Con un árbol
y un árbol más
un bosque crearás

  • Respeto
  • Cuidado
  • Defensa
  • Responsabilidad
  • Conservación
  • Colaboración

La mascota nos ha traído una historia que ocurrió en un país muy, muy lejano.

Había una vez unos niños que siempre al salir del colegio, en vez de ir a ver la televisión o jugar a las guerras, les gustaba pasear por un campo cercano al lugar en el que vivían.

Los días que hacía mucho sol y calor, no podían ir a pasear, porque en el campo no había ningún árbol que les diese sombra y pasaban muuuuucho calor.

Un día, al salir a pasear después de clase, se sentaron cerca del río que pasaba por el campo y sus caras se entristecieron al ver el agua tan sucia que corría por él. Empezaron a hablar sobre lo felices que serían si en el campo hubiese árboles. Entre los árboles podrían jugar al escondite, sentarse a la sombra a contar historias y observar los animales que pudieran vivir en él.

Hablando y hablando, no se dieron cuenta que a lo lejos cabalgaba un señor a caballo. Este, al ver a los niños se acercó a ellos y les preguntó:

- ¿Por qué estáis tristes, de qué habláis?

Los niños le contaron lo que les pasaba. El señor, compadecido por las palabras de los niños, les dijo:

- No os preocupéis, yo os daré unas semillas mágicas, estas semillas las plantaréis entre todos y cada día sembraréis unas pocas más. Así, día a día, iréis sembrando semillas y con el tiempo tendréis frondosos árboles que llenarán el campo de alegría. Pero no olvidéis que tenéis que venir a cuidar las plantas que poco a poco nazcan.

Los niños hicieron caso al señor y poco a poco fueron llenando el campo de semillas. Conforme pasaba el tiempo, las semillas crecían y crecían y el campo comenzó a llenarse de pequeñas plantas que no paraban de crecer. Transcurridas unas semanas, las plantas se convirtieron en pequeños árboles y en pocos meses se formó un gran bosque en el que los animales comenzaron a habitar.

Los niños cada día al salir del colegio, corrían hasta el campo para ver crecer y cuidar su bosque. Los papás y mamás de los niños, asombrados de la alegría que tenían siempre sus rostros y lo felices estaban, quisieron saber cuál había sido el motivo de su cambio y un día los siguieron al salir del colegio sin que éstos se dieran cuenta.

Al llegar al campo y comprobar el milagro del bosque, se quedaron tan asombrados que no podían creérselo. En el pueblo se armó un gran revuelo y todos, ancianos, adultos, jóvenes y los demás niños iban a ver el bosque.

Las autoridades, al ver lo que habían conseguido los niños con su esfuerzo, decidieron nombrarlo espacio protegido. Esto quiere decir que en él no se pueden cortar árboles, ni arrancar plantas, ni dañar a los animales que en él vivan.

A partir de entonces, todos los habitantes del pueblo sembraban las semillas de árboles que encontraban en el campo. Así, el campo que en un tiempo estaba triste y desolado, se volvió verde, próspero y rico, y el río comenzó a tener agua clara y abundante, gracias al esfuerzo constante de los niños.

Una vez contada la historia, los niños con la ayuda del profesor sembrarán semillas de árboles de su entorno en semilleros y se encargarán de su cuidado.

Cuando hayan crecido los brotes y estén preparados para su trasplante, se realizará una salida a un entorno despoblado.

Los niños llevarán plantas y las trasplantarán, así entre todos intentarán contribuir en la repoblación del entorno.

 

 


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