Historia de la olla engreída

 

En una linda y hermosa casa que tenía una linda y amplia cocina, vivían unas cazuelas que eran muy amigas. Estaba la olla de hervir frijoles que era como una abuela para todas. La olla arrocera que era como una tía. Las freidoras que eran 4 eran unas grandes, otras medianas y unas pequeñas que siempre vivían riéndose sobre todo cuando estaban en el fuego, porque cuando les echaban el aceite les hacía cosquillas y empezaban a chirriar y chisporrotear en grandes carcajadas. Eran muy amigas todas de Don Comal un señor muy viejo y grande y que era muy respetado casi como un gran abuelo. También eran amigos de Don cucharón sopero, de cuchara freidora, de tenedor, de colador, de pichel, de los tíos platos y tazas.

Por las noches cuando la cocinera los lavaba, guardaba y apagaba la luz, ellos empezaban una gran fiesta.

Todos bailaban, cantaban y reían. Al final todos se sentaban alrededor de Don Comal y de doña olla de hervir frijoles a escuchar sus cuentos y sobre todo les encantaba escuchar de cuando los dueños de la casa eran muy pobres y solo los tenían a ambos y a doña cuchara freidora. Ellos decían que la estufa era de leña y que ellos pasaban muy contentos pues la señora de la casa los cuidaba mucho y que les lavaba con mucho cariño quitándoles todo el hollín y negrura que les quedaba pegado.

Así vivían todos muy felices, pero un día todo esto cambió. La señora de la casa llegó con una preciosa olla nueva que le había costado mucho dinero. Era tan grande como la señora olla de frijoles pero era brillante de color plateado y las agarraderas y la tapadera eran doradas. Brillaba mucho y era pesada. La señora de la casa le dijo a la cocinera: Por favor quiero que me la cuides mucho pues me ha costado mucho dinero, por favor no la vayas a confundir con las demás pues ella es muy especial y bonita aparte de cara.

La olla nueva al escuchar esto se sintió como que si fuera una reina muy linda y cuando la cocinera se fue a dormir y apagó la luz todas las demás ollas quisieron platicar con ella y hacerse sus amigas, pero ella les dijo: Por favor ollas baratas y feas no me dirijan la palabra que yo soy especial y bella, no me interesa ser su amiga, ¿acaso no escucharon a la señora de la casa que dijo que yo era especial? Así que por favor déjenme en paz. Yo soy bella y nueva además de muy, muy costosa. Miren esa horrible olla vieja de cocer frijoles toda pelada y sin pintura ni brillo, ése horrible comal negro y tiznado de viejo y esas terribles ollas freidoras que han perdido todo su brillo, ni hablar de las cucharas de freír todas quemadas y llenas de restos de comida. Por favor déjenme en paz que yo no soy como ustedes.

Todas las ollas se sintieron muy dolidas ante aquellos insultos y ya no trataron de ser su amiga. Todos los días tenían que soportar los insultos de aquella nueva olla que se creía una reina y lo peor es que en realidad era muy linda.

Un día la señora de la casa llegó a la cocina y le dijo a la cocinera que quería cocinar una sopa muy rica y especial para el cumpleaños de su esposo y que usaría por primera vez la olla nueva. Así fue mientras le echaban la carne y las verduras la olla nueva les sacaba la lengua a todas las demás pues se sentía muy importante. Cuando la pusieron al fuego la olla nueva empezó a sentir dolor de panza, la tapadera empezó a brincar y la sopa a derramarse, la verdura se pegó al fondo y la olla empezó a gritar de miedo.

Al sentir el olor a comida quemada la señora de la casa fue a ver y se enojó mucho al ver el desastre y lo mal que le había quedado la sopa y dijo: Oh, ¡NO! Esta era una comida muy especial porque era una sorpresa por el cumpleaños de mi esposo. Los invitados ya van a llegar y esta terrible olla que no me ha servido para nada. Tan cara que la compré y no sirve, todo el brillo lo ha perdido y toda la comida se pega dándole un mal sabor. ¿Y ahora qué voy a hacer? Y se puso a llorar. Pero pronto vio a la vieja olla de cocer frijoles y dijo: Pero que tonta he sido y tengo a mi querida olla vieja pero buena, en ella la comida siempre me ha quedado muy rica. Voy a hacer nuevamente la sopa en ella y le dijo a la cocinera: Por favor apúrese que ya van a llegar los invitados. Hicieron la sopa en la olla vieja, frieron los bocadillos en las freidoras y calentaron ricas tortillitas en el viejo comal. Toda la comida quedó riquísima y la terminaron a tiempo.

Cuando los invitados probaron la sopa dijeron que era la más rica que habían probado.

La fiesta terminó y cuando lavaron las ollas, la señora de la casa dijo: Creo que hice mal en cambiar estas ollas que eran viejas y nos han acompañado desde que éramos muy pobres por ésta olla nueva que no ha servido, la voy a botar. Todas las ollas viejas estaban muy asustadas pues ellas no eran malas y les daba pesar que botaran a la basura a la olla engreída. Entonces Don Comal y olla de hervir frijoles ayudados de Doña cuchara la sacaron de la basura. La olla lloraba y les pedía perdón. Había perdido su brillo pero aún tenía las agarraderas doradas y bonitas. Le echaron tierra y sembraron semillas de girasol que es una flor amarilla muy linda. Pronto nacieron lindos girasoles dentro de la olla nueva en el jardín. Y un día la señora de la casa dijo: Qué bueno que la cocinera sacó de la basura la olla, no sirvió para cocinar pero se ve muy bella como maceta de flores. La olla lloró de alegría y les agradeció a todas las ollas viejas su amistad y todas las noches escuchaba a través de la ventana de la cocina que daba al jardín las bellas canciones y cuentos que contaban Don Comal y sus amigas las ollas viejas. Y aprendió que la amistad y la humildad son cosas más hermosas y bellas que el brillo del metal de una olla engreída. Y vivió así muchos años en esa linda casa donde fue muy feliz para siempre porque encontró la verdadera amistad.

Y colorín colorado, éste cuento se ha acabado………………….

Clarissa Delgado de Chinchilla


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