Malevo, un perro
pulgoso y garrapiento

 

Muy cerquita del Jardín de Infantes donde va Mario, hay un lugar llamado "El Tropezón", con muchas, muchísimas casas, con muchos, muchísimos chicos, con muchos, muchísimos, pero muchísimos perros: algunos chiquitos, otros grandes, unos blancos y altos, otro negros y petizos, unos gordos y otros muy flacos.

Ahí vive Mario, con su papá, su mamá, seis hermanitos y Malevo, un perro muy gracioso, con muchas, muchísimas pulgas y algunas garrapatas.

Malevo es muy negrito, gordo y comilón. Se despierta todas las mañanas temprano, cuando el sol empieza a asomar. Juega, corre y ladra como un perrito feroz, asustando a todos los autos que pasan, también a la policía y al camión de los bomberos.

En la casita de al lado vive Manchita, una perra muy limpita, perfumada y coqueta que lleva en su cola un moño rojo.

Malevo le ladra con cariño y la mira con ojitos de perro enamorado, y Manchita le contesta moviendo la cola mientras sacude su moño.

Una mañana pasó el camión de los bomberos, y detrás de él empezaron a correr. Lo corrieron, lo corrieron otra vez y el camión se alejó.

Fue entonces cuando Malevo se dio cuenta de que tenían que volver para que Mario no se enojara, si no seguramente lo iban a atar y eso es muy feo y aburrido.

Comenzaron a correr con Manchita, para volver a su casa, acortando camino, por campos, baldíos y senderos que iban apareciendo. Pisaban flores y plantas, espantaban gallinas y pollos, asustaban ladrando a pajaritos y mariposas que volaban por allí.

Ya estaban tan cansados de tanto correr que caminaban cada vez más y más despacio. Como tenían sed, se sentaron a orillas de un arroyo para tomar agua y descansar. Manchita muy agotada lo miró, bajó sus ojitos con picardía y puf!!!... se durmió.

Malevo pensó: "me voy a quedar acá al lado de ella hasta que despierte, para cuidarla" - y se acostó juntito a Manchita; con su patita le acarició el lomo y puf!!!...también se durmió.

Cuando despertaron, se dieron cuenta de que ya no estaba más el sol.

- ¡Vamos, Manchita! ¡Corramos, que empieza a oscurecer! - dijo Malevo.

De pronto, un señor muy gordo que manejaba un camión lleno de vacas vio esos ojos, paró y los subió. Entre "muuu-muuu" y "guaau-guaau", Manchita y Malevo descubrieron muchas luces que venían detrás.

¡Pfff! ¡Qué olor hay aquí, y qué sucios estamos! - dijo Manchita. Mis orejas están muy sucias, tienen bichitos, mi cola está despeinada y tengo el moño lleno de espinas.

Viajaron.........viajaron......

Cuando el camión se detuvo por casualidad, Manchita comenzó al olfatear algo distinto. Eran los paraísos de "El Tropezón".

- ¡Llegamos! -dijo Malevo.

Se largaron y despacito, casi sin hacer ningún ruido, empezaron a caminar. Se estaban acercando cuando de pronto apareció un perro muy gritón y malhumorado que, ladra que te ladra sin parar, despertó a gallos, patos, loros, gatos y gallinas que vivían en el lugar.

Mientras tanto Mario, muy triste, no podía dormir. Pensaba y pensaba: "¿dónde estará Malevo? ¿Dónde habrá ido mi perrito?" Tan grande era aquel alboroto que rápidamente saltó de su cama, buscó la linterna para alumbrar y salió al patio. Allí, en la puerta, estaba su Malevo. Lo alzó y besó mucho-mucho, con alegría. También vio a Manchita, tan cansada y sucia, que la tomó entre sus brazos, la acarició y luego los bañó a los dos.

Y a partir de ese día, Malevo y Manchita viven muy contentos, limpios y sin garrapatas, riéndose a carcajadas cuando oyen pasar una sirena.

Norma Edith Ferrando


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