

Igual que en meses anteriores, el masaje te
resultará muy beneficioso. Ahora estás más sensible y cansada,
por eso tu mente y tu cuerpo agradecen el contacto físico, los cuidados
y las caricias.
La participación de tu pareja te proporcionará
alivio de las diferentes molestias, el bebé se sentirá feliz y
tu compañero disfrutará contribuyendo a vuestro bienestar.
Recuerda que todos los receptores sensitivos
que están repartidos por la piel reaccionan con rapidez al tacto. Estos
receptores envían estímulos al cerebro para que libere endorfinas
que actúan como analgésico a la vez que reducen la producción
de adrenalina, responsable del estrés y la rigidez muscular. Este cambio
químico te produce bienestar, pero además, el masaje favorece
la circulación sanguínea mejorando la oxigenación del organismo,
entre otros muchos efectos positivos.
Podéis
utilizar el masaje combinado con estiramientos para favorecer las molestias
más comunes de este mes.
Para
aliviar la zona lumbar.
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Colócate en posición de gateo en el suelo, apoyada sobre las
rodillas y las palmas de las manos. Arquea la espalda hacia abajo, llevando
la pelvis hacia atrás, elevando los glúteos y la cabeza mientras
inspiras por la nariz y llevas el aire al abdomen. Después de mantener
la postura unos segundos, acerca la barbilla al esternón, elevando
la espalda, llevando la pelvis hacia el abdomen, bajando los glúteos
y expulsando el aire por la boca. Repite el ejercicio completo al menos
5 veces.
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En la misma posición inicial anterior, apoya los glúteos sobre
los talones, el abdomen en los muslos y la frente sobre la superficie en
la realizas la actividad (manta, alfombra, colchoneta, etc.). En esta postura,
estira los brazos a ambos lados de la cabeza estirando la espalda, después
relaja el cuerpo y repite el movimiento entre 5 y 10 veces.
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En la misma posición inicial anterior, apoya los glúteos sobre
los talones y los brazos en ángulo recto, con los codos y los antebrazos
apoyados en el suelo. Mantén la espalda recta y relajada y la cabeza
alineada con la espalda. Tu compañero coloca las manos abiertas sobre
la zona lumbar y ejerce una ligera presión, como si quisiera empujar
tu cuerpo hacia el suelo. Realizar varias presiones relajando la zona entre
presión y presión.
Para
aliviar el cansancio de las piernas y la retención de líquidos.
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Si aguantas bien, túmbate boca arriba y si te encuentras molesta,
colócate semitumbada apoyando la espalda en cojines o almohadones.
Tu compañero se sitúa delante de ti y coloca tus pies en sus
muslos de forma que las piernas quedan elevadas y estiradas. Tu compañero
abarca la zona de los tobillos con las manos abiertas y las desliza muy
despacio hacia arriba, como si quisiera arrastrar la piel, hasta llegar
a la ingle. Repetir varias pasadas en cada pierna, siempre en sentido ascendente
y procurando abarcar todo el contorno de la extremidad.
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Realizar el mismo ejercicio anterior, desde el tobillo hasta la ingle, con
movimientos circulares de las manos.
Al
comienzo de las primeras contracciones
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Tu compañero se sienta en el suelo con las piernas separadas y flexionadas.
Tú te sientas en el espacio que queda entre sus piernas apoyando
la espalda en su cuerpo y la cabeza en su hombro. Flexiona y separa las
piernas, apoyando las manos en las rodillas. Tu compañero sitúa
las manos en la zona central del abdomen y las desplaza hacia los laterales,
sobre todo desde encima del pubis hacia los lados, que es por donde vendrá
la contracción.
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Repetir
el ejercicio anterior pero describiendo círculos de tamaño
creciente en las mismas zonas del abdomen.
