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Las sensaciones acústicas o auditivas son fundamentales para establecer la comunicación oral por ser la vía habitual para la adquisición del lenguaje. Pero el lenguaje, además de ser el medio imprescindible para la comunicación humana, es fundamental en el desarrollo psicológico y emocional del niño.

El oído es el órgano encargado de percibir las sensaciones acústicas mediante la escucha y la audición. Se divide en tres partes, el oído externo que capta las ondas sonoras hacia el oído medio, éste con gran eficiencia y complejidad realiza una transmisión mecánica de las ondas sonoras al oído interno y aquí las células sensoriales al vibrar generan impulsos nerviosos que son captados por el nervio auditivo y los transmite al cerebro. El área del cerebro encargada de las sensaciones auditivas interpreta las señales recibidas asociándolas con otras de experiencias anteriores, o bien archivándolas como sonidos nuevos.
El oído recoge la información sonora y las vías neurales la llevan al hemisferio del cerebro opuesto al oído desde donde ha llegado. Esto es, el sonido de cada oído llega a los dos hemisferios, pero la información del oído izquierdo llega al hemisferio derecho y viceversa. Cada hemisferio percibe y trata la información sonora de manera distinta, la corteza auditiva izquierda se encarga sobre todo de la identificación y clasificación de los sonidos y la corteza auditiva derecha trata los ritmos y melodías.
El oído también es el órgano encargado del equilibrio gracias a una estructura del oído interno llamada laberinto. Cuando el niño aprende a caminar, a caer sentado sin dañarse, a inclinarse, etc., en resumen, cuando adquiere la sensación de la postura del cuerpo en movimiento, lo realiza gracias al oído interno que mantiene el equilibrio.
El nervio encargado del oído fetal está formado al comienzo de la semana vigésimo octava de embarazo. El canal auditivo se abre en la semana trigésimo sexta y las respuestas del cerebro fetal al sonido están completamente maduras a partir de ese momento. Al margen del potencial que supone la estimulación auditiva prenatal, saber que el niño oye perfectamente desde el nacimiento justifica la necesidad de estimularle desde ese mismo momento.
Los primeros años de vida son decisivos para el logro de una buena maduración auditiva. Algunos aspectos de la función neurológica de la audición pueden garantizarse en un grado superior mediante la correcta estimulación en estos años. Las actuaciones al respecto son imprescindibles para desarrollar la perfecta audición, el oído musical y las lenguas extranjeras.


¿Qué pueden hacer los padres para garantizar el desarrollo correcto de la audición de su hijo?

  • Para una correcta estimulación auditiva pueden emplear multitud de sonidos, aunque deben tener presente que los bebés muestran preferencia por los sonidos articulados del lenguaje de adultos y de otros niños.
  • La observación atenta y continuada es la base para detectar posibles defectos o anomalías en la audición.
  • Durante los dos primeros meses, el bebe es muy sensible al tono y timbre del lenguaje verbal. Muestra clara preferencia por los sonidos alegres y le molestan e irritan los que son chillones y en tono alto. Pueden utilizar sonidos suaves entre cuarenta y cincuenta decibelios.
  • La monotonía en el sonido le resulta aburrida al niño, los padres pueden evitarla exagerando las entonaciones, haciendo preguntas y exclamaciones, de esta forma el bebé escucha atento y comienza a imitar sonidos en pocas semanas.
  • Las actividades de estimulación auditiva deben comenzar por el oído derecho y repetir el sonido o mensaje verbal por el izquierdo. El lado derecho del cuerpo del bebé es más sensible durante los primeros meses.
  • A medida que va creciendo y adquiere control sobre los músculos del cuello y la cabeza, el niño gira para localizar los sonidos que escucha. Hasta ese momento, se ofrecen los estímulos a una distancia corta que aumentará paralelamente a la capacidad del niño para localizar el sonido.
  • Los bebés responden de forma muy positiva a la música clásica, es tranquilizadora y les relaja, sobre todo los sonidos de violín por los tonos agudos y, en general, la música del barroco.
  • Para educar su oído a la banda de decibelios de un segundo idioma, es aconsejable reproducir grabaciones de cuentos, canciones o conversaciones en el segundo idioma que se elija.
  • La estimulación auditiva es efectiva si existe predisposición subjetiva del niño. Hay que conocer los sonidos que le complacen y le resultan atrayentes o interesantes. También conviene comprobar si el niño está atento y receptivo al estimulo. En el caso de no ser así, se pueden ofrecer otros sonidos o esperar a otros momentos más receptivos.
  • En general, los bebés muestran preferencia por la voz de su madre, la imitación de sus propias emisiones sonoras, su nombre, los balbuceos de otros niños, tarareos, arrullos y canciones de cuna, sonajeros, papeles que se arrugan, campanillas y cascabeles, las risas, las preguntas, las palabras sencillas y los sonidos familiares, también la música clásica y otras melodías y canciones.
  • Cuando el niño va creciendo, a través de la percepción, discriminación y memoria auditiva, puede identificar objetos por su sonido o por el ruido que hacen al moverse y al caer. Puede distinguir instrumentos musicales y otros objetos sonoros. También identifica por la voz si habla un hombre o una mujer, un niño, un adulto o un anciano, o bien si las personas son conocidas o no. Distingue y aprende a reproducir los sonidos de animales y del ambiente inmediato, memoriza retahílas, canciones y poesías cortas. El desarrollo de competencias auditivas irá permitiendo una comunicación efectiva con los demás y el dominio del espacio.
  • La estimulación ofrece multitud de sonidos, pero debe preservar al niño de un ambiente demasiado ruidoso. Por ejemplo, una conversación normal se produce a sesenta o setenta decibelios como máximo y un claxon cercano a cien decibelios. Los especialistas dicen que estar sometido constantemente a ruidos de ochenta decibelios o más, puede causar cierta sordera permanente, además de otro tipo de alteraciones emocionales. Las células ciliadas del oído interno no están hechas para soportar los ruidos constantes de las calles en las grandes ciudades, por eso conviene proporcionar un ambiente sonoro estimulante pero evitando el ruido ambiental.
  • Algo que los padres siempre tendrán en cuenta es que, durante los frecuentes catarros que sufren los niños, suele disminuir la audición, e incluso sentir dolor porque los oídos, la nariz y la garganta están relacionados funcional, estructural y neurológicamente, viéndose afectados por los mismos gérmenes.