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Conductismo
1. Corriente en la psicología que plantea el uso de procedimientos estrictamente experimentales para la observación de la conducta, o respuestas, con relación al ambiente, o estímulo. El conductismo se desarrolla a principios del siglo XX, a partir principalmente de la obra del psicólogo norteamericano John B. Watson, época en la que la psicología era considerada predominantemente como el estudio de las experiencias internas o sentimientos, de los fenómenos de la conciencia, a través de métodos subjetivos o introspectivos, y donde precisamente por las limitaciones de sus medios metodológicos, la conciencia no pudo convertirse en objeto de análisis experimental. El conductismo surge proponiendo una psicología basada en los hechos observables, en la conducta del hombre, que sustenta que lo principal es lo que el hombre hace, no lo que piensa, en contraposición a la psicología subjetiva. En este sentido, Watson no negaba la existencia de experiencias internas o emociones, pero insistía que estas experiencias no podían ser estudiadas porque eran imposibles de observar.
El conductismo representa la revolución más radical en el enfoque de estudio de la psicología, ya que no sólo considera que le compete también la conducta observable, sino que llega a rechazar a veces que se tenga que ocupar de la conciencia. Desde cierta perspectiva, el conductismo propone una nueva disciplina con un diverso objeto de estudio, que explique los temas afrontados por la psicología antigua de un modo científicamente satisfactorio, presentándose como la única manera de hacer ciencia a la psicología. En otras palabras, el objeto psique es explicado en los contenidos psicológicos (emoción, hábito, aprendizaje personalidad, etc.) y se propone su estudio a través de su manifestación observable en términos de comportamientos emotivos, comportamientos habituales, comportamientos de aprendizaje, comportamientos constitutivos de la personalidad, entre otros.

Así, las diferencias individuales son un resultado del propio condicionamiento del sujeto, resultantes de la diversidad de estímulos a lo largo de la vida, por lo que no tiene sentido la constancia del cociente de inteligencia (I.Q.), pues este depende del tipo de estímulos que el individuo reciba, y donde la transformación del medio conlleva asimismo la de la inteligencia.

A partir de 1950, los psicólogos conductistas produjeron una impresionante cantidad de estudios dirigidos a entender como se producen y mantienen los diferentes tipos de conductas. Estos estudios han estudiado cuatro partes en especial, lo referente a las interacciones que preceden una conducta, como los procesos perceptuales y el periodo de atención que brinde el individuo; los cambios en la conducta en sí, como la formación de habilidades; las interacciones que se producen a partir de la conducta como los efectos de los premios o castigos; y las condiciones que prevalecen a través de los eventos, como el stress emocional.

Los estudios realizados utilizando los principios conductistas han arrojado datos y conocimientos sobre la modificación de la conducta, o análisis aplicado de la conducta, los cuales han sido útiles en especial para la terapia de la conducta, los métodos de enseñanza y entrenamiento, y los efectos de las drogas en la conducta.

Según esta corriente el hombre es totalmente producto de sus experiencias. Por consiguiente, adquiere importancia central el estudio del aprendizaje, la manera como el hombre se apropia de repertorio de comportamientos motores, verbales, sociales, entre otros, que luego serán elementos constitutivos de su personalidad.

Aunque a menudo los psicólogos de tradición conductista han aceptado la idea de que parte de los rasgos psicológicos de una persona está vinculada a sus predisposiciones hereditarias, es cierto que de su opción ambientalista surgió el interés dominante por el estudio del aprendizaje. En este sentido, gran parte de las teorías del aprendizaje elaboradas entre 1920 y 1960 se pueden relacionar con el conductismo, tales como las de Thorndike, Guthrie, Tolman, Hull, Spence, Skinner, Miller, Estes, Underwood y Postman.

A pesar de sus variantes, existen rasgos comunes en las diversas teorías conductistas que conforman su concepción del aprendizaje, tales como la asociación, en la que la apropiación de los conocimientos se produce por un juego de asociaciones cuyas leyes son la semejanza y la contigüidad; la concepción del sujeto como tábula rasa, al concebir los contenidos del aprendizaje como totalmente determinados desde afuera, con la consiguiente pasividad del sujeto que no aporta nada en el acto de conocer, que solo produce respuestas predeterminadas por los estímulos que se le han presentado; el énfasis en la influencia del medio ambiente, debido a lo cual el aprendizaje se considera como un reflejo o copia de la realidad externa.

