Algunas actividades sencillas para aumentar el tiempo de fijación visual durante los primeros meses son las siguientes:
- Elaborar un diseño tipo tablero de ajedrez, de 20x20 centímetros aproximadamente, y mostrárselo al bebé a una distancia de 25 centímetros, durante unos minutos al día, repartidos en diferentes momentos.
- Fijar móviles a los lados de la cuna. Se pueden confeccionar móviles con objetos atractivos y colocarlos dentro del campo visual del niño.
- Colocar alrededor de la cuna tapices con diseños en blanco y negro o rojo y negro. A medida que crece, se pueden variar los colores de los tapices.
- Forrar un cojín con el dibujo de un rostro y dejarlo dentro de su campo visual.
- Dibujar rostros, cuadrados, círculos y otras figuras en platos desechables de cartón y colgarlos dentro del campo visual del bebé.
- Utilizar sábanas, colchas, cortinas, etc., cuyos contrastes sean claros y muy definidos.
- Mostrar al bebé con entusiasmo los objetos que se utilizan de forma cotidiana: toallitas húmedas, pañales, frasco de colonia, prendas de vestir, etc., y nombrarlos.
- Colocar dos o tres objetos familiares sobre la mesa y atraer la atención del niño sobre ellos. Cubrirlos con un pañuelo, preguntarle por un objeto concreto, retirando el pañuelo. A medida que el niño crezca, preguntar al niño por los objetos que ha visto antes de cubrirlos o descubrirlos.
Para estimular la fijación visual, es importante que el bebé se sienta motivado y desee observar los estímulos que le presentan. Los padres pueden conocer las preferencias visuales del niño observando si está atento ante los estímulos que le presentan. Los bebés muy pequeños, cuando están atentos, giran la cabecita, ralentizan la respiración, relajan el abdomen, disminuyen el ritmo de succión del chupete y cambian la expresión facial. Los padres también pueden conocer las preferencias visuales observando las pupilas del niño, ya que muchos estudios confirman que la pupila se dilata cuando el bebé ve algo que le agrada y se contrae al ver algo poco interesante o desagradable.
En general, los bebés sienten gran atracción hacia los rostros, sobre todo, la zona que rodea los ojos de las personas, de adultos o de otros niños.
Alrededor del tercer mes, el pequeño percibe bastante bien los detalles y realiza un gran descubrimiento ¡sus manos!, que ya puede abrir y cerrar, además de dirigirlas hacia los objetos. Esto es posible porque comienza a desaparecer el reflejo prensor palmar debido a la diferenciación de las neuronas piramidales en la corteza motora suplementaria.
A partir de esta edad, y durante bastante tiempo, al bebé le resulta tremendamente atractivo observar sus manos. Al perfeccionar la coordinación ojo-mano manipula los objetos, los mira, los toca, los lleva a la boca, los explora con las manos y los vuelve a mirar. A esta evolución manipulativa contribuye también el aumento en la memoria de reconocimiento. Este hecho se comprueba fácilmente si se muestra varias veces un objeto hasta que el bebé se habitúa a él y, unos segundos después, se presenta el mismo objeto acompañado de otro nuevo; los padres pueden observar que el tiempo de fijación visual en el nuevo objeto es significativamente mayor, lo que confirma que el bebé recuerda la imagen del primer objeto.
Cuantas más ocasiones se ofrezcan al niño para satisfacer las preferencias visuales, más se favorece la fijación visual. Al margen de los gustos generales, los padres necesitan conocer los intereses visuales específicos de su hijo y, de este modo, poder ofrecerle los estímulos concretos que más desarrollen la fijación necesaria para optimizar la correcta percepción, discriminación y memoria visual.