JUEGO PELIGROSO
RESILENCIA

E n la caja de bateo, José Luis se acomoda los calcetines; luego limpia los espejuelos con la toalla blanca y diminuta que saca del bolsillo trasero del pantalón. El pitcher se mueve nervioso, esperando a que su rival se coloque en el sitio adecuado.

El bateador sabe que ésta es su última oportunidad: el mánager le acaba de advertir que si lo ponchan una vez más se irá a la banca y ya no saldrá en la próxima entrada.

Por fin toma el bate y se balancea mientras respira profundamente. Sus papás lo animan con gritos de aliento.

Le lanzan la primera pitcheada y el ampáyer señala el strike. Voltea a ver a su mánager, pero no recibe ni una instrucción.

Se sabe solo en medio de la gritería de sus compañeros, quienes piden a gritos que lo cambien. De nuevo empuña el palo de madera y se coloca en el centro de la caja. Siente que los lentes le lastiman las orejas, pero ya no puede salirse de su posición. El sol se para en su frente y no puede distinguir bien la dirección de la pelota. Abanica con todas sus fuerzas, pero la bola blanca se burla de su angustia.

A punto de llorar, en la desesperación de sus cinco años, voltea al cielo y se prepara para recibir el tercer lanzamiento. El pitcher mueve la boca en la palabra muda de "ponche". Ve que la bola viene hacia él y menea el bate. Siente cuando la prende y echa a correr. Los lentes se le caen entre primera y segunda base, pero no se detiene hasta que llega al home.

José Luis No pudo ver la cara de asombro de sus compañeros. Las lágrimas se confundían con el sudor y con la sonrisa por el primer jonrón de su vida.

 


AUTORA:
Elvia Esthela Salinas Hinojosa
PAIS: Monterrey, Nuevo León, México
E-MAIL: salinaselvia@hotmail.com.mx