El niño nace con diferentes clases y grados de potencial creativo. Sin embargo, esta es la capacidad más vulnerable a padecer daños y negligencias durante la infancia, y la que, para desarrollarse más necesita ser reconocida y sustentada. Todo niño está dotado de una gran capacidad para ser curioso y gracias a esta curiosidad, interactúa con su entorno sin ideas preestablecidas. Explora, investiga, experimenta y manipula cuanto encuentra y, si los adultos permiten y fomentan esta curiosidad, sienta las bases de un mayor estímulo para aprender.
Lamentablemente, algunos adultos impiden el normal desarrollo de esta capacidad cuando interfieren en los juegos exploratorios de los niños. Cuando un pequeño toma un coche de juguete y lo lleva a la boca, el adulto se apresura a decir “no el coche no es para chupar, es para rodar así sobre el suelo”. Si el mismo niño quiere tomar algún alimento del plato con la mano para conocer cómo es su textura, su temperatura, su tamaño, etc., alguien le dice “niño malo, no se juega con la comida”. Parecido ocurre cuando quiere tocar una hormiga, un gusano o un caracol que encuentra en el jardín, o si quiere hacer un dibujo sobre su ropa con el barro. Los adultos suelen impedir que el pequeño investigue, explore, manipule y pruebe nuevas utilidades para lo que va descubriendo y las constantes desaprobaciones van reprimiendo poco a poco su curiosidad sin límites.
Por este motivo, ell pequeño asocia el explorar e investigar con desaprobaciones, juicios de valor sobre su persona y enfados de las personas más importantes para él. Si la situación representa un peligro, es imprescindible limitar la necesidad de explorar, pero habitualmente se reprime su curiosidad mucho más de lo que en realidad es necesario. Si su curiosidad e inquietud por descubrir el mundo se limita constantemente y sólo se alaba al pequeño por “comportarse bien”, termina por preferir la renuncia a algunas de sus necesidades de exploración e investigación y acepta lo que le dicen con actitud conformista, se entretiene con los juguetes, no hace mucho ruido, etc., por temor a perder el cariño de sus padres.
Con la evolución del lenguaje expresivo comienza la etapa de las preguntas. Estas parecen no concluir por muchas respuestas que ofrezcan los padres y otros adultos, tal vez porque las explicaciones son adecuadas y claras para los mayores, pero no satisfacen las dudas y la curiosidad del pequeño. En demasiadas ocasiones el interrogatorio termina cuando el adulto fastidiado reprueba al niño o su conducta y lo manda que vaya a jugar en silencio.
Otro aspecto que frena la necesidad de experimentación del pequeño es que los padres hagan por él aquello que es capaz de hacer solo. Si puede partir la carne solo, vestirse, bañarse, atarse los zapatos, etc., pero lo hacen por él, el mensaje implícito de ineptitud que recibe impide que adquiera la confianza en sí mismo, perdiendo gran parte de la curiosidad y el entusiasmo necesarios para desarrollar plenamente todo su potencial.
Los padres también son responsables de estimular la curiosidad, la investigación y la experimentación de lo desconocido para potenciar la capacidad de aprendizaje del niño.
Los pequeños necesitan un clima de seguridad y confianza que estimule la curiosidad y la exploración, pero también diferentes exposiciones a gran variedad de experiencias. Facilitando entornos ricos en estímulos variados durante la infancia, los niños disponen de amplias redes de asociaciones para comprender y utilizar los símbolos abstractos que les presenta la educación formal.
A través de la propia experiencia, y con ayuda de los padres, el niño aprende a utilizar las palabras para comunicar las ideas y sentimientos que generan sus exploraciones. Sin embargo, este avance lingüístico sólo se optimiza en un entorno seguro, afectivo y con verdadero respeto por los sentimientos y emociones del pequeño. Los pensamientos provocan sentimientos y éstos emociones que, si se reprimen, no desaparecen sino que actúan por su cuenta creando ansiedad en el niño e impidiendo la creación. Si el proceso creativo no está agobiado por la represión y el exceso de normas, las asociaciones son ricas y libres.
A medida que el niño crean, es más consciente de sus sentimientos, aumenta la seguridad en sí mismo y la autoestima, afirma quién es y desarrolla más respuestas y productos creativos.
La creatividad no sólo se manifiesta en los campos artísticos, sino en todos los ámbitos del desenvolvimiento humano, incluyendo la forma de conocer y descubrir el mundo o de relacionarse consigo mismo y con los demás. Por este motivo, si los padres cultivan este valor, están ofreciendo una herramienta imprescindible para abrir sus horizontes y capacitarlo para el éxito presente y futuro.