La posibilidad de operar sobre el proceso de aprendizaje de diferentes maneras, según refieren los diferentes autores, permite suponer que se puede anticipar el producto y lograrlo con una secuencia apropiada de estímulos; y una fuerte base experimental, pues las teorías conductistas se desarrollan en laboratorios, experimentando con animales o en situaciones de variables para segmentos muy simples de la conducta, lo que explica sus limitaciones para aplicarse a contextos complejos y multivariables como es el aula escolar. Los intentos por superar estas limitaciones del programa conductista inicial, condujeron a nuevas variantes y movimientos renovadores, conocidos como neoconductismo, encabezado por Edward Tolman (1886-1959) y C. Hull (1884-1952), quienes recibieron la influencia de los teóricos cognitivistas y geltastistas del aprendizaje, por lo cual introdujeron distintas variables del organismo entre el estímulo y la respuesta, que denominaron variables intervinientes, aunque sus explicaciones no rebasaban los términos conexionistas.

A pesar de que esta teoría por las características que tiene y por su contexto de investigación no se extrapola directamente al aula, sin embargo en muchas de las rutinas docentes se puede ver su influencia. La tendencia a las tareas repetitivas altamente pautadas que admiten una sola respuesta correcta, la insistencia en ejercitaciones mecánicas, las preguntas que recaban datos y no promueven la reflexión, la enseñanza escolarizada, aislada de la realidad viva, serian los ejemplos más típicos. El niño es forzado a dejar de lado su espontaneidad, su individualidad y se convierte en un sujeto escolarizado más, del que se espera haga lo mismo, de la misma forma.

Así, criterios tales como el de que todo alumno necesita ser calificado con notas, estrellitas, y otros incentivos como motivación para aprender y cumplir con los requisitos escolares, que cada estudiante debe ser calificado sobre la base de los estándares de aprendizaje, que el maestro traza para todos los estudiantes por igual, que el currículo debe estar organizado por materias de una manera cuidadosamente y en secuencia y detallado, tienen un origen conductista. Los maestros que asumen la perspectiva conductista consideran que el comportamiento de los alumnos es una respuesta a su ambiente pasado y presente y que todo comportamiento es aprendido, por tanto, cualquier problema con el comportamiento de un estudiante es visto como el historial de refuerzos que dicho comportamiento ha recibido, y como para los conductistas el aprendizaje es una manera de modificar el comportamiento, los maestros deben proveer a sus educandos con un ambiente adecuado para el refuerzo de los comportamientos deseados. Las conductas no deseadas de los estudiantes en el aula pueden ser modificadas utilizando los principios básicos de modificación de conducta, tales como el refuerzo de las conductas deseadas, que de esta manera competirá con la conducta no deseada hasta reemplazarla por completo; debilitar las conductas no deseadas eliminando los refuerzos de estas; saturar, que implica envolver a un individuo en la misma conducta no deseada, de manera repetitiva hasta que el individuo se sienta hastiado del comportamiento; cambiar la condición del estímulo que produce la conducta no deseada, influenciando al individuo a tomar otra respuesta a dicho estimulo; utilizar castigos para debilitar la conducta no deseada.

Muchos críticos afirman que el conductismo sobresimplifica la conducta humana y que ve al hombre como una automatización en vez de una criatura con propósito y voluntad. A pesar de esta opinión, el conductismo ha tenido gran impacto en la psicología, y ha impulsado la experimentación científica y el uso de procedimientos estadísticos. Su más importante logro es el que ha logrado cambiar el propósito principal de la psicología hacia la solución de verdaderas problemáticas relacionadas con la conducta humana. Como el aprendizaje es una forma de modificación de conducta, los procedimientos de modificación de conducta desarrollados por los conductistas han probados ser de gran utilidad para muchos maestros y escuelas durante las últimas generaciones.

Aunque en desacuerdo con gran parte de la influencia del conductismo en la educación, por la forma de ver a los estudiantes como individuos vacíos que adquieren conductas y que las que no son deseadas pueden ser reemplazadas o eliminadas, hay que admitir la gran influencia del conductismo en la educación tradicional y la gran influencia que sigue manteniendo sobre esta.

Desde este punto de vista, educar es establecer conductas útiles a la sociedad, y por tanto, la eficiencia del proceso pedagógico depende de la habilidad del maestro para establecer de manera precisa los comportamientos a adquirir, la creación de técnicas apropiadas de enseñanza, y el ofrecimiento de oportunidades para la transferencia del aprendizaje.

Así, a la luz de teorías más recientes, su concepción del aprendizaje aporta una visión muy limitada del sujeto, aunque es necesario admitir que los procesos de asociación son imprescindibles para incorporar información, para conocer datos y como punto de partida para procesos más complejos. Además el contexto de investigación de esta teoría hace que sus aportes sean más limitados, ya que resulta casi imposible y poco útil desde el punto de vista didáctico, estudiar segmentos fragmentados de la conducta.
© Diccionario de Autores AMEI-WAECE 2003