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High Scope
Modelo cognitivo de educación infantil, que comenzó a estructurarse en los años sesenta del siglo XX, que toma su nombre de la institución en que se desarrolló, por un equipo dirigido por D. Weikart, en Michigan.
Los fundamentos teóricos destacan un énfasis marcado en los aspectos psicológicos del desarrollo, base de sus fundamentos pedagógicos, con el propósito de crear una educación válida para el desarrollo, a partir de la teoría del desarrollo formulada por Jean Piaget, que se resume en tres criterios básicos: el ejercitar y desarrollar las capacidades del aprendiente que están surgiendo en la etapa de vida en que se encuentra; estimularlo y ayudarle a desarrollar sus patrones personales de intereses, capacidades y aspiraciones; y presentarle las experiencias de aprendizaje cuando está en condiciones de dominar, generalizar y retener. Para esto es necesario un aprendizaje activo, al cual se considera una condición necesaria para la reestructuración cognitiva y por lo tanto, para el desarrollo.
En este modelo educativo el adulto debe conocer las características básicas del niño o niña de la primera infancia, entre las que se destacan su carácter activo, la representación simbólica, el lenguaje, las características generales del pensamiento preoperacional y el egocentrismo; a lo cual añaden los cuatro factores que Piaget considera importantes en el desarrollo mental: la maduración biológica, la experiencia física y lógico–temática, lo social, la transmisión cultural, y la equilibración o mecanismo interno de regulación.
En este modelo el papel del educador, consiste en ofrecerle a los niños y niñas diversas experiencias para que estas les permitan aprender activamente: ser activo física y mentalmente; reelaborar experiencias y conocimientos; ser autónomo al solucionar problemas y en la iniciativa respecto a su persona, lo cognitivo y lo social.
Desde el punto de vista pedagógico este modelo es considerado como un método de marco abierto, ya que no hay contenidos preescritos, Su propósito es brindarle al educador una perspectiva teórica para que pueda elaborar un programa que se adecue a las características de su grupo de niños y niñas y a su medio ambiente, lo que implica mantener la coherencia entre los aspectos teóricos y prácticos, para garantizar su validez.
En este sentido plantea determinados principios a tener en cuenta a la naturaleza de los niños y niñas que s la comprensión de que existe una secuencia natural en el desarrollo que es la misma para todo ser humano, cada ser humano es único y debe respetarse como tal, y la mejor forma de aprender es en contacto con el mundo circundante.
La función del educador consiste en brindar atención de forma individual y personal a cada uno de los niños, ser observadores activos y participar al evaluar, apoyar, crear, y ofrecer poca enseñanza directa y pocas actividades dirigidas. Los Niños y niñas a su vez han de Interactuar con los adultos, otros niños, materiales, naturaleza, y buscar información, sugerencias, soluciones, respuestas, en los que se ponen de manifiesto principios como los de la individualidad, la realidad, la actividad, la autonomía y la socialización.
Los objetivos en el modelo High Scope se denominan experiencias claves que comprenden las características cognitivas del niño preoperacional y que no pretenden crear situaciones fragmentadas de enseñanza–aprendizaje organizada alrededor de conceptos específicos, sino que su propósito es ofrecerle al educador orientación y apoyo sobre los procesos y contenidos intelectuales básicos con los cuales cualquier actividad puede ser enriquecida y extendida. Estas experiencias claves que constituyen un total aproximado de cincuenta, se agrupan en experiencias claves para el aprendizaje activo, el uso del lenguaje, la representación de experiencias e ideas, para el desarrollo del pensamiento lógico: clasificación, seriación y concepto de número, para el entendimiento del tiempo y del espacio. En cuanto al ambiente humano esta modalidad organiza los grupos de niños y niñas de acuerdo con un criterio vertical, lo que hace que compartan un mismo ambiente educativo niños y niñas entre los 3 y los 6 años, ya que señala un planteamiento explícito en cuanto a un determinado tipo de agrupación, sin establecer tampoco de manera explícita a un determinado rango o proporción adultos–niños.
El ambiente físico, y particularmente la organización del espacio es uno de los aspectos más importantes de este modelo, partiendo del criterio de que una sala orientada cognitivamente necesita espacio para niños y niñas activos, y espacio para una amplia variedad de materiales y equipos. En este sentido, la sala se divide en distintas áreas de trabajo, que deben estar claramente definidas y los materiales deben estar lógica y claramente organizados, para facilitar que el niño actúe lo más independientemente posible, contando con un área central que permita la movilidad de un área a otra, debiendo haber lugares para guardar las pertenencias personales, y clasificarse en áreas de arte, casa, bloques, que son básicas, y además las de construcción, música y movimiento, agua y arena, y de animales y plantas, además de los juegos exteriores, las cuales pueden estar afuera del salón si el clima lo permite. Cada una de estas áreas ha de tener una selección cuidadosa de los materiales, en función del marco teórico señalado, los cuales deben estar ordenados y etiquetados. Estas áreas pueden irse cambiando o variando durante el año escolar, debiéndose dar la oportunidad a los niños de participar en ello.
En cuanto a la organización del tiempo, la rutina diaria para los niños y niñas de 3 años en adelante se considera un elemento clave en este modelo, fundamentado en la necesidad de brindarles seguridad y una forma determinada de entender el tiempo. Esta debe cumplir con tres metas: una secuencia que le permita al niño y la niña explorar, diseñar y realizar sus proyectos y tomar decisiones sobre su aprendizaje; posibilitar diferentes niveles de interacción: con todo el grupo, con pequeños grupos, adulto–niño, niño–niño, y propiciar que tanto adultos como niños inicien actividades; variedad de lugares, distintos, interiores y exteriores, en base a las áreas.
Esta rutina diaria debe organizarse teniendo en cuenta determinados períodos que cada equipo de trabajo debe estructurar de acuerdo con las características propias de su realidad, pero en el mismo orden: Planificación, limpieza, trabajo, recuento, pequeño grupo, aire libre, hora de círculo.
La planificación debe ser diaria y contar con un tiempo en el cual se analicen los resultados obtenidos, para sobre la base de esas conclusiones, planificar las actividades del día siguiente, cuyo análisis debe girar alrededor de las experiencias claves, seleccionando las que el equipo considere más apropiadas para los niños y niñas, primero las que se realizarán durante la semana y después, de esas, las dos o tres que realizarán diariamente.
© Diccionario de Autores AMEI-WAECE 2003