Busca un momento diario en el que te encuentres relajada y tranquila. Siéntate con comodidad, cierra los ojos, coloca las manos sobre el abdomen y separa un poco las piernas.

Mientras escuchas de fondo tu música relajante preferida, toma aire por la nariz y expúlsalo por la boca, realizando respiraciones abdominales profundas.

Imagina que te encuentras en el útero, junto al bebé. Percibe los sonidos y la penumbra del entorno. Adopta la misma posición del bebé. Háblale. Procura tranquilizarle, él también está preocupado por su nacimiento. Explícale los movimientos que deberá realizar cuando llegue el momento y asegúrale que le ayudarás.

Toma aire por la nariz en una inspiración prolongada, llévalo al abdomen y percibe como el aire os empuja al bebé y a ti hacia el canal del parto. Imagina que ese aire toma la forma de una mano y puede empujar al bebé suavemente cuando llegue la hora. Dile al bebé que, cuando esté preparado para nacer, el aire y tu mano le dirigirán.

Escucha la música de fondo, percibe como las vibraciones y el aire de la respiración relajan los músculos de vuestro alrededor. Os sentís felices los dos y preparados para el maravilloso acontecimiento. Besa al bebé y deja que descanse plácidamente.

Entrénate con este ejercicio de respiración y visualización, te servirá de gran ayuda cuando comiencen las contracciones anunciándote la llegada del nacimiento de tu bebé.