cambio de material o ambiente, una documentación…
- ¿Qué tipo de imagen de escuela ofrece el espacio? Esto nos permite plantearnos si es coherente con el proyecto educativo, si da continuidad a lo que sucede en las estancias…
- ¿Qué tipo de imagen de niños/as nos da? Queríamos saber si ésta promueve la creatividad, el libre descubrimiento con la variedad de materiales, cómo influye en la concentración el clima del pequeño grupo…
- ¿Qué rol de adulto favorece? Con la disposición del espacio pretendíamos huir del hecho de que el adulto fuera el centro de la propuesta, necesitábamos ubicar un espacio de observación en el que el maestro/a estuviera disponible pero sin intervenir de manera directa guiando a los niños/as para que sus producciones sean las que él espera.

Las reflexiones que surgieron a raíz de estas preguntas nos sirvieron para hacer propuestas sobre cómo y dónde poner los muebles, qué material era necesario tener al alcance de los niños/as y cual no, cuánto volumen de material era necesario, cómo clasificarlo… Tuvimos la suerte de que unos meses después de iniciar nuestro proyecto, tuvimos una formación con Paola Soggi, una atelierista, y nos dio algunos consejos sobre cómo mejorar el espacio. Además las familias de la escuela colaboraron aportando materiales reciclados, inespecíficos, naturales, e incluso hasta un mueble, para poder poner en marcha el proyecto.

La inversión fue en material de oficina, que debe ser siempre amplio y variado, como: papeles de diferentes texturas, medidas y colores, pinturas, pinceles, barro, herramientas, lupas… Además construimos una mesa de luz en una jardinera y compramos material de descubrimiento para ella. Cada año hemos ido invirtiendo y hemos ido comprando mesas de luz de led, construcciones de colores, pelotas de luz, linternas… Es un espacio que sigue en continuo crecimiento.

Al final después de todo el trabajo previo conseguimos obtener un Atelier amable, acogedor, y sobretodo respetuoso con la infancia

La intención de este espacio va más allá del concepto clásico de “la plástica” ya que la “obra de arte final“ pasa a un plano secundario siendo principal el proceso de descubrimiento. Se trata de ofrecer un ambiente rico en materiales que permita a los más pequeños/as conocerse a sí mismos, investigar el mundo, hacerse hipótesis y comprobarlas…

Dentro de la autocrítica del proyecto pensamos que nos faltan conocimientos artísticos para ir ajustando mejor las propuestas a las necesidades de cada uno así como: el rol del docente en el atelier, más variedad de propuestas, la estética de los materiales, la observación, sistemas de recogida de datos... De todas formas tenemos pendiente la continuación de una formación sobre el rol del Atelierista (persona encargada del taller). Además la existencia de un solo Atelier para toda la escuela supone que la rotación de los grupos sea demasiado larga en el tiempo. Como alternativa los grupos de 2-3 años tienen una adaptación a pequeña escala en sus estancias. Por este motivo, y para tener una variedad más amplia y rica de materiales, esperamos poder poner en marcha un “Atelier de la Luz” con elementos de exploración diversos en los que ofrecer propuestas simultáneas y así provocar que el tiempo de rotación sea menor.

En nuestra escuela nos gusta ser fieles a la idea de cada niño/a tiene un potencial innato y único. Cada actuación, cada deseo, cada necesidad, cada emoción es única y personal. Es importante para nosotros que los niños/as encuentren un espacio tranquilo en el que poder expresar aquello que sienten a partir de los diversos lenguajes de los que disponen. Basamos nuestro proyecto, tanto en el atelier como en el resto de los espacios, pensando que es la diferencia de cada una de las personas que convivimos en la escuela la hace que ésta sea más rica. Como decía Malaguzzi “Una escuela debe ser un lugar para todos los niños/as, no basada en la idea de que todos son iguales, sino en que todos son diferentes”.

Comunidad Educativa (Profesorado, familias, AMPA, la empresa Clece y el Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet)