ACTUALIZACIÓN DE REPERTORIO ENTRE DOCENTES:

APUNTES DE UNA EXPERIENCIA

 

 

Este trabajo no pretende ser una exposición teórica sobre la música en la educación infantil y tal vez  tampoco merezca ser nombrada como una ponencia, pero sí es un relato acerca de cómo una educadora al intentar ampliar su repertorio de cantos, se involucra en la actualización de otros docentes asumiendo el diseño y la dirección de un taller de cantos para educadoras.

Mi relación con los cantos dentro del jardín de niños ha sido siempre muy intensa y al mismo tiempo, muy limitada. Intensa, por que un canto es capaz de convertir a un simple grupo de personas en una familia, y muy limitada, en relación con la cantidad de cantos que frecuentemente propongo al grupo preescolar.

Al integrarme a nuevos centros de trabajo, he resultado ser de las maestras con más corta carrera en la docencia, es decir, la mayoría de los educadores –incluidos los acompañantes musicales- me superan, aún por poco, en edad y en “experiencia laboral”.

¿Por qué citar esos detalles? Pues por que creo que – salvo honrosas excepciones- ha sido difícil integrar un verdadero colectivo de trabajo en el que la reflexión y el intercambio de experiencias sea materia de la  propia actualización docente.

Más bien, este intercambio se da en el marco de una obligatoriedad de reunión de los docentes del centro, y también, se dan dentro de espacios no sistematizados que no permiten evaluar estos acercamientos, que son los que manifiestan los verdaderos intereses del docente.

En mi caso, el convivir con otros educadores, el participar en grupos de educación no formal y habiendo tenido lo que yo llamo una niñez “feliz y prolongada” me ha permitido obtener muy valiosas y útiles  herramientas  de trabajo y es lo que se ha constituido como mi principal espacio de  actualización.

En mi actual centro de trabajo – en su tiempo- también pedí apoyo para aumentar mi repertorio, pero al sentir que no me satisfacían del todo mis nuevos aprendizajes, ni me parecía adecuado el ritmo con que éstos se generaban, se me ocurrieron algunas ideas para llevar a cabo entre todas las educadoras de mi zona escolar. La idea que mi interior consideró que era más factible la planteé con algunos acompañantes musicales, pidiendo su apoyo, claro,  y sucedió como decimos en México:  me dijeron que sí, pero no me dijeron cuándo.

Una buena “broma en serio” de un acompañante musical fue la que detonó mi inquietud y me abrió los ojos acerca de que esta posibilidad de enriquecer mi repertorio seguramente quedaría, otra vez, como sólo un deseo irremediablemente lejos de alcanzar.

Las palabras de la broma más o menos fueron estas: “maestra, es que si yo le enseño los cantos que me sé, voy a seguir tocando los mismos cantos que hace veinte años”... (¡!).

Al paso de meses, casi un año, la idea de que otras educadoras me compartieran de sus cantos (que les he oído, y que no me sé) no se había olvidado: seguía vigente. Finalmente, y Gracias a Dios, llegó la oportunidad: retomé la propuesta, pero ahora en el sentido inverso: yo diseñaría un taller de cantos, coordinaría las “comisiones” entre los educadores y  organizaríamos (como colectivo) lo necesario para invitar a otras educadoras a participar en el taller.

Cabe mencionar que la participación del profesor José Armando López Rodarte fue decisiva: Con él podríamos lograr el objetivo, sin él tal vez no tenía caso intentarlo. ¿Por qué? Porque esta vez se añadiría el toque de nuevas tecnologías al canto tradicional: sería el encargado no sólo de la música en vivo durante el desarrollo de la sesión, sino que pasaría las pistas a un disco compacto, de modo que el material conocido en la sesión realmente sirviera para usarlo en el grupo, y que perdurara.

Uno de los comentarios del profesor al finalizar el taller fue algo muy cierto: conocemos los cantos, pero en cada educadora hay diferentes versiones: cada educador canta según se acuerda o según puede, creando algunas veces sus propias versiones, cosa que para el acompañante musical rotativo, representa todo  un reto. Al tener en una grabación como el disco compacto, al menos quienes asistieron tendrían ya una misma versión de los cantos, facilitando así, el trabajo de los mismos acompañantes.

El objetivo principal del taller de cantos para educadoras fue redactado así: ...que los contenidos de la sesión sean útiles para emplearlos con niños tan inmediatamente como se decida.

El taller se planteó con una dinámica participativa, con variedad de ritmos, adecuado para los niños preescolares y con amplias posibilidades de utilizarlo en el grupo. El alcance del taller ha sido tal, que los mismos organizadores no acababan de creerlo, aún otras educadoras se muestran interesadas en él. Mucho nos sorprendió –hay qué decirlo y agradecerlo- que otros acompañantes musicales asistieran a tomar el taller.

Varios comentarios acerca del taller hemos recibido, muchos que coinciden con la necesidad de preservar la propuesta del taller como un espacio de reunión para la actualización de educadores.

Aunque se presenta una lista de cantos incluidos en el taller, preferiría invitarlas ahora a vivir un poco de la propuesta, las invito a cantar.

Sólo pediría una cosa: Nos vamos a seguir viendo, así que si ustedes tienen algún canto que pudieran compartirnos, no duden, por favor, en cantárnoslo, seguramente será bien utilizado.  Se los agradeceré mucho, tanto como ahora agradezco a Dios haber compartido con ustedes.

Dispongamos el espacio y la alegría para disfrutar de estos momentos.

A todos. Muchas gracias.

Aurora del Socorro Uresti García / José Armando López Rodarte

Torreón, Coahuila, México. A 12 de febrero de 2005.

Cantos propuestos:

Soy una persona única (Canto de autoestima y/o presentación. De la autora)

Así saluda mi abuelita (Canto de saludo)

Cuando un muchacho baila (Esquema corporal)

Una pulga sentada (Toda ocasión)

Corrido de Coahuila (Revolución mexicana. Dominio público)

Villancico lagunero (Navideño. Ernestina Gamboa)